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El fin del romance entre Evo y el pueblo boliviano

Se ha dicho que la popularidad del mjandatario altiplánico ha bajado dramáticamente y que por esto ha hecho declaraciones sobre la demanda marítima. ¿En qué está la situación interna? ¿Es tan crítico el nivel de desaprobación hacia el Jefe de Estado indígena? Diferentes actores relacionados con la política boliviana y un analista internacional chileno dan su veredicto.


Varios taxistas se pasean alrededor de una hilera de hombres y mujeres sentados en medio de la calle. Esperan a turistas que quieran intentar pasar por alguna calle hacia el terminal. Piedras, neumáticos y bloques de metal se interponen entre los buses que ven cómo sus pasajeros bolivianos se bajan tranquilamente para caminar. Pero los turistas se pasean inquietos de un lado a otro, sin saber qué hacer, tal vez se preguntan por qué no llega la policía a terminar con el bloqueo.

Cuesta comprender lo que sucede tras la frontera que se dibuja en los mapas cuando se habla de la crisis boliviana y más cuando se dice que Evo Morales, el mismo que en 2005 entró triunfal a la Casa de Gobierno, ha dejado de ser apoyado. Las encuestas desde principios de este año arrojan que un 67% reprueba el mandato de Evo. Pero una cosa son las encuestas y otra lo que realmente sucede con la percepción interna de un país hacia su presidente.

Imagínese que en las próximas elecciones en Chile ganara un presidente mapuche. Sebastián Piñera entregando la banda presidencial con una trapelacucha a modo de prendedor a su sucesor. Así de difícil puede resultar plantearse el entender la situación interna de un país que no es el nuestro.

La nueva clase media

Evo es uno de los presidentes que ha traído mayor estabilidad institucional. “Hemos tenido casi más gobiernos que años de independencia”, recalca con ironía Fernando Calderón, cónsul de Bolivia en Chile, y agrega que “Morales es un mandatario que ha impulsado un proceso de cambio, la revolución en democracia y aunque esté bajo en las encuestas, hay que recordar que estas se hacen en zonas urbanas y Evo tiene su máximo de apoyo en los sectores rurales”.

Calderón afirma que hay una nueva clase media emergente en el país y es justamente la que está descontenta. Se refiere a la clase de los indígenas que emigraron a las urbes (les llaman cholos), que ahora trabajan en la ciudad y han aumentado sus demandas. “Las medidas sociales que ha promovido Evo van más lento que las necesidades de la población”, dice Calderón. “Es justamente en las ciudades donde se concentran las manifestaciones por el descontento”.

Históricamente los bolivianos “han salido a la calle”. En los caminos, las cholitas se plantan con los niños en sus espaldas y se sientan en medio del asfalto para bloquear el paso de las rutas viales estratégicas. Neumáticos, palos, piedras y todo lo que sirva se usa para impedir el paso y manifestarse. Cada vez que hay movilizaciones masivas, es regular que se corten las calles y que haya protestas que generalmente no son disueltas por la policía. Este año no ha sido distinto en cuanto a las protestas por el “gasolinazo” o el alza del pasaje ¿Cuál será entonces la diferencia de la inestabilidad que se nombra en Bolivia en lo que va de este año?

Bolivia, “un pueblo anárquico”

Los conflictos que ha habido en Bolivia han tenido momentos críticos, como el llamado “gasolinazo” a principios de año. Mladen Yopo, analista internacional chileno, explica que “este fue un hito que contribuyó al descontento de la población con el gobierno. Consistió básicamente en que por falta de inversión de las transnacionales en la industria de petróleo, subieron los precios y se cortó la subvención”. Aunque esta medida fue abolida tras las manifestaciones que amenazaron la estabilidad del país, los precios aún se mantienen en niveles altos en comparación a años anteriores. Y Bolivia sigue en manifestaciones.

[cita]El cónsul de Bolivia en Santiago afirma que hay una nueva clase media emergente en su país y es la que está descontenta porque “las medidas sociales que ha promovido Evo van más lento que las necesidades de la población”.[/cita]

Juan Marín, es boliviano y actualmente trabaja en el área de política de un centro cultural emblemático de Cochabamba (mARTadero). Él explica la situación que detonó el “gasolinazo” de la siguiente manera: “hubo un profundo quiebre social. Con el decreto se elevaba alrededor del 75-80 % del precio del diesel y la gasolina, a la par que incrementaba un 20 % el salario para sólo una parte de los empleados públicos. Presentando un discurso escueto, el gobierno, no pudo justificar su medida”. El alza de precios fue inminente y diversos sectores  sindicalizados –agrupados en la Central Obrera Boliviana–, con excepción del campesinado, emprendieron solicitudes intensas de incremento salarial. Bolivia salió a las calles.

“En Bolivia existe una cultura de ‘pelear por los derechos’ y protestar contra lo que no se está de acuerdo. El pueblo boliviano es muy anárquico, si quiere que cambie algo, harán todo lo que esté a la mano para impulsar ese cambio”, asevera el cónsul altiplánico, quien ejemplifica con un hecho que retrata el carácter de los bolivianos al momento de manifestar su desaprobación. “A la embajada de EE.UU. en Bolivia, la apedrearon una y otra vez hasta que no quedó una sola ventana. Cambiaban los vidrios y volvían a romperlos”. Y por supuesto, no es una protesta contra cualquier embajada, “los bolivianos tienen claro el simbolismo que esa acción representa”.

Conflictos actuales y la “eliminación” del Libre Mercado

El reciente 1 de mayo, Evo Morales hizo el anuncio del reemplazo del decreto 21060, que hace alusión a las materias de libre mercado y que se relaciona con la privatización de las empresas, cláusula que estaba vigente desde 1985. Sin embargo, hay consenso en torno a que esta medida necesita de la modificación de otras leyes relacionadas y que la eliminación en la práctica requiere de un proceso.

“Las crisis que afectan actualmente a Bolivia tienen que ver con situaciones laborales y salariales, y esto recae sobre el gobierno, porque en Bolivia hay un alto porcentaje de fuerza laboral dependiente del Estado y esto no se resuelve con la eliminación de un decreto”, afirma Yopo, quien por otro lado, añade que “ningún país ha logrado suprimir por completo las tendencias del libre mercado. Ni siquiera Cuba o en otros tiempos, la URSS, dejaron de realizar transacciones de mercado”.

Marín confirma la explicación de Yopo y recalca que la matriz de los conflictos bolivianos tiene mayor relación con temas económicos que con una deslegitimación puntual del mandato de Evo Morales. “El salario no está de acuerdo a la canasta familiar (en el país se estima ésta con un valor de 8 mil bolivianos), cuando el salario mínimo mensual está establecido en 815 Bolivianos (unos 116 dólares)” y este parece ser el principal eje que desencadena las crisis en el país limítrofe, en conjunto con el alza del pasaje, ya que es el área transportista la que es capaz de paralizar las actividades económicas al momento de hacer paro.

Baja la popularidad, ¿sube el nivel del mar?

Efectivamente cuando hay debilidades y fracturas institucionales en Bolivia, se podría tender a decir que la demanda marítima aparece como un tema que convoca a la mayoría del pueblo boliviano. “Pero se deben considerar las diferencias culturales y el desconocimiento de los detalles de la situación interna del país”. Mladen Yopo señala que las cifras sobre la baja popularidad del mandatario “no dan cuenta de una situación irreversible, ya que Evo Morales es y seguirá siendo, al menos en lo que se prevé, el presidente más representativo de la cultura étnica boliviana. Actualmente, no hay otro liderazgo que contrapese la imagen de Evo Morales”.

Las encuestas desde inicios de 2011 han mostrado en cifras la baja de popularidad de Evo Morales y ante esta situación, políticos chilenos, declararon la vinculación de este descenso de la figura de Evo Morales con la mención del tema marítimo. Sin embargo, vemos que la situación boliviana tiene diferentes ejes que se articulan en torno a una figura de Morales que sigue en pie, con el apoyo de la clase rural y con una estabilidad institucional que lo respalda al menos desde una perspectiva de continuidad.

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