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La micropolítica de la continuidad de Sebastián Piñera

Santiago Escobar
Por : Santiago Escobar Abogado, especialista en temas de defensa y seguridad
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Tiene razón Pablo Longueira cuando afirma que no hay relato y que el gobierno está muy lejos del tono épico que alguna vez se pretendió para su mandato como una “nueva forma de gobernar”.


Ya es una marca indeleble de su gobierno. Finalmente este despegó sin una visión estratégica  de desarrollo económico y social, ni de los requerimientos políticos y administrativos que enfrenta el país de cara al Siglo XXI.  El mensaje del 21 de Mayo dejó en claro que el gobierno de Sebastián Piñera, el primero de la derecha después de 50 años, es y será una micropolítica de cosas cotidianas, importantes algunas, obvias la mayoría, de avances y retrocesos, cuyo   curso estará marcado por la continuidad y los intereses de mercado.

Tiene razón Pablo Longueira cuando afirma que no hay relato, y que el gobierno está muy lejos del tono épico que  alguna vez se pretendió para su mandato como una “nueva forma de gobernar”.

El mensaje del sábado pasado  no tuvo ni estructura ni ritmo dramático sobre ninguna cosa en especial, y no fue ni una cuenta ni tampoco un mensaje político. Sobrevoló cifras, algunas dudosas en materia de reconstrucción, subsidios habitacionales y políticas de vivienda; pinceló políticas como cultura, educación, trabajo y otras con una notable propensión al aumento de la burocracia; y un aspecto fundamental como la política fiscal, quedó en la oscuridad. Tiene aciertos en materia de salud, aunque alzas para lo que paga la clase media, reconocimiento político a pueblos indígenas aunque sin mención a la Ley Antiterrorista, y mucho, mucho estadio.

Lo realmente novedoso vino del contexto político en el cual se desarrolló la ceremonia. Las masivas movilizaciones ambientalistas y estudiantiles de los días anteriores marcaron la atmósfera del Congreso Pleno, y centraron el acto en Hidroaysén, la energía y las protestas.

[cita]Tiene razón Pablo Longueira cuando afirma que no hay relato, y que el gobierno está muy lejos del tono épico que  alguna vez se pretendió para su mandato como una “nueva forma de gobernar”.[/cita]

Los desalojos en las graderías y los parlamentarios de oposición – y también de la Alianza en temas determinados como el senador Antonio Horvath respecto de Hidroaysen – marcaron el Mensaje con más interrupciones en los últimos años. Inesperadamente, la información sobre lo que ocurrió en el interior del salón plenario fue censurada por la transmisión oficial de TV, y solo hubo retazos de lo que allí ocurrió. Afuera, lo de siempre y con bombas lacrimógenas.

La lectura atenta de las protestas ciudadanas debiera dejar en claro que, en estricto rigor, ellas corren por fuera de una convocatoria de carácter político o parlamentario. Son más bien la expresión de un malestar ciudadano profundo frente a las autoridades políticas del país por permitir, con acciones u omisiones, un desarrollo salvaje en muchas actividades productivas con profundos daños ambientales. Y cuya responsabilidad, en opinión de la mayoría de la gente, recae tanto en la Concertación como en el actual gobierno.

De ahí que a muchos participantes de esos movimientos sociales les parezca que varios parlamentarios instrumentalizan protestas que se han producido no solo como una movilización contra Hidroaysen, sino como protesta contra toda la elite política, porque este proyecto fue la gota que rebalsó el vaso en cuanto a violación de derechos ciudadanos, tráfico de influencias e incumplimiento de las normas ambientales. Y ahí, son todos responsables.

Explosión de marginalidad y seguridad ciudadana

El mensaje Presidencial tuvo referencias al crecimiento y a la pobreza, pero ninguna a la marginalidad social que presiona en el país, expresión de la cual es la violencia sobre las cosas y las personas que volvió a parecer en las manifestaciones sociales.

El discurso presidencial, extremadamente continuista en materia de seguridad ciudadana, y sobre ideologizado en su percepción de los movimientos sociales, atribuye la violencia a anarquismo político y llama a cualquier protesta “violentismo”.

Es efectiva la tendencia a la deslegitimación del sistema en sectores juveniles y la aparición de núcleos de ideología violenta. Pero lo principal no está ahí, pese a los intentos por trasformar hechos aislados en amenazas terroristas. Está más bien en la consolidación de cordones urbanos de marginalidad y expresiones de violencia lumpen, que aparece en las manifestaciones públicas,  saquea y expresa su desarraigo fuera de todo control social o político. Quienes la integran no tienen pertenencia, solo la búsqueda de la oportunidad para expresar su rabia.

Mucha de esa violencia ha llegado incluso al sistema escolar sin que las autoridades hagan nada de fondo para controlarla.

Al igual que ocurrió en los últimos años de los gobiernos de la Concertación, el actual asume todos los hechos sin discriminar ni diferenciar sus elementos. Y compromete una respuesta homogénea para todos ellos basada en el paradigma del desarrollo policial, y promete más recursos, más policías y un ministerio de la Seguridad Pública.

Ninguno de los anuncios tiene mayor sustancia, excepto el relativo a los 11 mil policías nuevos (10 mil carabineros y 1000 detectives), que implicarían un ingente gasto fiscal, casi imposible por ahora de calcular, seguramente cercano al  25% del gasto actual de la policía.

Propensión a la burocracia

Lo más significativo del discurso fue la enorme cantidad de organismos públicos con rango de servicios o ministerios que anunció el Presidente.

Entre ellos la Subsecretaría de Educación Superior, como parte del año de las reformas de la Educación Superior que anunció. La verdad es que poco o nada aporta esto a la situación actual, excepto transparentar algo que todo el ministerio de Educación sabe que es así desde hace años. En estricto rigor, la División de Educación Superior del Mineduc es una Subsecretaría, hasta el punto tal que durante el gobierno del Presidente Lagos su titular se entendía directamente con el y no con el Ministro del ramo para solucionar los problemas más graves en este campo.

Tal cambio no es incidente respecto del gran tema que es el financiamiento, que no tuvo referencia en el discurso, ni tampoco cambia mucho los anuncios de nuevo trato con las universidades estatales, la reforma al Aporte Fiscal Indirecto y la repactación de 100 mil deudores del crédito solidario, que siendo importantes no son el fondo del asunto.

El presidente anunció, además, la creación de la  Subsecretaría de Derechos Humanos, el Servicio Nacional de la Infancia y Adolescencia y el reenfoque del Servicio Nacional de Menores en dos organismos, el Ministerio de Cultura, el reemplazo de la Onemi por una Agencia  Nacional de Protección Civil, el Ministerio de Deportes, Chile Paga, el SERNAC financiero y muchas otras acciones que implican crecimiento del Estado.

No queda claro si este es un giro Presidencial o un reenfoque de su coalición, una vez que pueden hoy día opinar que “otra cosa es con guitarra”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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