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Bingo y educación: entre el azar y las responsabilidades

Por: Stefan Palma


Señor Director:

Hay actividades humanas que son dignas de realizar, como los llamados bingos con fines altruistas. ¿Por qué la pregunta del Sr. Ministro de Educación, sonó mal? Bien, en la actual condición del mundo globalizado, el neoliberalismo es una cosmovisión que exige a cada persona hacerse cargo de sus problemas y de su entorno cercano. Sabemos, por lo demás, que algunos colegios particulares subvencionados, tienen agendados bingos para sus actividades anuales. Pero, ¿qué hay de malo con los bingo en educación? A saber, muchas cosas. Entre esas cosas, encontramos algunos efectos negativos invisibles. El bingo en sí mismo es una actividad inocua, y hasta lúdica; que reúne a las personas y familias, y siembra esperanzas en que el azar de los números le dejará algún premio( pienso en una caja de chocolates, o en una botella de vino ). El bingo en y para fines educativos, es un Caballo de Troya que, con la apariencia de una ingenua forma de esparcimiento, introduce en la Comunidad Educativa y en el currículo mismo, una amplia gama de conceptos, pensamientos y conductas asociadas a ella. En concreto, entre los conceptos asociados y/o que forman parte de la «familia» bingo -educación, aunque lejanamente, figuran: Desprofesionalización de la Carrera Docente, Control técnico y burocrático de las pedagogías, Evaluación de aprendizaje por Competencia, Paquetes pedagógicos como fuentes pre-digeridas de conocimiento y formas de aplicaciones, Teoría y praxis con enfoque Individualista, Currículo con énfasis al mercado, Estándares de calidad, Apartheid educativo, Test nacionales como el SIMCE …etc. En suma, un bingo en y para fines educativos, legitima la idea y las conciencias de las personas de que, el azar puede ser la solución a los problemas locales de un colegio, y no la responsabilidad del Estado para programar con prevención, resultados óptimos de mejora. La pregunta: «¿y por qué no hacen un bingo?» Es ante todo, un reflejo de la forma de ver el mundo;como una gran tómbola mediante la cual, lo que suceda a cada uno de nosotros, nuestros colegios, nuestros futuros, están mediados por el azar; y no, como debiera, por las políticas publicas programadas y planificadas en materias de educación, como a las responsabilidades que a éstas les competen.

Stefan Palma

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