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Aborto: las miradas posibles

Por: Sofía Salas Ibarra, profesora titular Facultad de Medicina UDP


Señor Director:

En la reciente discusión pública sobre si legislar o no para despenalizar ciertos tipos de aborto, centrarse sólo en los aspectos jurídicos es, a mi juicio, reduccionista y no da cuentas de la complejidad del tema, el cual tiene distintos niveles.

Desde el punto de vista jurídico, el «nasciturus» es objeto de protección, pero no titular de derechos hasta que no haya nacido (así lo define nuestro ordenamiento jurídico). Pero el análisis legal no resuelve el debate moral respecto de la licitud del aborto.

Un segundo nivel corresponde al debate filosófico, que se ha centrado en discutir qué tipo de identidad es el ser humano a partir de la fecundación, no tanto en su desarrollo biológico (nadie duda de que es un organismo vivo de la especie humana), sino cuál es su estatus moral y desde qué momento se le considera como perteneciente a la comunidad de las personas y, en consecuencia, poseedor de derechos básicos, como el derecho a la vida. Convengamos que hay posturas distintas al respecto, desde algunas que consideran que el «feto es una persona actual, dado que la esencia humana le compete en cualquier estadio de su desarrollo» (Beuchot), a otras posturas que consideran que en cierto momento del desarrollo el feto adquiere características moralmente significativas, como la capacidad de experiencia sensible, por lo que el aborto sería moralmente más cuestionable a partir del desarrollo del sistema nervioso central, implicando que el feto debiese ser protegido a partir del momento en que puede sobrevivir fuera del útero, mientras que una tercera postura distingue entre «vida humana» (el feto y el embrión lo serían) y «persona», siendo sólo esta última un miembro de la comunidad moral y poseedora de derechos que pueden ser violados por las acciones de otros (Tooley y Warren). Para Warren, «la humanidad genética no es suficiente para la pertenencia en la comunidad moral» de las personas.

Una tercera mirada es la del médico frente a la mujer embarazada. En general, no nos cuestionamos si acaso aquello que «palpita en el vientre de la mujer» es una «persona» en el sentido legal del término, sino que la pregunta que solemos hacernos es cómo resolvemos los intereses del embrión/feto cuando entran en conflicto con los intereses de la madre. Cuando las perspectivas de vida futura para el embrión son nulas y su existencia pone en grave riesgo la vida de la madre (por ejemplo, embarazo ectópico), me parece que no hay conflicto moral para el profesional de la salud y debe interrumpir ese embarazo (aborto terapéutico); en este caso, se podría considerar que el aborto es una «autodefensa» como lo sugiere English. Si el riesgo a la vida materna ocurre luego de alcanzada la viabilidad fetal, el médico procurará salvar ambas vidas. Sin embargo, hay otras situaciones más complejas. Una de éstas es el embarazo producto de violación, donde necesariamente el aborto priva al feto (independiente de qué noción tengamos de éste), de «un futuro valioso», que son las experiencias y actividades que uno valoraría, como señala Don Marquis. En este escenario, claramente los intereses futuros del no nacido están en conflicto con los intereses actuales de la madre, que no buscó ni quiere ese embarazo. Existe un genuino conflicto moral que sería simplista resolver a partir de un fallo legal. El médico enfrenta también otros dilemas, como por ejemplo, un feto con una enfermedad incompatible con la vida; en esta situación, usando el argumento de Don Marquis, no lo estaríamos privando de un futuro valioso (puesto que no tiene futuro extra uterino); pero en muchas situaciones, se trata de niños gravemente enfermos, con sobrevida acortada postnatal, pero que igual viven…. Y el médico nuevamente duda.

Además de estas tres miradas (legal, filosófica, médica), debemos también considerar la voz de la madre…. En mi experiencia profesional, la mujer embarazada no hace largas disquisiciones filosóficas que la ayuden a establecer qué es en realidad lo que lleva en su vientre; nunca vi a ninguna que se cuestionara si acaso ese hijo es «persona» desde el punto de vista jurídico o si acaso es miembro de una comunidad moral. La voz de la mujer, en general, transita entre quiero cuidar a este hijo para que nazca sano o, en ciertas ocasiones, no lo puedo tener.

Si vamos a debatir sobre el aborto, creo que es bueno que pongamos sobre la mesa todos los planos de discusión (y éstos no son los únicos).

Sofía Salas Ibarra
Profesora titular Facultad de Medicina UDP

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