Una tragedia humana que no tiene comparación con ninguna otra: así la calificó el primer ministro portugués, António Costa.
Desde el sábado más de 1.000 bomberos han estado tratando de apagar el devastador fuego en el que han muerto al menos 64 personas.
Muchas de las víctimas murieron calcinadas dentro de sus autos mientras intentaban escapar de las llamas.
Las desoladoras imágenes de un dron muestran una carretera cubierta de cenizas con los esqueletos de los vehículos quemados.
El mortífero incendio forestal se propagó rápidamente ayudado por fuertes vientos. Las autoridades creen que un rayo pudo haberlo originado.
La zona más golpeada fue Pedrógão Grande, en el centro del país. Pero según reportan medios locales también se extendió a las regiones de Coimbra y Castelo Branco.