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De la carencia de virtud en el ejercicio de la política actual

Por: Alejandra Villablanca S


Señor Director:

En julio de 2016, salió a la luz pública, la escandalosa suma de dinero que recibía por concepto de pensión Myriam Olate, esposa del ex Diputado PS Osvaldo Andrade. Esta situación generó un descontento en la población de tal magnitud que terminó en un movimiento social denominado “No más AFP”, que llevó a cuestionarse todo el sistema de pensiones en Chile, exigiendo su reemplazo por uno nuevo. En abril de 2017, la entonces Presidenta de la República Michelle Bachelet, anunció el envío al Congreso de un Proyecto de Ley para “reformar” el sistema de pensiones (esta iniciativa no estaba contemplada en la agenda del Gobierno). Posteriormente, la actual administración del Gobierno de Sebastián Piñera, mencionó en la Cuenta Pública pasada, sólo algunas generalidades que debería incluir el Proyecto de Ley que pretende enviar en septiembre de este año al Congreso Nacional mediante el cual se busca “reformar” el sistema de pensiones vigente, no siendo capaz de ahondar en ninguno de los puntos de las propuestas que lo constituyen, más allá de los aspectos conocidos por la gran mayoría de los chilenos respecto de los trabajadores independientes, aumento en la tasa de cotización, retraso de la jubilación y mejoras al Pilar Solidario. De la situación planteada se infieren dos problemáticas. La primera, que las demandas sociales están exigiendo soluciones rápidas y en el corto plazo. La segunda, que los líderes políticos ven disminuida cada vez más su capacidad de respuesta a estas demandas jugando mucho con la improvisación en la elaboración de políticas públicas.

El cúmulo de información que circula en internet y en las redes sociales al cual tenemos acceso tras presionar el “botón” de algún dispositivo tecnológico, más la cultura de lo “express” y de lo “desechable” que estamos enfrentando como sociedad, acostumbrados cada vez más a las cosas rápidas y momentáneas, hacen que se pierda el valor de lo verdadero y lo trascendental. Estos dos factores están resultando ser una pésima combinación en las relaciones sociopolíticas expresadas en todas las esferas de la vida, afectando la capacidad de respuesta de las instituciones políticas ante las presiones del sistema, dado que la actividad política, tampoco está quedando excluida de esta tendencia, por cuanto el fenómeno de lo tecnológico y del patrón cultural que estamos replicando sobre lo “desechable” y “express”, están menguando la nobleza de su ejercicio y levantando líderes que nada tienen ya del perfil de los grandes estadistas de antaño.

Lo que se está practicado ahora es una política de “imagen”. Es decir, lo que importa es la aprobación del líder político, contar con una buena evaluación en las encuestas, se busca ser aceptado en los consensos sociales, etc. La consecuencia de esto, es la práctica de una política “desechable”, y de decisiones “express” en políticas públicas que carecen de toda investigación de fondo y de virtud intelectual. Esta situación también está generando “líderes” miopes, es decir, políticos sin visión de futuro, incapaces de implementar políticas sólidas y concretas que obedezcan a un modelo de país que se quiera construir, pensadas y planificadas para el largo plazo. Estamos perdiendo al estadista que contaba con una visión de futuro, que tome decisiones previstas por un objetivo mayor, según los principios que fundamentan al país y no por los que la moda imponga. Prescindiríamos del exceso de tantas leyes inútiles creadas para problemas inventados, sólo porque la “moda social” los está imponiendo.
En suma, el aumento de demandas por parte de la ciudadanía y la rapidez con que éstas se generan- facilitadas sin duda alguna por el fenómeno tecnológico- está superando al sistema político, haciendo cada vez más improbable que verdaderos liderazgos, que en palabras de Weber, vivan “para la política” y no “de la política”- como pocos han habido en la historia- puedan engendrarse en el futuro.

Alejandra Villablanca S.
Cientista Política

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