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Adolfo Zaldívar decide no repostularse a presidencia de Democracia Cristiana

Senador comunicó su decisión a través de una carta enviada a un grupo de jóvenes profesionales y a once diputados, quienes hace un par de semanas le pidieron que volviera a presentarse al cargo. La medida obedecería a que no quiere »presidencializar» la elección interna, pues estima que ello dañaría al gobierno de Michelle Bachelet.


El senador de la Democracia Cristiana (DC) Adolfo Zaldívar decidió no repostular a la presidencia de la esa colectividad para las elecciones internas del 30 de abril próximo.



Así lo informó el parlamentario, a través de una carta que envió esta mañana a un grupo de jóvenes profesionales y a once diputados, quienes hace un par de semanas le pidieron que volviera a presentarse al cargo.



Cercanos a Zaldívar indicaron que el senador se siente satisfecho con su gestión de estos cuatro años, porque «logró instalar en la opinión pública la necesidad de corregir el modelo, que cruzó el debate presidencial y que ahora es indispensable cristalizar".



Los mismos señalaron que el parlamentario y líder del sector colorín generó un equipo de gente al interior del partido que puede hacerse cargo de esos proyectos y fortalecerlos, como los diputados Jaime Mulet y Alejandra Sepúlveda.



Además, en el entorno de Zaldívar se dejó en claro «que este no quiere presidencializar la elección interna de la DC, porque le haría un fuerte daño al gobierno de Michelle Bachelet, que recién está empezando».



La decisión se conoce pocos días antes de que se lleve a cabo la Junta Nacional del partido, instancia en la que parlamentarios de la corriente que lidera Zaldívar, esperan, se defina la nueva mesa directiva y no se llegue a una definición el 30 de abril.



Según se informó, la decisión se formalizará recién este miércoles, cuando el legislador realice una conferencia de prensa a las 16 horas en la sede del partido, Alameda 1460.



Los argumentos del presidente



A continuación, el texto íntegro de la misiva que Adolfo Zaldívar envió a «dirigentes universitarios y honorables diputados».



«Acuso recibo de vuestras atentas cartas fechadas en Santiago y Valparaíso el 6 y 14 de los corrientes, respectivamente. Lo primero que deseo es agradecer sus loables comentarios respecto de mi persona y de las tareas pretéritas, presentes y futuras que hacen recaer sobre mis hombros. En lo que respecta al pasado deseo hacerles saber que pudiendo tener algo de mérito en los logros obtenidos, ninguno hubiera sido posible sin el concurso de esforzados camaradas, varios de los cuales ya no están entre nosotros. Fue su apoyo y arrojo, para luchar en los años difíciles, lo que nos dio fuerzas para defender los Derechos Humanos y ayudar a construir un camino para que Chile pudiera transitar pacíficamente a la Democracia.



En los tiempos presentes ese mismo espíritu se reflejó en la Junta Nacional del 2002, cuando el Partido se estremecía ante la dramática caída electoral y sentía que la curva descendente era irreversible. En esa ocasión se nos eligió para ponernos al frente del Partido. La tarea de recuperación iniciada hace cuatro años hubiera sido imposible sin el apoyo de nuestra militancia real, aquella que participa diariamente en la tarea política, y sus cuadros territoriales. Hoy, gracias a Dios, vivimos una realidad diametralmente opuesta, la que se expresa objetivamente en estudios que sitúan a la Democracia Cristiana como el Partido mejor evaluado, dentro de la severa crítica ciudadana al desempeño de esta actividad. Eso es un aliciente pese a la mezquindad de quienes no quieren reconocer nada de nada.



En cuanto a los desafíos del futuro deseo señalarles que más allá de las legítimas aspiraciones personales que cada cual pudiera tener, creo que la primera obligación y responsabilidad de quienes somos dirigentes de nuestro partido, es preservar y proyectar a la Democracia Cristiana, teniendo como único norte el bien común de la sociedad a la que aspiramos y siempre en función de los intereses superiores del país.



Considerando lo anterior y en plena sintonía con la carta que enviara a la militancia titulada "Demócrata Cristianos: Chile creyó en nosotros, sigamos trabajando por Chile", es que deseo manifestarle que no contribuiría a dicho bien común partidario, ni tampoco a los intereses de nuestro país, si aceptara la repostulación que ustedes me piden.



En primer término, estoy convencido que nuestro firme propósito de corrección del modelo debe ser una tarea que el Partido tiene que asumir más allá de que haya sido el suscrito quien la demandara e instalara en la agenda nacional. Eso significa, en esta etapa, darnos una conducción renovada que crea en esto y que sea capaz de impulsarlo institucionalmente, de forma tal que si no es ahora que lo logremos, generemos una plataforma política y programática que sea capaz de alzarse como alternativa de gobierno en el futuro.



Para intentar realizar esa tarea el Partido debe ahora concentrarse en apoyar decidida y lealmente el Gobierno de Michelle Bachelet y en poner en marcha un Congreso partidario que nos dote de instrumentos modernos para una acción política en el sentido señalado, y donde la ecuación de nuestros valores y principios, que se mantienen inalterables, se conjuguen con la actual realidad socio-económica y con los cambios tecnológicos y culturales del Siglo XXI.



Tales desafíos aconsejan evitar cualquier acción que atente contra lo anterior. Si yo aceptara vuestra petición estaría adelantando, nos guste o no, esté o no esté la intención detrás de las acciones, la definición presidencial de la Democracia Cristiana. Al menos así se presentaría ante la opinión pública y estoy cierto generaría una reacción adversa, máxime cuando la Presidenta que contribuimos decididamente a elegir está recién iniciando su mandato. No estoy disponible para ninguna acción que pueda servir para que nos califiquen de ambiciosos o irresponsables.



Convencido de lo anterior estoy resuelto a defender esta postura en la próxima Junta Nacional y a demandar de ésta un apoyo para llevar adelante un proyecto político destinado a que la institucionalidad política y económica esté al servicio de las grandes mayorías nacionales. Eso es servir a Chile desde la óptica de la Democracia Cristiana, así estaremos rescatando el espíritu original que justificó y justifica hoy a nuestro Partido.



Un propósito como este debe encarnarse en un equipo de hombres y mujeres que crea en el y que esté dispuesto a luchar por su concreción. Nosotros durante todo este tiempo logramos crearlo y me siento orgulloso de ello. Es por eso que le pediré a la Junta Nacional apoyarnos en tal sentido. Debemos dar paso a un equipo que, junto con continuar la rectificación interna, tenga dos objetivos: Impulsar durante este gobierno las correcciones necesarias y si no se logra, crear nuestra propia plataforma programática para presentársela al pueblo de Chile en el momento que corresponda.



No me restaré a esa tarea, la apoyaré con todas mis fuerzas para lograr los objetivos inmediatos y que están en directa relación al éxito de un futuro no tan lejano.



Con esa misma convicción y compromiso les pido que apoyen sin reservas y con grandeza a quienes buscan representarnos genuinamente. Ellos nos garantizan proseguir con la tarea y encarnar los ideales de construir un Chile sin exclusiones, donde haya oportunidades para todos, especialmente para los más débiles y desamparados.



Con particular afecto los saluda fraternalmente,



Adolfo Zaldívar Larraín»

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