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El temido contagio de Turquía al resto del mundo emergente Opinión

El temido contagio de Turquía al resto del mundo emergente

Claudia Torres
Por : Claudia Torres Gerente de Research y Selección de Activos Bci Asset Management
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Para mí, esta crisis es coyuntural más que estructural para los mercados emergentes en general. No obstante, sabemos que los mercados sobrerreaccionan y tendrán que aguantar el chaparrón mientras otras noticias más favorables puedan entrar a la palestra.


En medio del verano en el hemisferio norte, estalló esta crisis en Turquía y la clave sobre la propagación de su contagio se centrará en entender si el mercado estima que esto es una situación más coyuntural inherente a Turquía o más estructural que podría extenderse por otros mercados emergentes y/o a la economía a nivel global.

En primer lugar, la economía de Turquía representa alrededor de un 1% del PIB Mundial, por lo que una crisis en su economía no es una gran amenaza para el resto del planeta. Sin embargo, la mayor preocupación que se ha dado en los últimos días se debe a la exposición de bancos europeos a la deuda de dicho país.

En este sentido, los bancos españoles tienen la mayor exposición y esta representa cerca de 6% del PIB, aunque concentrado en pocos bancos, y el resto de los países, como Francia e Italia, tienen una exposición menor.

Durante julio, la lira turca se ha depreciado cerca de 30% contra el dólar, mientras que su spread soberano CDS se empinó por sobre los 500 pb, el registro más alto de los últimos diez años. Lo anterior, ha sido consecuencia de una tormenta perfecta sobre la base de cuatro factores:

      1. La fortaleza que ha mostrado el dólar a nivel global contra otras monedas.
      2. Turquía mantiene desequilibrios estructurales que la hacen ser dependiente del financiamiento externo. Entonces cualquier “olor a peligro” a nivel global es capaz de generar estragos en su economía, ya que su sector corporativo tiene pasivos denominados en monedas extranjeras (particularmente dólar) que alcanzan a un 25% del PIB, equivalentes a US$220 billones. Adicionalmente, el país tiene un gran déficit en cuenta corriente, en torno a un 6% del PIB, pasivos externos netos de 50% PIB y un bajo nivel de reservas. Y como guinda de la torta, una política monetaria y fiscal muy laxa, que tiene los niveles de inflación en los más altos de los últimos 15 años. Lo que está en jaque es el valor de su moneda y sostenibilidad de su deuda en moneda extranjera.
      3. El Banco Central tiene su credibilidad cuestionada, dada su reticencia a subir la tasa de interés para controlar la depreciación del tipo de cambio, pero también por las intervenciones verbales del presidente Erdogan y la reciente nominación de su yerno como ministro del Tesoro y Finanzas, lo que ha levantado cuestionamientos sobre la real independencia del ente emisor
      4. Un marcado deterioro de las relaciones con Estados Unidos (EE.UU.), a raíz de incidentes como la detención del Pastor Brunson, los planes de Turquía para comprar equipamiento militar ruso, su posición en Siria y la imposición de sanciones por parte de Estados Unidos, que recientemente anunció que duplicará las tarifas al acero y aluminio.

Ahora, la pregunta es: ¿cómo se sale de esta crisis? Y la respuesta es sencilla, pero materializarlo es muy complejo y no exento de dolor para sus habitantes. Las lecciones del pasado muestran que lo primero es recuperar la credibilidad mediante un ajuste monetario que amortigüe las presiones inflacionarias, consolidación fiscal y un financiamiento externo que permita asegurar el servicio de la deuda denominada en moneda extranjera. Se ha hablado que este financiamiento externo podría provenir de China y/o Rusia, pero el FMI también es una opción. Además, es clave que haya un acercamiento con EE.UU. y lo que está en juego es el acceso de Turquía al mercado internacional.

La única forma de que esto termine transformándose en una crisis capaz de afectar el crecimiento mundial, es si el contagio es indiscriminado a nivel de Mercados Emergentes (ME). No obstante, tarde o temprano los mercados entran en razón, ya que Turquía es el único de sus pares en ME donde el sector privado ha estado llevando un gran déficit de ahorro neto. Si bien hay varios países emergentes con déficit en cuenta corriente, solo en Turquía la balanza de ahorro e inversión del sector privado es creciente y negativa. En otros ME, el sector privado es un proveedor de fondos a nivel nacional. Por otra parte, para gatillar una crisis de mercados emergentes sería necesario una apreciación importante del dólar, pero todo parece indicar que este ya ha sobrepasado su “valor justo” y el Tesoro incluso podría comenzar a intervenir de presentarse el caso.

Para mí, esta crisis es coyuntural más que estructural para los mercados emergentes en general. No obstante, sabemos que los mercados sobrerreaccionan y tendrán que aguantar el chaparrón mientras otras noticias más favorables puedan entrar a la palestra, sobre todo considerando que las expectativas con la región son muy bajas. Con lo anterior, se debe seguir monitoreando el desarrollo de la crisis en Turquía, pero sin perder de vista el real impacto en la economía mundial. Por nuestra parte, seguimos viendo valor en mercados emergentes y, en estos contextos de mayor volatilidad, la selectividad será clave para las inversiones tanto en los mercados accionarios como de Renta Fija Internacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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