Publicidad

Basura, energía y buenos suelos


En Chile la basura hace crisis. De una u otra forma todas nuestras comunas tienen problemas para gestionar el tema de la basura, desde los notables y permanentes conflictos de Santiago, pasando por la actual crisis en Concepción, hasta el borde saturado de basuras del Estrecho de Magallanes, en Punta Arenas.



Chile ha aumentado notablemente su PIB y junto con esto, ha aumentado en mayor proporción la producción de desechos mineros, industriales, domiciliarios y agrícolas. Este notable incremento no ha ido acompañado por planes coherentes respecto de cómo solucionar el fenómeno. Las estrategias actuales han sido coyunturales, malos negocios, corrupción, contaminación y malos manejos.



Aprovechamos entonces la crisis del gas argentino para recordar que de la basura se puede extraer abundante gas de ciudad, tal como lo hizo Santiago desde el vertedero Lo Errázuriz, en un proyecto pionero para América Latina. La cantidad de basura por habitante en Chile se acerca bastante al kilogramo diario. Las estadísticas indican también que de ese kilogramo, la mitad es basura clasificable como orgánica, vale decir, susceptible de fermentar anaeróbicamente (sin aire) y emitir gas metano combustible, conocido como biogás. Chile se da el lujo de botar, desechar y olvidar siete mil toneladas diarias de un precursor energético sumamente interesante.



Demás está decir que son precisamente estas 7 mil toneladas de orgánicos, las que generan los principales problemas de percolados, gases, malos olores, ratones, moscas, cucarachas, bacterias y hongos que hacen crisis en todos los vertederos. Si la población fuese capaz de hacer la simple selección de los materiales que se pudren y los materiales que no; si el camión municipal tuviese dos compartimentos y si la empresa del convertidor, ya no vertedero, tuviese instalada la tecnología para producir biogás de modo seguro y eficiente, éste sería el mejor negocio de la basura. Gana la municipalidad, gana el empresario y gana Chile energía barata, algo contaminante, pero notablemente manejable.



Pero la oferta no termina aquí. Luego del proceso de fermentación y descomposición controlada de la materia orgánica, el resultado es un lodo rico en nitrógeno y otras nutrientes necesarias para fertilizar el suelo. No podemos olvidar que toda esa basura que llamamos orgánica proviene de vegetales y animales que comen vegetales y que todo eso fue retirado de suelo. El suelo ha perdido todos esos nutrientes y es ambientalmente procedente que el lodo fertilizante vuelva al mismo suelo. Esto mejoraría notablemente nuestra agricultura, ayudaría a recuperar ese 66% de suelos erosionados que tenemos en el territorio nacional. Hoy en día esos lodos se pierden, puesto que están mezclados con bicicletas viejas, tarros, plásticos, pilas, pañales y envases de tretrapack.

No es difícil demostrar que el negocio de separar la basura, hacer gas, vender energía y fertilizantes y tener además, los no orgánicos limpios y reciclables, es mucho mejor negocio que la recolección bruta y bestial disposición que hoy en día se estila en nuestras comunas. Ya que estamos en una economía de mercado y sus cultores juran que el mercado resuelve los problemas, entonces bastará con demostrar que se gana más dinero procesando gas y fertilizantes, que acumulando contaminación y millones de toneladas de desechos en terrenos que siempre van a tener problemas, ahora y a futuro.





*Pedro Serrano R. es presidente de la Fundación Terram.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias