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La inteligencia a favor de la gestión del Estado

Cuestionado por el equipo central de Bush, el director de la CIA probablemente no salga en esta coyuntura, pero no formará parte de una posible próxima administración del presidente. Nadie duda de su lealtad, pero el alto profesionalismo que ha propagado en la agencia, claramente, ha sido un obstáculo para justificar a toda costa la guerra en Irak.


No sólo en los EEUU el episodio Irak 2003 continúa provocando efectos colaterales múltiples. También el fenómeno se expande en una mayoría de países involucrados en la operación con diversos grados de compromiso. A raíz de la ausencia de evidencias sobre armas de destrucción masiva, la función de inteligencia norteamericana se somete a un nuevo período de drásticas revisiones.



En el Reino Unido está ocurriendo lo mismo. Son las dos superpotencias que lideraron la invasión. Los "pescados más chicos" ya involucrados y los que desean involucrarse en la aventura Irak, podrían imitar el buen ejemplo de los grandes, sobre todo antes de comprometer identidades y capitales más concretos en una operación cada vez más cuestionada.



Lo primero que George W. Bush estudia en la rutina diaria -después de los titulares de la prensa y su análisis- es el dossier de la CIA.



La investigación sobre las armas de destrucción masiva, ha puesto a George Tenet, el director de la CIA, otra vez en el centro de la noticia. La primera vez fue en febrero de 2003, cuando señaló que no existían evidencias que justificaran la invasión. Entonces estuvo a punto de salir del equipo Bush, y sus confrontaciones con Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, han sido legendarias.



Cuestionado por el equipo central de Bush, por ser un tibio aliado debido a sus cuestionamientos en el plan de ocupar Irak, fue siempre un candidato a salir de la administración. Según Newsweek y Herald Tribune, por ejemplo, Tenet no puede salir en esta coyuntura, pero no formaría parte del equipo de la próxima administración Bush. Nadie duda de su lealtad al equipo de Bush, pero el alto profesionalismo que ha propagado en la agencia claramente ha sido un obstáculo para las prácticas utilizadas en justificar una invasión a toda costa.



Una reforma pendiente



La CIA es quizás el organismo más poderoso del mundo, tanto por el volumen como por lo sensible de la información que entrega, pues de ella dependen más de un 50 por ciento de las decisiones de la Casa Blanca en materia de seguridad.



Aunque el organismo de seguridad ha estado sometido a un proceso de reforma desde la caída del "imperio soviético", ahora que éste no existe es el ambiente multidimensional de amenazas el que no ha permitido diseñar un modelo de agencia acorde con las demandas.



En la historia de la CIA pende más el legado de un alto nivel de promiscuidad entre la demanda de la tarea política que le imprime la presidencia, que las funciones de inteligencia propiamente tales. Claro que este fenómeno de promiscuidad no es exclusivo a este ámbito.



Según John Gentry, un ex analista de la CIA, un permanente trasvasije de funciones estrictamente políticas en el ámbito tecnocrático de las labores propiamente de inteligencia durante los peaks de la antigua Guerra Fría, deterioraron la capacidad profesional del organismo. Gentry, en un trabajo presentado al Comité de Inteligencia del Senado en 1995, plantea que el paradigma en el trabajo de la inteligencia cambió radicalmente.



El cuestionamiento apunta a si el servicio de inteligencia debe enfocar su trabajo sobre la base de las necesidades de las políticas de Estado, o sobre las percepciones que los profesionales en inteligencia tienen de lo que los políticos de turno en el poder quieren escuchar y ver. O sea, habría una política de estado de inteligencia; pero habría dos maneras de llevar a cabo la tarea: una, la que les acomoda los políticos, y la otra, la que les acomoda a los especialistas en el ramo. El trabajo fino quedaría en ese espacio técnico que no está abordado, por ninguna otra tendencia.



El especialista George C. Young, que participó en la operaciones en Vietnam, sostiene que en el caso de Irak nadie está absuelto, ni la Presidencia ni la CIA. "Ambas cayeron en el tira y afloja. Como la decisión de invadir ya estaba tomada, la CIA tampoco tenía información sólida para demostrar que no se debía invadir con el argumento de las armas".



Un vieja contradicción



El Estado y una estructura disidente: la inteligencia. Este es probablemente el núcleo de un problema que no fue resuelto en el tiempo y que explotó con graves consecuencias en la operación para invadir a Irak.



Tenet puede ser el chivo expiatorio de problemas más profundos que probablemente la investigación en un año de elecciones no va a profundizar. Las responsabilidades son latamente compartidas entre el equipo presidencial y las agencias de inteligencia. Además, está la interferencia permanente de las células de inteligencia montadas por Donald Rumsfeld desde que asumió el Pentágono y sobredimensionadas a raíz del 11 de septiembre.



Una investigación en un ambiente eleccionario, sujeto a las distorsiones ambientales diarias por una guerra que continúa, no es más que un bálsamo de aparente fiscalización, en un dispositivo de Gobierno que no admite el error político de una decisión tomada con anticipación para invadir Irak.



La decisión, en parte tomada independientemente de las fuentes de información, y la desconfianza por parte de los asesores presidenciales hacia la llamada "comunidad" de agencias de inteligencia, han contribuido, además del factor político, a iniciar esta investigación.



Esa desconfianza no es por las posibles fallas de la información, sino que se concentra más en el rol independiente que algunas agencias, sobre todo la CIA, han debido mantener para no perder el último bastión de credibilidad profesional, ante la avalancha del quehacer político.



Después de la caída de la ex URSS, la CIA es la que ha iniciado el fuerte proceso de reformas que otros organismos del estado en los EEUU no han asumido. En el trabajo de John Gentry se destila claramente que los órganos de la presidencia funcionan aún en clave de vieja Guerra Fría, y eso ha impedido que la CIA complete su proceso de reforma.



Los resultados de la operación Irak parecerían darle la razón a Gentry, pero eso no bastaría para sustentar la lucha de Tenet por mantener la profesionalización de su oficio, por lo menos hasta ahora.



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