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La euforia forzada de La Moneda para su segundo tiempo

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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En el entorno piñerista están auténticamente convencidos de que los amargos resultados del 2010 y 2011 deberían quedar en el olvido y que empezarán a vivir un período más favorable en las encuestas. Y lo apuestan doble contra sencillo. Sin embargo, los observadores externos no son tan optimistas. “Hay una gobernabilidad desconectada de la gente, es lo mismo cuando alguien te habla, pero no te mira, no te escucha, ahí se produce la desconexión”, apuntan.


La primera semana del “segundo tiempo” de Sebastián Piñera en La Moneda estuvo marcada por el acomodo de las fichas para enfrentar este tramo de su mandato: comunicar más los logros,  revertir la imagen de debilidad de La Moneda ante las manifestaciones y sobre todo, convencer a sus huestes que ya pasó lo peor y que ahora viene el tiempo de la cosecha.

Un intento por revertir los magros dos primeros años de la administración piñerista, considerando que lo que resta de esta gestión estará marcada por los desafíos electorales de las municipales de octubre y las parlamentarias y presidenciales del 2013.

En Palacio, efectivamente están convencidos que los amargos resultados del 2010 y 2011 deberían quedar en el olvido y que empezarán a vivir un período más favorable en las encuestas. Ello, porque de algún modo las malas cifras del gobierno en las encuestas son vistas como parte de la “distancia generalizada” de la ciudadanía con toda la clase política, ya que ningún sector capitaliza el rechazo a los actuales inquilinos de La Moneda.

Por lo mismo, la orden para ministros, subsecretarios e intendentes es comunicar más y mejor los logros, poniendo énfasis ante la ciudadanía en que están accediendo a derechos. Para Piñera —así se lo ha hecho ver a distintas autoridades— es clave zanjar la agenda pendiente y les ha pedido poner especial acento en ella.

Pero desde fuera de Palacio no son tan optimistas en el éxito de este segundo tiempo. La analista Marta Lagos —directora de MORI— precisó que la mayor dificultad es que los “acontecimientos externos no son dominados por el gobierno, en realidad, la agenda de este gobierno ha pasado a ser únicamente los acontecimientos externos”.

Considera que el problema pasa precisamente porque “no han aprendido a manejar la agenda y mientras no lo hagan, el discurso del tiempo de cosechar no será realidad”, razón por la cual  vaticina que no habrá cambios de rumbos reales, ante la evidente ausencia —dijo— de planificación o pauta política, lo que se refleja en las actuaciones del Presidente Piñera.

[cita]Roberto Méndez observa “bastante incertidumbre” para La Moneda, dado que a su favor el gobierno tiene las buenas cifras económicas, pero le juega en contra “la inflación y el aumento del costo de la vida, que junto a las manifestaciones sociales, son una amenaza”.[/cita]

Sacó a colación la participación del Mandatario el domingo pasado en el programa Tolerancia Cero, donde acuñó la polémica frase de “malos del alma”. “Quedó claro que no tenía una pauta, no había un mensaje que transmitir, como dijo alguna vez Pablo Longueira, no había relato. No veo que estén preocupados ni desesperados, uno de los problemas más graves es que el Presidente está convencido que hace lo correcto y, así, veo difícil un cambio”, señaló Lagos.

Su par de Adimark, Roberto Méndez, añadió que observa “bastante incertidumbre” para La Moneda, dado que a su favor el gobierno tiene las buenas cifras económicas, pero le juega en contra “la inflación y el aumento del costo de la vida, que junto a las manifestaciones sociales, son una amenaza”.

Ante la apuesta de aplicar mano dura con las movilizaciones apelando al deber de defender el orden público, Méndez destacó que “no deja de ser riesgosa, aunque también lo es haber seguido con la percepción de un gobierno débil, que no es capaz de hacer valer su posición”.

Si le resulta esta nueva estrategia, agregó, “va a recuperar apoyo de ciertos sectores”.

Sin embargo, más allá de los intentos desplegados esta semana, algunos observan debilidades que están lejos de superarse. El siquiatra Mariano Montenegro —con diez años de experiencia en políticas públicas— destacó que el principal problema es que hay “una gobernabilidad desconectada de la gente, es lo mismo cuando alguien te habla, pero no te mira, no te escucha, ahí se produce la desconexión y eso se traduce en baja credibilidad. La gente no le cree al Presidente, al gobierno, porque en el fondo no hay conexión entre la autoridad y la ciudadanía”.

Para Montenegro, hay una suerte de “euforia forzada” por el segundo tiempo, “una presión para mostrar un espíritu optimista, que la gente no lo comparte”. Revertir este escenario no pasa por “comunicar más los logros”, destacando que “el gobierno no tiene la habilidad social de ponerse en el lugar de los otros, sino que permanentemente trata que la gente se ponga en el lugar que el gobierno quiere”.

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