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Simce, a 30 años de logros reales


Por Fidel Bennett y Mathieu Pedemonte, Investigadores Departamento de Estudios ONG El Ayllu

Durante 2011, en medio de las movilizaciones estudiantiles, se planteó la idea de que conseguir una educación de calidad al alcance de todos requería de esfuerzos enormes, gigantes. El Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE) nos ha mostrado el porqué.

A partir de los datos publicados por el MINEDUC, se pueden obtener interesantes resultados. Mientras durante los años anteriores se vieron importantes avances en Lectura, en 2011 se rompió con la tendencia histórica y el puntaje de Matemática para 4° básico aumentó significativamente en seis puntos. También se acortó la brecha entre ricos y pobres – grupo socioeconómico Alto y Bajo, según Índice de Vulnerabilidad –, ya que se mantuvieron las alzas de años anteriores por parte del grupo Bajo, al mismo tiempo en que bajaron levemente los puntajes promedio del grupo Alto. La misma situación se puede observar entre colegios municipales y particulares para las pruebas de Lectura y Educación Matemática.

Sería de ciegos no ver que durante los últimos años ha habido avances en materia educacional. Estos avances encuentran sus principales responsables en la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP) y el aumento de la cobertura de educación preescolar en los sectores más pobres del país. Y así lo comparte el Ministro Beyer: “Para nosotros no son casualidad los resultados que estamos observando porque son producto de un conjunto de políticas que buscan generar más calidad y equidad (…) Todo esto produce resultados y estamos convencidos de que seguirán siendo positivos en el mediano y largo plazo”.

Más en el largo que en el mediano plazo, Ministro.

Según nuestro análisis, primero debemos saber qué representan los puntajes. Cuando observamos los niveles de logro de los estudiantes en la prueba SIMCE, controlando por dependencia del establecimiento educacional y por grupo socioeconómico, obtenemos resultados sorprendentes. En el agregado para la prueba de Lectura de 4° básico, uno de cada tres niños presenta retraso en las habilidades y conocimientos esperados para ese año. Los alumnos y alumnas en este nivel no alcanzan una comprensión de los textos leídos que les permita extraer información explícita fácil de encontrar, realizar inferencias claramente sugeridas, reconocer algunos aspectos de la situación comunicativa u opinar sobre el contenido de textos que le son familiares. De igual manera, para la prueba de Educación Matemática, nuevamente un tercio de los estudiantes chilenos no demuestran el conocimiento esperado para su edad. En el nivel Inicial el estudiante no presenta dominio de los números naturales para identificarlos, ordenarlos o para cuantificar. No comprenden totalmente información cuantitativa presentada en formatos simples ni realizan cálculos simples con números naturales.

Agreguemos a esto el hecho de que a medida que vamos desde el grupo socioeconómico Alto al Bajo el panorama empeora dramáticamente: un tercio de los establecimientos clasificados como GSE Bajo obtiene en promedio un puntaje de nivel Inicial en Lectura, mientras que sólo el 0,81% de los GSE Alto obtienen el mismo promedio. Los resultados para las pruebas de 8° básico empeoran, señalando que los primeros años son claves y que las diferencias se van acrecentando a medida que pasa el tiempo. Basta con decir que un 65% de los niños de este curso presenta nivel Inicial, es decir, conocimientos y habilidades por debajo de las esperadas.

Estas estadísticas construyen una línea base que demuestra que los resultados aún son muy insatisfactorios y que las diferencias aún son abismantes. La mitad de los niños en Chile no tiene los conocimientos ni las habilidades acordes con el año que cursan en alguna asignatura, cifra que aumenta considerablemente cuando se trata de los grupos más vulnerables.

Entonces, ¿cuándo vamos a poder decir que la educación chilena está en buen pie? Nuestra opinión es: cuando no hayan niños que estén uno o dos años atrasados respecto a sus pares. Para descubrir esto generamos un nuevo cálculo y observamos cuánto demorará Chile en conseguirlo. Para evitar suspicacias y “excepciones”, tomamos el promedio del 1% de los establecimientos con más bajo puntaje por prueba y calculamos una tasa de crecimiento (o decrecimiento) de los puntajes, también por prueba, mediante una media de los últimos diez años. Según esto, Chile demorará 29 años en conseguir resultados satisfactorios en Lectura y 33 años en conseguir resultados satisfactorios en Matemática. Sin duda, estaríamos sacrificando a miles de niños durante años si no doblamos o triplicamos esfuerzos hoy.

Un último punto para entender a cabalidad la crisis del sistema educacional chileno es que han quedado fuera de todo análisis aproximadamente dos mil establecimientos educacionales a lo largo del país – que equivalen al 25% del total –. Esto principalmente porque la asistencia a rendir la prueba SIMCE fue muy baja como para que sea pertinente obtener un promedio. Según nuestros cálculos, estos colegios son en su mayoría – aplastante – pertenecientes al nivel socioeconómico bajo, rurales y de dependencia municipal. A simple vista y con los datos anteriormente presentados, podemos concluir que no se trata de colegios con altos puntajes, sino de establecimientos con puntajes bajísimos. Al sacarlos de la muestra, se sesgan hacia arriba los resultados nacionales, se sobrestiman. Además, no estamos considerando a los más de 98 mil niños que han desertado de la escuela y nadie los ha podido medir.

Es necesario redoblar el paso en educación. Hacer esfuerzos mayores a los que se han hecho y los que se están planeando para ser un país serio, democrático y moderno que brinde educación pública, gratuita y de calidad pronto.

No en el largo plazo, donde, como dijo Lord J. M. Keynes, estaremos todos muertos.

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