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¿Funcionará el plan para evitar la ruptura de la eurozona?


Por supuesto, países como España todavía estarían atravesando un momento difícil, pero bien podríamos no estar hablando mucho de ellos –y tampoco le estaríamos prestando demasiada atención a las conferencias de prensa del BCE.

De más está decir que el predecesor de Mario Draghi al frente del BCE nunca dijo nada demasiado cercano a un respaldo. Y las compras de bonos que sancionó de mala gana en 2010 y 2011 fueron mucho más tibias que el programa de «operaciones simples monetarias» descritas, con cierto detalle, por Draghi.

Esta vez no hubo decepción

¿Se habla de un BCE que respalde lo suficiente para resolver la crisis en el otoño de 2012, bajo la presidencia de Draghi?

En un principio, algunos en el mercado financiero parecían tener sus dudas. La reacción inmediata al anuncio de Draghi fue que la gente vendió euros, y el valor de la moneda cayó. Pero los mercados bursátiles han dado un salto desde el final de la conferencia de prensa, lo que sugiere que –por una vez– el BCE no ha decepcionado.

El presidente del BCE habló, una y otra vez, acerca de la condicionalidad –acerca de las cuerdas que mantendría unidas las compras de bonos nuevos. Y, por si acaso, reveló que el BCE buscaría la participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la elaboración de los términos de esa condicionalidad.

Eso lo hace sonar como que las Operaciones Monetarias Simples (o OMT, por sus siglas en inglés) serán difíciles de conseguir para los países. Y fáciles de perder.

Tal vez. Pero deberíamos recordar que «la participación del FMI» no significa exactamente lo que solía significar. Para la elaboración de los programas de rescate de Europa, han sido la Comisión Europea y los gobiernos los que han insistido con los más duros términos.

En comparación, el personal del FMI ha sido las palomas, al pedir cronogramas más lentos cuando se trata de reducir déficit presupuestarios y un mayor foco en el crecimiento. El presidente del gobierno español Mariano Rajoy habrá notado que éstos han presionado especialmente por dar con una vía más lenta en la reducción del déficit en España.

La compra de bonos soberanos por parte del Banco Central Europeo reducirá los costos de endeudamiento de los países de la eurozona. Su presidente, Mario Draghi, precisó que el plan serviría de mecanismo de contención efectiva a la crisis.

También debemos recordar lo que Mario Draghi no dijo. No dijo que habría límites a las compras. Y no dijo que el voto fue unánime. El consejo de gobierno del BCE avanzó con este programa, a pesar de la oposición de Alemania. Y lo hizo, a pesar de la evidente incomodidad al interior de la institución de ser, incluso, una parte de un programa que muchos sienten como que el banco central está dejando a gobiernos derrochadores e imprudente inversores privados por fuera.

Si usted fuera Mario Draghi, también hablaría mucho de condicionalidad. También diría, una y otra vez, que el banco central no comprometería su independencia. Incluso hasta el punto, algunos dirán, de protestar demasiado.

Algunos en los mercados financieros estarán decepcionados de su desempeño. Ellos –y muchos gobiernos– estarán sin dudas decepcionados de que le tomara mucho tiempo al BCE ponerse al bate. No debemos olvidar que muchos de la línea dura –dentro y fuera del BCE– también se sentirán profundamente decepcionados.

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