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Lobbista, defiéndete a ti mismo Opinión

Lobbista, defiéndete a ti mismo

Teresa Marinovic
Por : Teresa Marinovic Licenciada en Filosofía.
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El sociólogo tiene razón cuando dice que todos nos movemos por intereses. Tiene razón y da cuenta con esa afirmación de algo que responde a nuestra naturaleza más íntima, porque un individuo que no se basta a sí mismo (como el hombre o como cualquier otro animal), necesita procurarse bienes y, en la medida en que lo hace, persigue su propio interés.


“Uno no transgrediría ninguna ética en un mundo feliz donde toda la gente es santa, y donde el pecado original, y todo tipo de pecado, no existe, y todos nos moviéramos por valores y no por intereses. Pero ese mundo, lamentablemente, no existe. Y no existe ni en la derecha ni en la izquierda, ni en los empresarios ni en los trabajadores. Ni en los sindicatos ni en la iglesia. Tenemos que resignarnos a nuestra condición de seres miserables… Yo actúo y vivo en ese mundo”.

Es una cita de Tironi que hace pocas semanas recogió este medio, en un reportaje que daba cuenta de la forma en que operaba el lobby para defender el interés de los poderosos en desmedro, obviamente, de los más débiles.

Y ya que Tironi no fue capaz de defenderse a sí mismo, será necesario que lo defienda yo…

Lo primero: el sociólogo tiene razón cuando dice que todos nos movemos por intereses. Tiene razón y da cuenta con esa afirmación de algo que responde a nuestra naturaleza más íntima, porque un individuo que no se basta a sí mismo (como el hombre o como cualquier otro animal), necesita procurarse bienes y, en la medida en que lo hace, persigue su propio interés.

De ahí que haya que desconfiar de plano de los que dicen que cada respiro suyo está inspirado en ideales altruistas que nada tienen que ver con su interés personal. Porque o bien mienten, o bien adolecen de una patología psicológica que yo llamaría complejo mesiánico. ¿O no hay acaso, incluso cuando se lucha por una causa noble, la aspiración a recibir el reconocimiento de los demás o, al menos, a disfrutar de esa convicción íntima, aunque oculta, de que uno es superior a los demás?

[cita]Tironi acierta cuando dice que el interés mueve al mundo. En lo que se equivoca es cuando presenta una disyuntiva entre interés y valor. Porque el interés personal es de por sí algo bueno, precisamente porque si ese interés personal no existiera, si algo –¡lo que sea!– se le presentara al hombre como completamente ajeno a su propio interés, entonces simplemente no despertaría motivación alguna en obtenerlo.[/cita]

Tironi acierta cuando dice que el interés mueve al mundo. En lo que se equivoca es cuando presenta una disyuntiva entre interés y valor. Porque el interés personal es de por sí algo bueno, precisamente porque si ese interés personal no existiera, si algo –¡lo que sea!– se le presentara al hombre como completamente ajeno a su propio interés, entonces simplemente no despertaría motivación alguna en obtenerlo.

Los intereses particulares son una dato asociado necesaria e indisolublemente a la naturaleza humana, ¡y no al pecado original! Porque sea cual sea el interés de una persona, éste responde a su condición de animal que lucha por la sobrevivencia tanto en el plano animal como espiritual.

El hecho de que alguien se dedique, por tanto, a intermediar entre una empresa y las personas que pueden ver afectados sus propios intereses por tal empresa, no tiene nada de malo, ni de bajo, ni de miserable, porque lo que ese mediador hace es, en el fondo, conciliar intereses, ofrecer un beneficio como compensación a un perjuicio. Y cuando esa transacción es exitosa, lo que ocurre es que, lo que podría haber sido una guerra, da origen a un intercambio comercial, que constituye una primera forma de civilización y de imperio de la justicia.

Obviamente, cuando esta mediación se realiza a costa de la ignorancia, o a expensas de ella, la cosa cambia… pero entonces seamos claros, el problema no está en el interés de un grupo o de otro, sino en el abuso. Y seamos claros también en recordar que, tal como ha habido abusos de parte de los empresarios, los ha habido también de parte de la comunidad cuando se inventa o magnifica daños para obtener la situación de vulnerables que se les otorga de antemano, reparaciones que son también abusivas.

El lobby despierta asimismo en mí ciertas sospechas, sobre todo cuando opera como tráfico de influencias, pero ya quienes se dedican por oficio a hacer defensas corporativas, que comiencen por hacerlo bien cuando se trata de sí mismos.

Un país donde el debate no se sincera, donde la tendencia ancestral induce a suponer que la bondad moral está siempre del lado de los débiles, y la despreciable miseria de parte del empresariado, es un país que tenderá inevitablemente al absolutismo y a la dictadura, sea cual sea el origen político de la misma.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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