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De profetas y políticos Opinión

De profetas y políticos

Pedro Felipe Ramírez
Por : Pedro Felipe Ramírez Izquierda Ciudadana
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Daniel Matamala se vistió de profeta al juzgar a Gabriel Boric. No lo critico, porque los profetas nos hacen bien. Pero deben tener mucho cuidado al juzgar a los políticos, sobre todo cuando la crítica no es propiamente política sino moral.


Mucha gente cree que los profetas son personas que anuncian el futuro. No es así. Son predicadores de una ética. Dedican la vida predicando su verdad. No les importa que sean pocos los que los escuchan o a cuántos convencen. Muchos de ellos terminan incluso sacrificando su existencia.

Los políticos, en cambio, dedican su vida a intentar cambios concretos de la realidad, debiendo asumir los límites que la misma realidad les impone.

En la fe cristiana el profeta es Jesucristo, que terminó crucificado y traicionado por sus propios discípulos. Su predica cambió a buena parte de la humanidad, pero recién trescientos años después.

El político se parece más al Espíritu Santo, que hace posible que una virgen engendre un hijo y que a los discípulos de Jesús los entienda gente que habla lenguas variadas. 

Debe inspirarse en una ética. Si no, es un oportunista que persigue intereses propios. Inspiración ética que lo lleva a proponerse muchas veces objetivos muy difíciles de lograr, a veces casi imposibles.

Pero los límites que la realidad le impone lo obligan muchas veces a transar para darle viabilidad a sus objetivos. Es como el alfarero, que necesita ensuciarse las manos para lograr su obra, porque trabaja con barro, para convertirlo en algo útil y la mayor de las veces hermoso.

Daniel Matamala se vistió de profeta al juzgar a Gabriel Boric. No lo critico, porque los profetas nos hacen bien. Pero deben tener mucho cuidado al juzgar a los políticos, sobre todo cuando la crítica no es propiamente política sino moral. En ningún momento Matamala analiza las razones que el Presidente ha tenido para hacer los cambios que él describe, sino que todo lo lleva a atribuirle gratuitamente un renuncio a su inspiración ética. 

Lo que sí me parece un despropósito mayor es igualarlo a un político que personaliza una de las épocas más oscuras de nuestra historia independiente, época que sobrevino al primer presidente que la oligarquía llevó al suicidio porque amenazaba sus privilegios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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