Todos hemos leído libros valientes y libros cobardes. No es ciertamente ésa la primera calificación que acude a la sensibilidad del lector, quien más bien usa los binomios entretenido-latero o sugerente-plano, para referirse al texto que acaba de terminar.
Pero de vez en cuando, uno se topa con un libro cobarde, un texto en que el autor teniendo todo para ir a fondo, se quedó en la reserva sin sueldo, prefirió nadar mientras al mismo tiempo intentaba guardar la ropa. Y eso no se debe hacer. ¿Un ejemplo? Sí: recuerdo mi reciente y profunda decepción respecto de lo mucho que esperaba de Jesse Norman y su “La gran sociedad”, con relación al pequeño ratoncito que parieron los montes
Y, al otro lado, están los libros valientes. Los que arriesgan el prestigio, las relaciones humanas e incluso, el futuro profesional del autor.
“Prevaricato” es un caso de ésos: es un libro muy valiente. Si lo hubiera escrito un periodista de investigación, ya lo sería. Pero resulta que la pluma proviene del foro, de un abogado de ejercicio que se atreve a enrostrarle a ciertos jueces -no pocos- que aplican torcidamente las normas legales, que fallan a sabiendas contra leyes expresas y vigentes, o sea, los acusa de aquello que está tipificado en el Código Penal como el delito de prevaricación o prevaricato.
¿En materias de compraventa, de responsabilidad extra contractual o de proyectos medioambientales? No; en temas de derechos humanos, es decir, en aquella materia que estremece a la sociedad chilena porque en las dos palabras que la definen -derecho, lo justo; humano, lo nuestro- se nos va la vida.
Y lo que el autor demuestra es cómo a ciertos jueces no les ha importado en lo más mínimo ir contra la vida -contra lo nuestro y lo justo- con tal de seguir unas determinadas corrientes, que de jurídicas tienen poco, de ideológicas mucho, y de pasionales lo que les falta.
La demostración de Paúl -sí, demostración hasta ahora no refutada por texto alguno- se fundamenta en once sentencias, analizadas con detalle una por una a la luz de los principios jurídicos que rigen el ordenamiento de … ¿Somalía? No del nuestro, del mismo que esos jueces dicen estar aplicando.
Como el autor ha publicado antes ya dos versiones -una extensa y una resumida- de su libro “Procesos sobre violaciones de derechos humanos”, tiene una especial soltura para ir desde el caso específico a la teoría, ida y vuelta. La misma soltura que él demuestra que muchos jueces no tienen, amarrados a su preconcepciones. Prevaricadores, los llama el autor.
Adolfo Paúl, Prevaricato, El Roble, Santiago, 2017, 194 páginas.
Gonzalo Rojas Sánchez. Profesor universitario