Publicidad
¡Muchas gracias, don Andrés! Opinión

¡Muchas gracias, don Andrés!

Soledad Alvear y Tomás Zaldívar
Por : Soledad Alvear y Tomás Zaldívar Ex senadora y ex ministra/Estudiante Derecho PUC
Ver Más

Como hombre de derecho que era, tenía seguramente muy grabado uno de los mandamientos del jurista uruguayo Eduardo Couture, que señala “lucha por el derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”.


En estos días de homenajes se han destacado tantas cualidades que distinguieron la vida de don Andrés.

En primer lugar, la enorme coherencia entre su pensamiento, su discurso y sus acciones, inspirados todos en el profundo valor de la dignidad humana, que para él era el motor de su vida. De allí su lucha siempre al lado de los más débiles, reivindicando sus derechos y su dignidad.

Así lo hizo con los campesinos durante la reforma agraria y en general con los trabajadores en la defensa de sus derechos. Luego del golpe de Estado, fue uno de los primeros en rechazarlo y colocarse al lado de los perseguidos para acogerlos y defenderlos. Así, don Andrés, junto con otros defensores de los Derechos Humanos, en las horas más oscuras de la dictadura, los defendió ante los Consejos de Guerra y luego ante los tribunales, interponiendo cientos de recursos de amparo, que eran sistemáticamente rechazados –sin mayor análisis– por parte de los tribunales de entonces, que renunciaron a su esencial función de hacer justicia. Pero fueron recursos que dejarían un testimonio moral para la historia y, luego, serían vitales para la labor de la Comisión de Verdad y Reconciliación, como efectivamente aconteció.

Don Andrés acogió y defendió a todas las víctimas de las violaciones masivas y sistemáticas de los Derechos Humanos. Estuvo siempre al lado de las Agrupaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos y de Ejecutados Políticos, fue abogado de los presos políticos y no descansó hasta que en Chile no existieran presos políticos.

[cita tipo=»destaque»]Don Andrés fue un hombre profundamente bondadoso y compasivo, capaz de hacer propio el dolor ajeno, con una enorme empatía que se resume en la capacidad de colocarse en el lugar del otro. Sabía escuchar –no solo oír– y comprender a los demás, sin jamás descalificar a otro o fijarse en sus ideas o color político. Su bondad se conjugaba con su enorme valentía y su coraje para defender la dignidad humana, allí donde ella era atropellada, incluso a costa de su propio sacrificio personal. Su vida política fue ejemplo de ello[/cita]

Como hombre de derecho que era, tenía seguramente muy grabado uno de los mandamientos del jurista uruguayo Eduardo Couture, que señala “lucha por el derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”.

En este sentido, don Andrés fue un gran luchador por el derecho y la justicia. Restaurada la democracia, fue electo diputado con la más alta mayoría en su distrito de San Bernardo, Paine, Buin y Calera de Tango y, así, desde el Parlamento continuó su lucha por los Derechos Humanos, presidiendo las Comisiones de Constitución Legislación y Justicia, como también la de Derechos Humanos, impulsando desde allí la agenda legislativa en pro del respeto de estos. Como se ha recordado, don Andrés fue un pilar muy importante en este sentido durante el Gobierno de su hermano, el Presidente Patricio Aylwin.

En segundo lugar, se destaca en su vida su enorme bondad. Don Andrés fue un hombre profundamente bondadoso y compasivo, capaz de hacer propio el dolor ajeno, con una enorme empatía que se resume en la capacidad de colocarse en el lugar del otro. Sabía escuchar –no solo oír– y comprender a los demás, sin jamás descalificar a otro o fijarse en sus ideas o color político. Su bondad se conjugaba con su enorme valentía y su coraje para defender la dignidad humana, allí donde ella era atropellada, incluso a costa de su propio sacrificio personal. Su vida política fue ejemplo de ello.

En tercer lugar, don Andrés fue un cristiano ejemplar, que hizo carne el mensaje evangélico de amar al prójimo. En este sentido, acogía verdaderamente el mensaje de Cristo que decía: «El que dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?», 1 Jn 4:20.

Hoy despedimos a DON Andrés, pero su legado permanece y es fuente de inspiración para las futuras generaciones en la construcción de una patria en que resplandezcan los valores de la libertad, la democracia, la solidaridad y la justicia social. Su visión humanista cristiana nos interpela en el Chile de hoy.

¡Muchas gracias, don Andrés!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias