Este año las cosas son muy diferentes en este Estado que reparte poco más de 30 delegados, ya que por él no sólo se han paseado los candidatos, sino que también ha recibido la visita del ex presidente Bill Clinton, en un intento de hacer valer, en favor de Hillary, su buen nombre entre los afroamericanos.
La gran batalla por la candidatura presidencial demócrata que libran Barack Obama y Hillary Clinton produce situaciones inusitadas como, por ejemplo, que las primarias que este martes se celebran en Misisipi sean «importantes».
Nunca antes en su historia los candidatos a la presidencia, ni demócratas ni republicanos se habían esforzado por captar el voto en un Estado que, con poco más de 30 delegados por cada partido, celebra sus primarias en un momento de la campaña en el que tradicionalmente el candidato está decidido.
Pero este año las cosas son muy diferentes y no sólo se han paseado por este estado sureño los candidatos, sino que también ha recibido la visita del ex presidente Bill Clinton, en un intento de hacer valer, en favor de Hillary, su buen nombre entre los afroamericanos.
Sin embargo, no parece que Hillary, con o sin el tirón de Bill, vaya a conseguir ganar a Obama en este lugar donde las encuestas dan al senador afroamericano como el gran favorito, ya que el 70 por ciento de los demócratas registrados para votar en la presente jornada son negros.
Misisipi es el estado con mayor número de afroamericanos del país -son el 36 por ciento de la población, según el censo de 2000- y quizás por eso su nombre evoca, aun ahora, los peores tiempos de la segregación racial en EEUU.
Las heridas de la segregación están probablemente superadas en muchos campos, pero no deja de sorprender que en los últimos 32 años, Misisipi no haya votado nunca por un candidato demócrata a la presidencia.
Esto refleja que su mayoría blanca es conservadora y que la población negra, todavía, no consigue marcar las pautas del Estado.
Por eso, en opinión del profesor de ciencias políticas de la Universidad estatal, Marty Wiseman, Misisipi vive hoy un momento muy especial.
Según explicó Wiseman a CNN, para los votantes de este estado, que solo fue noticia nacional por sus tremendos episodios de segregación racial, esta primaria demócrata, con todo el interés nacional que acarrea, representa la posibilidad de alterar viejos estereotipos y hacer oír su voz.
Es de esperar que en este ambiente Obama se haga hoy con la mayoría de los 33 delegados que Misisipi llevará a la Convención Demócrata de Denver, en agosto, a pesar de que la campaña de Hillary piensa que, aun así, obtendrá unos resultados «más que decentes».
Los dos candidatos se han volcado en hacer campaña en distintos puntos del estado pero, sin duda, Barack Obama es quien más se ha esforzado por hacer llegar su voz ante una población que escuchaba rendida cómo, por primera vez con posibilidades reales, «uno de los suyos», una persona de color, habla de llegar a la Casa Blanca.
Obama, por tanto, no pudo encontrar mejor lugar para rebatir la idea de Hillary Clinton de que el senador afroamericano podría ser un magnífico candidato a la presidencia, en una papeleta en la que ella fuera la titular.
«No me presento a vicepresidente. Me presento a presidente de Estados Unidos», dijo el senador afroamericano en un acto electoral en el que sus palabras resonaron con especial eco y cautivaron aun más a una audiencia ya entregada.
Y el motivo del «no» de Obama fue claro: «No entiendo cómo alguien que está en el segundo lugar le ofrece la vicepresidencia a la persona que ocupa el primer lugar».
Para él, no tiene sentido que Hillary sugiera que él no está listo para ser presidente y después afirme que podría ofrecerle el puesto que, de hecho, podría convertirlo en presidente si le pasara algo a ella.
«Si no estoy listo, ¿cómo es eso de que sería un gran vicepresidente?», afirmó, en medio de aplausos.
Pero analistas políticos como Candy Crowley, de CNN, creen que la afirmación de Hillary no fue fortuita.
«Si se sugiere a votantes a los que les gusta el mensaje de cambio y esperanza de Obama, pero que pueden tener alguna duda sobre su experiencia, que pueden tener ambas cosas» (…) puede que el mensaje cale. Y esa es, en opinión de Crowley, la razón por la que Hillary lanzó la idea.
De cualquier forma, en estos momentos, Obama tiene en su haber 1.553 delegados y Hillary 1.438 y, por tanto, es previsible que ninguno de los dos consiga hacerse, de aquí al final de las primarias, con los 2.025 delegados que necesita para convertirse en el candidato demócrata a la Casa Blanca.
Por tanto, la lucha continuará hasta el final, estado por estado.
EFE