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¿Quiénes subsistirán después de las primarias de junio 2017?

Rafael Urriola U.
Por : Rafael Urriola U. Director Área Social Chile 21
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Las elecciones mueven la política y la política mueve a los candidatos. Si bien, en política todos esperan ganar es común encontrar triunfos relativos, por ejemplo, no ganar sino mejorar con respecto a una elección pasada. En todos los casos, los partidos podrán explicar mejor sus derrotas que los caudillos o las personas que empiezan y terminan su proyecto en ellos mismos.

En las presidenciales de 2014 el caudillismo extremo de Marcel Claude lo descartó para liderar algún proyecto posterior; lo mismo le pasó a Jocelyn Holt que ni siquiera juntó los votos equivalentes a las firmas que debió presentar en el Servel para aparecer en la papeleta. De otra parte, otras dos candidaturas marcadas por el personalismo fueron quedando en el camino. Primero, Franco Parisi que “desvió” un 10% de la derecha; y Marco Enríquez-Ominami que logró 11% en la misma contienda.

Este último, luego de los profundos desaguisados en las reformas implementadas por Bachelet en 2014 apareció a fines de ese año, como un firme candidato a competir en las presidenciales, siendo lejos el político con más futuro. No obstante, en la encuesta de enero de 2017 (Cadem No 158) ya no obtiene preferencias en la población. Su participación en el Frente Amplio fue tajantemente rechazada en tanto no aclare los aportes irregulares en su campaña (particularmente Soquimich y un avión desde una empresa brasileña).

La opinión pública esperó una explicación de ME-O durante todo 2015, mientras eludía a la prensa con sucesivos viajes; en 2016 tampoco llegaron las explicaciones y se filtró la existencia de mails, reuniones con el gerente de SQM ante lo cual su respuesta no resultó convincente. Lo concreto, entonces es que su estrategia fue un fracaso personal, judicial y político, con lo cual, su insistencia de en participar en la papeleta presidencial seguramente terminará con un resultado patético.

La cúpula y los adherentes más ideológicos de la UDI -sometida a las mismas acusaciones, pero en muy superiores cantidades de personajes y montos involucrados- considera que no hay conflicto moral en estos financiamientos. Es “normal” que las empresas financien a sus diputados, senadores y ministros por el “sacrificio de defender sus intereses en la política”. La UDI es muy marxista en esta lógica: la derecha defiende los intereses de los grandes conglomerados y es lógico que cobre por ello; pero en cambio, si la izquierda defiende los intereses de los trabajadores es también lógico que no cobre por esto, y menos, que le cobre a los grandes monopolios. Esto resulta de máxima simpleza y por eso la UDI pese a no tener conflictos éticos, para efectos de apariencia ha incluso suspendido de militancia a tres de los grandes coroneles de la cúpula aristocrática que dirige a ese partido ( Novoa, Longueira y Orpis además de otros dos conspicuos subsecretarios; y, los famosos de Penta: Délano y Lavín) y muy pronto tendrán que evaluar si convendrá mantener en el cargo a la Presidenta del Partido que es “curiosamente coincidente” con las empresas pesqueras que desembocaron en la desprestigiada ley de Pesca que tiene ya una secuela de sospechosos de coimas. La UDI subsiste pese a estas bajas -que seguramente lamentan en cada reunión- porque no es un partido personal aunque hay quienes disponen de acciones Gold. La UDI es un partido de clase. El PS marginó a Fulvio Rossi –que reapareció como laguista hace pocos días – y al ex diputado y renunciado Subsecretario de Pesca Raúl Súnico por recepciones de aportes desde las pesqueras. El partido sigue existiendo porque, independientemente de sus ya permanentes vacilaciones ideológicas, es un colectivo que tiene grupos fraccionales que disputan poder y mantienen un vínculo plural en relación a los ciudadanos.

En este contexto, resulta extraña la reacción corporativa de la DC de no sancionar ni con un pétalo a sus militantes involucrados en hechos tan irregulares como los demás. Es el caso del senador Patricio Walker de Aysén que, curiosamente, le robaron los mails en que aparecían los detalles de los dineros con los que vinculaba a un dirigente de los pescadores con los contrarios intereses de las empresas pesqueras (la izquierda y la derecha unidas -diría el poeta Nicanor Parra- jamás serán vencidas y Walker solo lo aplicaba). Esta situación se mantuvo hasta lo indecible en el caso del senador Pizarro que tiene involucrado a sus dos hijos en financiamiento irregular de su campaña y que se le respaldó corporativamente a todo evento. En la lista publicada esta semana por CIPER aparecen otros dos diputados DC y otros pocos más de derecha que reciben dineros de las pesqueras. La cúpula DC quizás deba buscar en estas actitudes la explicación más plausible al millón de votos perdidos en las últimas elecciones. Aun así la DC podría subsistir desplazando a los involucrados en estos casos. Parte del drama de ME-O es que el excesivo personalismo en el manejo del PRO –denunciado además por una centena de militantes que renunciaron este 10 de enero y refrendado en una entrevista en The Clinic con militantes que se marginaron en 2014- obliga a una defensa incondicional a su persona porque él es el partido y la estrategia. Su fortaleza ayer es su máxima debilidad en la actualidad.

[cita tipo=»destaque»]El no despegar en las encuestas es un hecho fundamental y que no pasa desapercibido para el político sagaz que es Ricardo Lagos. Una derrota notoria, contundente, distanciada –en primarias a manos de Guillier- será la derrota de una elite que decidió cuál era la alegría máxima a que podía aspirarse durante estos 27 años y que recibe aplausos de pie en las reuniones de los grandes empresarios de este país.[/cita]

En fin, el candidato Ricardo Lagos podría reflejar una representación de una propuesta pero al parecer es la defensa de un período en que el expresidente se siente responsable. La historia escribirá acerca del ciclo que pareciera se acaba. El ciclo de la consolidación de la recuperación de la democracia se acabó –o debió acabarse- quizás en 1999 con el episodio de Pinochet en Inglaterra. El ciclo de recuperación de la justicia social, de la igualdad económica y de la defensa de los trabajadores -o más precisamente del 90% de la población que gana menos de un millón de pesos (Casen 2016)- no logra alcanzarse ni convencer a la población y da la impresión que el candidato Lagos querría más bien recuperar esta “arista” que -de perder las primarias- podría perfectamente dejarlo mal colocado en la historia del país.

El no despegar en las encuestas es un hecho fundamental y que no pasa desapercibido para el político sagaz que es Ricardo Lagos. Una derrota notoria, contundente, distanciada –en primarias a manos de Guillier- será la derrota de una elite que decidió cuál era la alegría máxima a que podía aspirarse durante estos 27 años y que recibe aplausos de pie en las reuniones de los grandes empresarios de este país.

No habrá más laguismo el día después y quizás no habrá más Concertación ni Nueva Mayoría. En realidad, el fracaso de la campaña, pese al descomunal despliegue de poderes y presiones es el fin de un ciclo. Ya no habrá “mal menor” ni “visiones de estadista” ni “intereses superiores”. La sociedad se reordenará votando de otra manera. Podrán ser más o menos pero ya no será lo mismo.

Guillier tampoco puede verla fácil. Chile tiene votos entusiastas por el cambio y poderes fácticos implacables contra el cambio. En la Nueva Mayoría hay demasiados que ganan elecciones con el cambio pero a poco andar se someten a los poderes fácticos.

¿Cuánto podrán los partidarios del Frente Amplio? Esto ya es parte de los análisis de los especialistas. Como sea, si es Lagos el candidato de la Nueva Mayoría que pase a segunda vuelta, es fácil apostar que no logrará apoyo alguno de ese sector. Pero todo indica que será Guillier y tampoco le será fácil obtener apoyos porque la gente se ha sentido muchas veces engañada y no querrá votar otra vez por los mismos. Es lo que se siente en las calles.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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