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Punto de partida de la RSE: Pagar sueldos justos y a tiempo

Lamentablemente hay muchas empresas que pagan a sus proveedores a 60, 90 y 120 días plazo, cuestión que no cabe duda, ahoga a una parte importante de los emprendimientos que no pueden convertir sus servicios, trabajo y activos en dinero.


Muchas empresas están preocupadas de la imagen que proyectan en cuanto a su Responsabilidad Social Empresarial y hacen esfuerzos en este sentido. Invierten en talleres y programas sobre promoción del emprendimiento, buscan beneficiarios de programas propios en la comunidad del entorno de la empresa y otras se preocupan de los espacios públicos. Pero la Responsabilidad Social Empresarial tiene un punto claro de partida: comienza por casa. Por lo tanto, lo primero es pagar sueldos justos y a tiempo.

Si pensamos en este primer escalón, para ser una empresa socialmente responsable, cabe también entender y medir las consecuencias sociales y económicas de sus acciones en el entorno de su giro. Así, pagar a los proveedores las retribuciones acordadas en los tiempos justos pasa a ser una conducta fundamental en el entramado de actores involucrados. Hay empresas que tienen cientos de proveedores que contribuyen a que la empresa entregue un servicio de calidad a sus clientes.

Lamentablemente hay muchas empresas que pagan a sus proveedores a 60, 90 y 120 días plazo, cuestión que no cabe duda ahoga a una parte importante de los emprendimientos que no pueden convertir sus servicios, trabajo y activos en dinero. Todos sabemos que las Pymes necesitan liquidez porque son el principal empleador del país, porque necesitan funcionar, porque deben cumplir con acreedores bancarios y si no cuentan con recursos para, a su vez, pagar remuneraciones a tiempo, gran parte del mercado laboral se vuelve precario, de peor calidad.

¿Cuántas veces he escuchado a unos ejecutivos de la empresa hablar y divulgar progrmas de RSE y a otros –según sus propias palabras– buscar como “apretar” a los proveedores? “Total están sonados. ¿A quién más le van a vender? Aprétalos no más”.

Por ello, es loable y pertinente que el Ministerio de Economía haya llevado adelante la iniciativa Sello Propyme, poniendo el foco en el sentido correcto. Este sello, que se le entrega a grandes empresas que cumplan con pagar a sus proveedores en un máximo de 30 días, permite incentivar el alivio de caja de las empresas de menor tamaño y al mismo tiempo visibilizar a las grandes que tengan la voluntad de contribuir a una economía más sana. Ojalá muchas empresas se sumen a esta certificación, pero también ojalá que de un incentivo voluntario el país rápidamente se atreva con una política clara y decidida en el mismo sentido.

Todo esto apunta a que ha llegado la hora de revisar la Responsabilidad Social Empresarial y partir por una: que ponga la confianza mutua en la primera línea. Primero, confianza al interior de la propia empresa con sus trabajadores y proveedores. Y luego, confianza con el entorno.

No se puede construir RSE sólo desde la empresa, se debe construir con la comunidad, en conjunto. Mucho antes de ejecutar proyectos, éstos deben estar cimentados en lazos de confianza para así obtener logros que le sirvan también a  la comunidad y no que respondan a lo que la empresa “cree” que la comunidad necesita..

Hace muchos años, cuando el Programa SERVICIO PAÍS de la Fundación Superación de la Pobreza comenzó a trabajar con una corporación de desarrollo conformada por un conjunto de empresas, nos criticaron por la demora en proponer proyectos para ser financiados. Pero respondimos que necesitábamos un tiempo razonable para que nuestros profesionales pudieran insertarse en la comunidad y establecer las confianzas necesarias. Hoy ese proyecto de cooperación ya lleva más de diez años y sigue viento en popa con la ejecución de dos nuevos proyectos, y un sólido puente de confianzas mutuas construido entre la empresa, la sociedad civil y la comunidad.

RSE no es solo hacer el bien, financiar proyectos o donar fondos para una causa justa. La verdadera RSE es entender que la empresa es un actor social relevante, que tiene una responsabilidad con respecto a lo que sucede en la comunidad en la que está inserta y que parte de esa comunidad, también la conforman sus trabajadores y proveedores.

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