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Nueva Providencia, Nuevo Chile

Jaime Parada
Por : Jaime Parada Coordinador Por Un Nuevo Chile. Concejal (PRO) Providencia
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Ya no son los “ciudadanos VIP” quienes tienen la verdad absoluta. Ya no son exclusivamente los tecnócratas con posgrados de Boston. Son los chilenos de a pie, los ciudadanos que conocen sus barrios y sus inquietudes. Somos todos los que podemos hacer realidad este Nuevo Chile que soñamos. Estoy seguro que lo conseguiremos. Ya lo conseguimos en Providencia.


La gente sonríe en Providencia. Los vecinos y vecinas están felices porque sienten que por fin dejarán atrás un estigma que los acompañó por décadas que parecían interminables. A partir de algunos días dejarán de vivir en la comuna que es cruzada por la Avenida 11 de Septiembre.

El metro seguirá corriendo bajo su superficie, los locales comerciales seguirán abiertos y las palmeras de la plaza Juan XXIII seguirán moviéndose con el viento.

Pero en pocos días más los carteles negros que nos recordaban en cada esquina esa fecha nefasta dejarán de existir. En ellos se leerá Avenida Nueva Providencia, el nombre con el que nació la idea de esta calle a fines de los años 60.

Sin embargo, Nueva Providencia es mucho más que una avenida. Es una meta que un grupo de vecinos se planteó hace casi un año para terminar con el mandato del alcalde de ese entonces y para devolver la comuna a quienes ahí viven.

Fue el sueño también que nos propusimos 8 candidatos a concejales por el Partido Progresista, quienes luchamos por conseguir algún cupo en el concejo y poder entrar así al Palacio Falabella, ese edificio tan imponente como atemorizante y que el coronel Labbé convirtió en su castillo.

[cita]Ya no son los “ciudadanos VIP” quienes tienen la verdad absoluta. Ya no son exclusivamente los tecnócratas con posgrados de Boston. Son los chilenos de a pie, los ciudadanos que conocen sus barrios y sus inquietudes. Somos todos los que podemos hacer realidad este Nuevo Chile que soñamos. Estoy seguro que lo conseguiremos. Ya lo conseguimos en Providencia.[/cita]

Apoyado por el PRO y el Movilh, hice una campaña limpia que promovió el reconocimiento de la diversidad. Una campaña que significó básicamente caminar muchísimo, tocar muchas puertas y mostrar mi chapita con el arcoíris que identifica a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales en barrios donde nunca antes nadie lo había hecho.

La historia ustedes ya la conocen. Esa mágica noche de domingo no sólo perdió Labbé. Esa noche ganaron también más de 50 concejales de mi partido, entre ellos yo, con 3.557 votos. Jamás olvidaré ese número.

Ese día, y gracias a esos 3.557 votos, desde mi humilde sillón como concejal, comencé a construir una comuna mejor, más justa, más libre y más igualitaria, junto con Josefa Errázuriz y algunos de los concejales electos.

Más sencillo habría sido seguir tirando huevos en los actos de Labbé.

Más sencillo habría sido seguir gritando desde las redes sociales sin poner un solo pie en la calle. Más sencillo habría sido seguir reclamando porque todo seguía igual.

Pero apostamos por algo distinto.

Cambiamos los huevos por “otros huevos”.

Cambiamos los tuiteos por conversaciones cara a cara.

Cambiamos a un alcalde y un concejo momio por el primer concejal gay y progresista en la historia de Providencia.

Hoy, con una Nueva Providencia en plena gestación, un desafío mucho más grande me llena de energías todas las mañanas. Se trata de Por Un Nuevo Chile, la red de ciudadanos y profesionales de todos los tipos que unidos recogemos en todo el país las ideas, propuestas y sueños que formarán parte del programa de gobierno de Marco Enríquez-Ominami.

Ya no son los “ciudadanos VIP” quienes tienen la verdad absoluta. Ya no son exclusivamente los tecnócratas con posgrados de Boston. Son los chilenos de a pie, los ciudadanos que conocen sus barrios y sus inquietudes. Somos todos los que podemos hacer realidad este Nuevo Chile que soñamos. Estoy seguro que lo conseguiremos. Ya lo conseguimos en Providencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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