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El Sistema «Poliamoroso» que propone Carlos Lavín: «Lo importante es liberarse de las ataduras morales y religiosas»

El Sistema «Poliamoroso» que propone Carlos Lavín: «Lo importante es liberarse de las ataduras morales y religiosas»

Dice de la derecha que está anticuada. Que se identifica con Andrés Velasco. Le ha perjudicado ser “hijo de” y que quizá el matrimonio no es esa buena inversión como nos la intentan vender.


La prisa es una de las constantes en la vida de Carlos Lavín, hijo del empresario Carlos Eugenio Lavín, uno de los controladores del Grupo Penta. A esta entrevista llega tarde. Con llamada en el celular incluida. La vida de un economista, conductor de un programa de televisión y otro de radio, corre rápido. Sus andares son la perfecta ejecución del protocolo, aunque su personalidad es liberal, incluso algunos pueden pensar que deslenguada.

Se amarró a la soltería como un niño a su juguete. Sin embargo, ahora escribe un libro sobre el sistema financiero usando al matrimonio como método popular para explicarlo. No hay mucho que ocultar, Matrimonio Investment así lo acredita. Y no le ha ido mal. En un mes de puesta a la venta ha estado dos semanas entre los diez libros más vendidos del país. Habla rápido, 400 palabras de promedio por minuto. Su vida es entrevistar a los que tiene enfrente. Hoy se abre en canal para El Mostrador Mercados. Ahora sabremos si para Carlos Lavín el matrimonio es o no rentable, qué hay que hacer para que sea rentable. El conductor y empresario también nos confesará las opiniones mejor guardadas sobre los temas más polémicos que afectan al país.

P: ¿Por qué la mezcla de matrimonio con Inversión y sistema financiero?
C.L.: Porque hace ya algún tiempo mis pares se casaban, mediante un tipo de matrimonio convencional, con la misma persona por 50 años, por lo tanto llegarían a tener 80 de promedio. Entonces, el salirse es complicado. Las comisiones de salida, por así decirlo, son caras no sólo en plata.

Las expectativas que me contaban las personas que entraban a este sistema convencional eran un poco altas en relación a lo que yo veía en la realidad. Y el costo alternativo a esa edad (25-30) por estar con una misma persona, yo lo encontraba demasiado alto.

Entonces, haciendo ese análisis, encontré que son las mismas preguntas que me hago cuando voy a una inversión. Miro el horizonte de inversión, de qué plazo estamos hablando. Mido si hay liquidez, para saber si puedo salir fácilmente si no me gusta la inversión. En caso de salir, cuánto me van a cobrar, las comisiones de salida. La expectativas son claras… ¿Cuándo se van a cumplir esas expectativas y de cuáles estamos hablando? La volatilidad, la incertidumbre… son los mismos elementos, pensar y analizar cuándo uno se va a casar. Dije, esto calza perfecto, y ahí nació el libro.

P: La gente puede pensar que usted analiza el matrimonio desde un punto de vista frívolo al analizarlo con las mismas variables que al sistema financiero…
C.L.: Yo no creo que eso sea así, porque lo que yo hago son analogías aprovechando las herramientas del sistema financiero extrapolándolas al mundo del matrimonio. Obviamente no puedo medir las emociones ni el enamoramiento. Uno puede estar enamorado, pero no por ello va a hacer algo errado. Puedo estar enamorado y tomar decisiones absurdas de acuerdo a mi perfil de riesgo. Y cada uno verá en su análisis de riesgo-retorno si le conviene o no.

P: ¿Le ha traído consecuencias en la casa este libro?
C.L.: No. En mi casa soy solo. Soy soltero.

P: Qué curioso… un soltero hablando de la inversión del matrimonio…
C.L.: Este libro tiene un enfoque desde el punto de vista del inversionista, tiene que hacer un análisis antes de comprar las cosas no después. Cuando voy a comprar Copec hago mi análisis antes, mi recomendación… si fuera después sería un chiste, estaría sesgado.

P: ¿Cuando usted va a elegir a una mujer para casarse, analiza de igual modo la elección que una inversión?
C.L.: No es lo mismo. No analizo a la mujer en términos individuales. Lo que analizo es un sistema de encontrar pareja y tener hijos.

P: Pero igual la mujer es una variable fundamental en este caso…
C.L.: SÍ, pero en ese contexto analizo a la mujer bajo otro sistema distinto. Puede ser un sistema en el que vivamos en casas separadas. Puede ser un sistema que tenga plazos, un sistema abierto, un sistema de condiciones de salida prefijadas. Pero yo analizo el sistema tradicional… una pareja para toda la vida.

P: Por lo tanto es contradictorio que usted establezca sistemas más alternativos, cuando usted sólo analiza el tradicional…
C.L.: Claro. Pero a partir de ahí, establezco ciertos parámetros a partir de dónde falla el sistema tradicional. Por ejemplo: el matrimonio que partió más tarde, el matrimonio con fecha de vencimiento…

P: Tras el análisis… el matrimonio… ¿Es un buen negocio?
C.L.: Desde el punto de vista de la rentabilidad, depende. En inversiones, no las hay buenas o malas en sí mismas. Depende si calza desde el punto de vista del inversionista.

P: ¿Hasta cuántos hijos se pueden tener para que la inversión sea rentable?
C.L.: Bajo mi punto de vista personal, apostaría a menos que a más. Dos o tres en vez de seis.

P: Y para que finalmente el matrimonio sea rentable…
C.L.: Nunca debe engañar a su sombra. Identificar su perfil de riesgo en la forma más sincera, en la medida que se conoce a sí mismo y se sincera con la pareja para hacer un sistema a medida para los dos.

P: Diga las claves para que el negocio no quiebre si hay divorcio…
C.L.: Tener un contrato prenupcial para arreglar las condiciones de salida y consenso que no deriven en externalidades negativas, que no se afecte a terceros.

P: La infidelidad, ¿necesaria o no para el negocio del matrimonio?
C.L.: Pésima. Es un riesgo altísimo. Se viola la confianza con tu socio, no hay nada qué hacer. Seguir las reglas del juego bajo un consenso. Puede haber desavenencias pero nunca traición.

P: ¿Cuál sería la analogía de la infidelidad al mundo financiero?
C.L.: La estafa. Los robos. El maquillamiento de los números. El fraude. Y también la deuda… y dirás… ¿Por qué? Pues porque, en la analogía que yo hago, es que la persona que está en el matrimonio se ha depreciado fuertemente su activo «sexo», o ya no lo tiene o ya no existe, y sale a “pedir prestado” sexo afuera donde pagas unos intereses. Y ahí se encuentran dos mercados: el mercado de pago directo (bono directo-cupón, pagando al final periodo, los intereses), mercado a largo plazo (sexo con amante, plazo más largo, por lo tanto más arriesgado).

P: ¿Recomendaciones para triunfar en el negocio del matrimonio?
C.L.: Indispensable lo que llamo en el libro El traje a medida, un sistema para la pareja y para buscarla. Esto es una inversión, y en ellas, eso es fundamental. Cuadrar tus inversiones de acuerdo a tu realidad: a tus necesidades de caja, tus horizontes de inversión, a tu tolerancia al riesgo, no mentirse.

P: ¿Cómo se extrapolan esas recomendaciones al matrimonio?
C.L.: Buscando un sistema adecuado para cada persona. Por ejemplo, si yo soy más de ir “picando la araña” y me gusta alternar con varias mujeres, no podría irme a un sistema tradicional, sino más alternativo. Contaré una anécdota. Warren Buffet, el mayor inversionista del mundo, tenía un sistema poliamoroso, en el cuál existían dos mujeres, la oficial, su señora y una segunda de la que todos sabían (incluida su esposa). Mantuvo a su señora, y cuando ésta murió se casó con la otra. No le preocupaba lo que dijera el resto, lo importante era la opinión de los involucrados: La señora, la polola y él.

P: Y esa realidad… ¿podría darse de forma estándar en la sociedad actual?
C.L.: Absolutamente. Yo conozco gente que lo ha hecho. Lo importante es liberarse de las ataduras morales y religiosas, que generalmente no tienen ningún fundamento, y que cansan.

P: La Economía es el eje de su vida. Son muchos los conflictos financieros que han salido a la luz. Desde su punto de vista, ¿qué imagen tiene usted del mundo empresarial chileno, a raíz de los últimos casos como La Polar, Cascadas o SMU?
C.L.: Hay de todo. Yo le puedo hablar de casos muy buenos empresariales. El caso de Lan y Falabella, muy buenos. El Banco de Chile, una institución financiera muy respetable, una buena administración bajo los Luksic. Todos se quedan con los grandes empresarios pero la gran mayoría son pequeños y medianos empresarios. Yo tengo un programa de televisión donde el 90% de los entrevistados son microempresarios, con extraordinarias historias.

P: Ya, pero de sobra es conocido que al final en Chile quienes se reparten la torta empresarial son diez grandes familias…
C.L.: Bueno. Eso no es tan así. Por ejemplo, ¿cómo partió el señor Angelini (origen italiano, dueño de grupo Copec)? Llegó sin nada y llegó a ser lo que es. Entonces… ¿Qué le vamos a decir? ¿No crezca? El señor Luksic, llegó aquí sin nada tampoco, hijo de emigrante. Tuvo la visión de que el futuro estaba en el cobre, cuando nadie lo creía. Tuvo su talento y llegó arriba.

El caso de La Polar fue una estafa a todas luces. Y está claro que hay que condenarlo. Echo de menos una justicia con penas más duras. Se decía que se ganaba plata y la empresa no estaba ganando nada y se maquillaban los números. Los responsables de eso, deberían de estar en la cárcel hasta el final de sus días.

En el caso de SMU, no conozco bien el tema, pero no encuentro nada delictivo.

En el caso Cascadas, es más complejo, porque está claro que hay operaciones donde se le perjudicó al inversionista minoritario. Y hay que ver qué dice la investigación.

P: ¿Ha estado a la altura el empresariado chileno frente al cuestionamiento de su credibilidad?
C.L: Hay empresarios buenos y malos. No se puede meter a todo el mundo en el mismo saco.

P: ¿Cuáles son las carencias del empresariado en Chile frente a los empresarios europeos o norteamericanos?
C.L.: Falta más responsabilidad social empresarial, y hablar más con los medios, contarles a los medios cómo han hecho sus fortunas. No avergonzarse de lo que han hecho. No esconderse, lo de andar escondido es un pésimo negocio, se desdibuja el objetivo, lo hemos visto en las campañas presidenciales.

P: ¿Le agrada Sebastián Piñera?
C.L.: Como presidente creo que ha hecho más bueno que malo. Los números lo avalan, con una cuota de suerte por el cobre. Buen administrador. Se ha dedicado como nadie a su cargo. Una crítica: en cuestiones de infraestructuras, creo que nos quedamos por detrás que otros gobiernos de la Concertación, como el de Ricardo Lagos. El manejo institucional, un desastre.

Los gobiernos no se pueden juzgar por los cuatro años de legislatura, sino por las tuercas que mueven para los próximos veinte. En ese sentido se han hecho cosas, se ha avanzado.

P: ¿Qué se nos viene con Bachelet?
C.L.: Hay que ver qué va a pasar con la reforma tributaria, cómo se va a implementar. Eso es un misterio. Creo que tiene buenas intenciones. A mí lo único que me interesa es que los impuestos que recauden los administren de manera eficiente.

P: Usted es un presentador muy conocido en radio y televisión en Chile. Hijo de Carlos Eugenio Lavín, uno de los dueños de Empresas Penta S.A., uno de los holdings empresariales más importantes de Chile. Descender de una familia poderosa económicamente, ¿le ha ayudado o perjudicado en su profesión?

C.L.:Te perjudica porque la gente siempre te señala por ser “hijo de”. Yo cuando partí en el programa de radio no lo hice con un auspiciador de mi familia y lo hice así, ex profeso. De hecho partí con auspiciadores de la competencia, el primero fue LarrainVial. En la televisión tenía al Banco Penta (de su familia) y otro más. Cuando este segundo se bajó, también bajé a Penta, para que nadie pensara equivocadamente. La gente habla mucho sin tener datos.

Te beneficia porque mi familia ha tenido una buena reputación en el entorno financiero. Penta devolvió todo lo concerniente a La Polar antes de que lo mandara la Superintendencia. Y mi mamá, una escritora exitosa. La vena periodística probablemente venga heredada de mi madre.

P: ¿Por qué la decisión de permanecer soltero?
C.L.: Lo tengo clarísimo. Yo no me voy a embarcar antes de los 40 años en una cuestión a 50 años más. Ni una posibilidad. Para mí, yo tenía muchas cosas que hacer. Yo quería vivir afuera, quería vivir solo, conocer muchos tipos de mujeres, salir… y eso… ¡no se podía hacer casado! Yo quería mucha libertad.

P: Parece que usted … tiene más claro que se va a divorciar que casarse…
C.L: ¡No me cabe la menor duda!

P: Pero ya tiene 39, está al límite de los 40…
C:L.: Sí. Pero ahora las cosas son distintas. Ahora las mujeres han crecido. Tengo una polola extraordinaria de 33 años, que si le digo dentro de un tiempo para casarnos pero viviendo en casas separadas, ¡no se me espanta! Pero si yo decía eso a los 26…. una vez me dijeron… ¡es que tú eres muy frío! O que lo calculaba todo… Bueno, yo tenía mis métodos…

P: ¿La independencia también es una variable que tiene riesgos?
C.L.: Por supuesto. Estar soltero significa también tener hijos más tarde y ser un papá más viejo. No tendrás la misma paciencia. O puede pasar que se te pase el tren o que ya nadie está. Lo más probable es que encuentres gente que venga de segunda vuelta. Difícil encontrar a una mujer soltera, pasados los 40. Esos son los costos alternativos.

P: Tener hijos… ¿Le gustaría?
C.L.: No lo tengo claro. No sé si estoy preparado para esa aventura.

P: Chile ha sido uno de los últimos países en aprobar la ley del divorcio y ha llegado tarde a muchas iniciativas socialmente aceptadas en otros países, como el matrimonio homosexual. Usted… ¿lo aprobaría?
C.L.: Absolutamente. Es buena la pregunta, porque yo me acuerdo que en la aprobación de la ley del divorcio, el sector más conservador, por supuesto, se oponía. Y lo hacía cuando todo el mundo lo aceptaba. Hoy día, esos mismos personajes están en contra del matrimonio igualitario. A mí nadie me preguntó si me gustaban las mujeres, me gustaban no más; entonces, no veo por qué un homosexual tenga que ser distinto. Si a un hombre le gusta un hombre, y a una mujer, una mujer…¿Por qué no se pueden casar? ¿Dónde está escrito?

P: Hablando del sector político más conservador… ¿Usted cree que la derecha en Chile tiene un discurso contradictorio en su sentido más ideológico?
C.L.: Sí. Tiene un discurso del Siglo XIX. Es un misterio hacia dónde va. Suben los impuestos pero su discurso sigue siendo anticuado. No lo sé. No tengo idea.

P: ¿Con quién se identifica políticamente?
C.L.: Mi candidato era Andrés Velasco. Ese era el único, desde que yo voto, que me representaba al 100%. Yo soy muy liberal en el ámbito económico y también en lo concerniente a libertades individuales.

P: ¿De qué otro país y qué tipo de iniciativas, rescataría para Chile?
C.L.: De Holanda. Me encanta. La sociedad holandesa encuentro que va a años luz de la chilena. Su programa de despenalización de consumo de drogas, y justamente. Allí los límites son amplios pero con duras sanciones para quienes los traspasen. Creen profundamente en las libertades de las personas.

P: ¿Despenalizaría la marihuana en Chile?
C.L.: Sí, ¡de todas maneras! Ese es otro fariseísmo. No soy consumidor, pero tengo amigos que sí. A veces la he probado, obvio que sí.

P: ¿No le llama nada la atención meterse en política?
C.L.: No nada, pero nunca me ha interesado al más alto nivel. Me interesa porque tiene que ver con mi trabajo. Hay que tener el cuero bien duro para aguantar traiciones y demás. No es mi estilo. No soy de los que denuesta la política, pero por ahora no me interesa.

P: Después de el libro que ha escrito, ¿recomendaría o no el matrimonio?
C.L.: En principio, no. Hay que atarlo muy bien. Para toda la vida no es fácil. La infidelidad es un alto riesgo. La vida tiene problemas. Los niños son una pega y terminan enredando la vida en pareja. Nada de príncipes y cenicientas, me volví loco, me enamoré y me caso… yo eso lo encuentro una ruleta rusa.

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