¿Qué peso tendrá el desencanto en las elecciones en Grecia?

Los sondeos de opinión auguran que los comicios que se celebran este domingo estarán reñidos: ni Syriza ni Nueva Democracia, las formaciones principales, lograrán una mayoría absoluta. Los indecisos, desencantados con la clase política, serán la clave.

Desilusión, decepción y apatía son las palabras con las que se describe el ambiente general en el que votan este domingo los griegos.

El gobierno que salga de estas elecciones deberá ejecutar el tercer rescate económico, después de que el partido en el gobierno, Syriza, perdiera su mayoría parlamentaria.

La desilusión se percibe en la calle, dicen los periodistas enviados a cubrir los comicios, y con ellos coinciden los expertos y analistas.

Además, las encuestas parecen confirmarlo, al señalar que el 20% de los que pueden votar siguen indecisos o se inclinarán por la abstención.

En parte se debería al hastío electoral.

Y es que es la tercera cita con las urnas en lo que va de año, y las quintas elecciones generales desde 2009.

«Sin embargo, no creo que ese sea el principal motivo de la desilusión», dice la periodista española Irene Hernández a BBC Mundo, por teléfono desde Grecia.

«A cuatro meses de las elecciones, el 5 de julio, tuvieron el referendo y la gente acudió en masa e ilusionada», recuerda.

La participación entonces fue del 62,50%, similar a los comicios generales de enero, y el resultado fue un rotundo rechazo a las condiciones del rescate propuesto por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.

«El griego es un pueblo muy ideologizado, muy politizado. No se cansan de discutir de política», explica Hernández.

«Pero ahora lo que pasa es que no hay propuestas. Los programas de los partidos principales son iguales en un 99% y los ha dictado Bruselas».

Y esa falta de propuestas hace que muchos aún no se hayan decidido por ninguna de las formaciones.

Indecisos decisivos

Sin embargo, el analista político Dimitris Rapidis no cree que terminen absteniéndose tantos.

El director de la organización Bridging Europe piensa que el número de indecisos disminuirá a medida que se acerquen los comicios. «Creo que la mayoría irá a votar», dice a BBC Mundo.

Lo que sí tiene claro es que esos indecisos serán los que decidan estas elecciones anticipadas.

Y es que la mayoría de los sondeos de opinión muestran empatados al gobernante Syriza y el principal partido conservador, Nueva Democracia.

Otras encuestas dan a una ligera ventaja a una u otra formación, pero ninguna de ellas les augura una mayoría absoluta (151 escaños de los 300 que tiene el Parlamento).

Una gran parte de los indecisos hay que buscarlos entre los que votaron a Syriza en enero.

¿Pero castigarán ahora a un partido que giró hacia el centro?

«Syriza ya fue castigado», sentencia Rapidis.

Según las encuestas, en estas elecciones andará lejos del 40% de los votos que obtuvo por su promesa de combatir las políticas de austeridad presupuestaria exigidas por los acreedores europeos del país.

Aunque sigue siendo una gran fuerza, matiza el experto.

Su líder, Alexis Tsipras, dimitió como primer ministro el mes pasadotras aceptar un nuevo rescate con una gran carga de austeridad, ante la fuerte presión de Alemania y otros acreedores.

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El último programa de rescate fue ratificado en agosto. Ofrece a Grecia 86.000 millones de euros (US$94.000 millones) en cinco años a cambio de que se apliquen fuertes recortes de gastos, subidas de impuestos y amplias reformas económicas ordenadas por el resto de la eurozona y el Fondo Monetario Internacional.

Además, Syriza sufrió una escisión y 25 de sus miembros pertenecientes al Consejo de los Helenos (Parlamento) pasaron a formar Unidad Popular, un partido que aboga abiertamente por una salida del euro y el retorno del dracma, liderado por Panayotis Lafazanis.

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Alianzas improbables

Ante este panorama, muchos griegos preferirían que el gobierno estuviera compuesto por una amplia coalición.

Así lo señalaba el sondeo del centro de estudios Bridging Europe publicado el 4 de septiembre, y añadía otros indicadores de la apatía generalizada: el 73% de los encuestados se declaraban insatisfechos con las propuestas de los partidos; el 38% está convencido de que habrá una segunda vuelta; y el 53% querían que el próximo gobierno esté formado por «no profesionales» de la política.

Por su parte, el líder de Nueva Democracia, Evangelos Meimarakis, ya ha planteado sacar a Grecia adelante «entre todos».

Y le ha tendido la mano a su principal contrincante, Tsipras, quien por el momento la ha rechazado.

Preguntado por esa posibilidad, el analista Rapidis descarta el pacto. «No es el escenario más probable».

Su primera apuesta es una discreta victoria del partido de gobierno y una coalición con el centrista To Potami. Aunque también menciona otra posibilidad, la de que gane Nueva Democracia.

La periodista Irene Hernández coincide con él en lo improbable de una alianza Syriza-Nueva Democracia o una más amplia.

Además remarca el «riesgo» de que Amanecer Dorado se convierta en la única oposición en el Parlamento.

«Bueno, en cierta forma ya lo es», añade. «Fue la única fuerza que se opuso al tercer memorándum (el Memorándum de Entendimiento con Grecia, el que regirá el tercer rescate)», recuerda.

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Según ella, los grandes partidos «deberían tener en cuenta que hay neonazis entre sus filas y que podrían lograr hasta 37 diputados».

Su logo es parecido a la esvástica, tiene un mensaje antiinmigración y nacionalista, y su secretario general, Nikolaos Michaloliakos y prácticamente toda la cúpula ha pasado los últimos meses en prisión por presunta pertenencia a organización criminal.

Michaloliakos salió de la cárcel en marzo tras cumplir el tiempo máximo de 18 meses que establece la legislación para la prisión preventiva, pero sigue en arresto domiciliario.

De momento las encuestas señalan que tendría entre un 7% y 11% del apoyo.

También adelantan un Parlamento fragmentado, en el que irrumpirían nuevos partidos.

Y todo será consecuencia del desencanto, la desilusión, según los expertos.

Pero Hernández añadiría una palabra más: resignación.

«‘Todos son iguales’, esa es la sensación general», dice.

«‘Votemos a quien votemos, vamos a seguir apretándonos el cinturón. A seguir con la austeridad. A seguir sufriendo’. Eso es lo que piensan».

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