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Oposición se juega el «pellejo»: futuro de la centroizquierda depende de reformas Tributaria y de Pensiones PAÍS

Oposición se juega el «pellejo»: futuro de la centroizquierda depende de reformas Tributaria y de Pensiones

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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Son al menos tres proyectos de alta repercusión pública los que se verán en el último trimestre del año en el Parlamento y en los cuales, tanto la oposición como el Gobierno, se juegan gran parte de su credibilidad ante los suyos. Pero dos destacan por sobre los demás. Se trata de la Reforma Tributaria y la Reforma Previsional. Respecto de la primera, que se entiende como una batalla en el plano de lo político y que cuenta con un acuerdo previo de la mesa de la DC con el Gobierno, su discusión se cruzará con los tiempos límites que se han instalado en la antigua Nueva Mayoría y que definirán la posibilidad de un acuerdo mayor electoral o, por el contrario, tendrán que conformarse con estrechos apretones de manos. Por otro lado, el tema de pensiones se instaló como la madre de todas las batallas en el terreno de lo ideológico, porque lo que está en juego es la visión de país, la concepción que se tiene desde uno y otro bloque sobre cómo debería avanzar la sociedad en su conjunto.


Tras el largo feriado de Fiestas Patrias y a pesar de la dificultad que ha existido durante el año y medio de Gobierno para ponerse de acuerdo en mínimos comunes, el bloque opositor coincidió en que, de todos los proyectos que se verán durante el último cuarto del año legislativo, las reformas Tributaria y de Pensiones son las más emblemáticas, pues sellarán el destino y futuro de la oposición con miras a las elecciones municipales y de gobernadores. En octubre comienza la cuenta regresiva para acordar los alcances de cualquier tipo de acuerdo político o electoral, que los ayude a enfrentar desafíos mayores como pelear por las presidenciales, o los condene al segundo plano del poder.

Desde el Partido Socialista (PS) ya lo advirtieron en el último comité central: o existen entendimientos mínimos para salir adelante o se tendrá que pensar en un nuevo método de supervivencia, elección que no es más que un mensaje implícito a la estrategia de desmarque que ha tenido la Democracia Cristiana (DC).

Desde la DC, más allá de la respuesta en la que advierten que no trabajarán bajo amenaza, saben –y así lo hicieron saber en el consejo general de hace tres semanas– que de aprobarse la Reforma Tributaria del Gobierno, con los votos de su partido como protagonista, el panorama en la oposición se tornará “más que oscuro” de aquí en adelante.

La falta de un proyecto político común y la inexistencia de una conducción fuerte o de liderazgos relevantes, que sean capaces de instalar un contrapunto en el debate nacional, han constituido simultáneamente el cuestionamiento reiterado y, también, la autocrítica de un sector de la oposición que no se recuperó de la estrepitosa última derrota presidencial y que muy pocas luces ha mostrado de un eventual rearme. El quiebre de acuerdos a última hora, pactos bajo la mesa y el triunfo de la estrategia del pirquineo instalada desde La Moneda, describieron un panorama gris, pero real, y sobre el cual varios entendieron que se está en el tiempo límite para “darlo vuelta”.

Si bien la discusión de la Reforma Tributaria trae consigo una carga emocional, como lo es que, de aprobarse la reintegración –como apuesta el Gobierno–, se estaría “traicionando” parte del legado de la ex-Presidenta Michelle Bachelet, lo cierto es que –según fuentes ligadas al PS– la relevancia que tomó este proyecto guarda mayor relación con los tiempos. Y es que, al ser el primero de ambos que se verá en tabla, y considerando el mes de octubre como el inicio de la cuenta regresiva para comenzar a trabajar con mayores grados de profundidad, pensando que la elección es un año después, la instancia terminó por tomar otro cariz.

Fuentes provenientes del oficialismo coincidieron con las de sus pares de oposición cuando señalaron que, sea de la manera que se apruebe la Reforma Tributaria, esta no provocaría un gran cambio en la economía del país, que en los hechos nadie está muy convencido de las promesas del Gobierno que apuestan a que el incentivo a una mayor inversión, que traería consigo, sea capaz de tornarse muy relevante para la marcha de la economía local, y es a raíz de aquello que el debate que se dará en octubre tomó el cariz de ser una discusión “más política que técnica”. Todo, al calor de la toma de decisiones en materia de alianzas.

Las cuentas al día de hoy no son alegres, pues fue en este proyecto, en específico, donde la Democracia Cristiana quebró lo que se consideró como el primer trabajo mancomunado de toda la oposición, desde el FA a la propia falange. El quiebre se produjo al momento en que la DC aprobó con el Gobierno la idea de legislar, y no respetar el acuerdo en conjunto con el que se pretendía negociar cambios de mayor alcance en el texto original. Si bien hoy la mesa falangista pareciera haber flexibilizado la estrategia de desmarque, desde la propia tienda presidida por Fuad Chahin se mostraron preocupados, porque, a sabiendas de lo que se está jugando, advirtieron que la directiva habría logrado quebrar el bloque de senadores, el último de los eslabones de defensa al actuar de la directiva democratacristiana y de la coordinación opositora.

A raíz de esto es que no son pocos en el exoficialismo los que ya se pusieron el parche antes de la herida y, de frentón, bajaron las expectativas respecto a la posibilidad de un gran acuerdo electoral que tome la fuerza que se necesita para hacer mella a un oficialismo que corre solo y que promete –así lo señalan en varias de las encuestas internas– un triunfo de grandes proporciones si la DC corre por su cuenta.

Para el diputado PS Juan Luis Castro, “la oposición se juega gran parte de su propio capital, porque la Reforma Tributaria ataca el corazón de la anterior Reforma Tributaria del Gobierno de la ex-Presidenta Michelle Bachelet (…) y el eje de la reintegración aparece como el más sensible y el más emblemático. Ahí vamos a ver cómo se comporta la oposición en su conjunto, y por eso creo que es muy sensible el resultado”.

Pensiones, la batalla ideológica 

En el caso de la Reforma a las Pensiones, todos en la oposición coincidieron en que acá lo que está en juego es la visión de país, es la concepción que se tiene de uno y otro bloque sobre cómo debería avanzar la sociedad en su conjunto. Y es que, si bien en la Reforma Tributaria se advirtió que, por un tema de tiempo, la eventual aprobación con reintegración podría botar al tacho de la basura la idea de una oposición fuerte en su trabajo en conjunto, lo que resulte de la reforma previsional –consignaron– más que seguir disgregando o no al exbloque, lo que va a hacer es revelar los “verdaderos domicilios políticos”.

Pero como ya se hizo tradición, el fondo de la reforma se va a jugar en el Senado y es en esa cancha donde la oposición se muestra convencida de poder demostrar un aspecto más colaborativo que la sola capitalización individual. “El Gobierno está advertido”, amenazaron. Tanto en la DC como en el PPD y el PS señalaron no tener dudas respecto a que, independientemente de cómo llegue el proyecto desde la Cámara de Diputados, La Moneda, más que pirquinear, va a tener que llevar la negociación a una instancia institucional. Dijeron creer que, a diferencia de la tributaria, el componente ideológico se considera un desafío mayor, por ende, requiere un mayor aglutinamiento.

En la oposición coincidieron en que, de no ponerse del lado de una lucha que apunte a incrustar grados de solidaridad, «va a haber costos importantes que pagar”, ya que aprobar el 4% de capitalización individual, tal como se encuentra, se transformaría en la consolidación del modelo actual.

Pero nuevamente, y a pesar del grado de conciencia que existe respecto a su importancia, aún no se han dibujado los márgenes de la discusión, y de eso culpan nuevamente al “negocio que hizo por el lado la DC”, a la que acusan de haberse atribuido el triunfo de ni un peso más a las AFP, al haberlo negociado sola con el Gobierno, siendo que el ente externo formaba parte del proyecto inicial de la ex-Mandataria.

Para el analista político Axel Callís, en la reforma previsional se juega todo. “El reparto versus la capitalización individual es la gran diferencia ideológica entre el individualismo y el colectivismo (…). El pilar solidario es una suerte de reparto, que haya un valor contributivo, a un pilar solidario no solamente de parte del Estado, sino también de parte de las personas, es una suerte de reparto. Ahí hay un fondo ideológico”.

Fuentes de Palacio aseguraron que la madre de todas las batallas para la administración es “sin dudas” también la reforma previsional. A diferencia de las demás, aseguraron, esta toca el bolsillo de todos los chilenos, por lo que imponer la visión oficialista significaría el triunfo de la derecha como bandera de lucha. Por consiguiente, la derrota ideológica de la visión de la centroizquierda que se buscó imponer en el Gobierno anterior, pero de la cual –acusaron– nunca hubo convicción.

La Moneda tiene claridad, señalaron, de varios de los requerimientos con los que se va a encontrar en la Cámara Alta, lo que supone un conflicto mayor, ya que, de no aprobarse durante este año legislativo, el aumento de las pensiones a través del pilar solidario no regirá para el próximo año. Así lo entendió el analista Tomás Duval, quien explicó que para el Gobierno “el mayor conflicto político va a estar en que, para que rija el alza del pilar solidario, tiene que partir en enero del 2020, y ese va a ser un motivo de presión muy fuerte para poder avanzar (…), porque no subir la pensiones, a través del pilar solidario, sería una derrota para el Gobierno”.

Cabe recordar que a mediados de octubre comenzará la discusión del presupuesto del erario nacional, lo que sin duda se transforma en una medida de presión para el Ejecutivo, que puede ver retrasada la discusión de varias de sus iniciativas, lo que indefectiblemente trae consigo costos que pueden ser muy altos de pagar. En el último cuarto de este año el Gobierno se juega, además de las reformas Tributaria y de Pensiones, también la laboral, donde hasta ahora el que lleva la delantera es el proyecto de las dos diputadas comunistas que busca reducir la jornada laboral a 40 horas semanales.

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