Cada vez que se quiere sacar el trasero a la jeringa muchos empiezan a comentar, hablar y debatir cuestiones que parecen abstractas, las cuales en el fondo no lo son pero son muy útiles para el propósito de emborrachar la perdiz.
Modelos, ideologías, propuestas y proyectos se discuten y proponen como ideas en sí mismas y como si estuvieran a leguas de la realidad, cuando son términos que deben estar referidos no solo a lo que hace la ciencia política, sino a la realidad de lo cotidiano.
Para poner un ejemplo que está a menos de una hora de vuelo, parece que la caricatura de explicación que inventaron los medios de prensa para explicar la tragedia de Argentina va a quedar como la única. Me resisto a creer que se quiera hacer de la idiotez una escuela de pensamiento, o que en complicidad temerosa con el sistema, nuestros analistas no quieran ni siquiera tocar las raíces mas profundas y verdaderas.
Se sabe de los robos y otras cosas menores, pero se insiste en negar la participación activa del FMI y su aliado, el Banco Mundial, en el desarrollo de esta crisis que no parece tener indicios de salida. Mas aún, se usa la terminología folclórica que usó Domingo Cavallo en sus últimos días de poder, y parece que todo está reducido a la disputa «corralito financiero vs. ahorristas enojados». ¿Nadie se atreve a decir que fracasó el modelo? Parece perogrullada, pero así es.
La revista Newsweek editó una portada con el rostro de Toledo, presidente de Perú, acompañado por el título «¿En que falló?», mientras suenan tambores de guerra en Colombia y asistimos a un golpe y contragolpe en Venezuela que casi desintegraron la claúsula democrática de la OEA y dejaron en muy mal pie la credibilidad del Grupo de Río (lo que en Chile se sintetizó en la destitución del embajador Marcos Alvarez, y nada más).
Sin necesidad de citar otra serie de tragedias, el respeto, vasallaje, adulación al sistema sigue como si nada estuviera sucediendo. Es mejor hablar de frescuras del tipo «paradigma cultural» o «carencia de marco teórico adecuado» para ver si se sigue lucrando de las migajas de un sistema que no ha hecho sino concentrar hasta niveles de locura la riqueza planetaria.
En nombre de esto, y agregando un poco de cinismo renegado, se cometen crímenes a diario. Para no parecer tan abstracto como lo que critico, quiero citar uno solo que ocurre a diario aquí en Chile: la teoría sobre el tamaño del Estado y todas las cosas que se han dicho y dirán se traduce en los hechos en la existencia de mas de un 30 por ciento de empleados fiscales a honorarios, quienes no tienen ningún derecho previsional como no sea el voluntariado, con bajos ingresos en la mayoría de los casos que los obligan a destinar todos sus recursos al consumo familiar y personal sin pago de sistema de salud: en suma, con iguales o menos derechos que los galeotes de la era romana.
Los ministros, los directores, el Presidente, el Contralor, los jueces supremos, todos saben que eso es así. Todos hacen como que no lo ven, y las víctimas deben guardar un silencio de tumba, pues abrir la boca les puede costar el puesto que anhelan decenas de personas en lista de espera. ¿Y luego de todo eso debemos tragarnos además el discurso sobre la crisis valórica?
En España hay una frase popular que resume con sabor una posible reacción: «Pues que se vayan a tomá po’l culo«.
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