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La fiebre de bonos y subsidios que tienta a La Moneda para enfrentar el ciclo electoral

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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No hay dos opiniones en el Gobierno y el oficialismo para reconocer que el alza del costo de la vida en aspectos básicos —alimentos, transporte y combustible— es un peligro para la actual administración, que tiene un magro 29% de apoyo en las encuestas. Y reconocen que la insistencia de Palacio en poner énfasis en el discurso de los exitosos índices económicos obtenidos estos dos años en crecimiento y pleno empleo, lo único que logra es chocar de frente con la realidad ciudadana que percibe a diario un alza constante en diversos bienes de consumo de primera necesidad, mientras que los sueldos siguen igual.


A la medianoche aterrizó el Presidente Sebastián Piñera y su comitiva tras participar en la Cumbre de Las Américas que se realizó en Cartagena de Indias. En su escritorio lo espera para su firma el proyecto de subsidio del Transantiago, que busca congelar el precio del sistema de transporte público por este año y el próximo. La iniciativa es considerada una prioridad para La Moneda, aunque en sectores del oficialismo prendió las alarmas por la señal que lleva implícita de trasfondo: la tentación de ceder, en pleno año de elecciones, a una política de bonos y subsidios ajenos a la cultura de la derecha, con el objetivo de intentar contrarrestar los efectos negativos de la inflación.

Mientras el Presidente Piñera estuvo en Colombia —del miércoles al domingo, días en los que incluyó una agenda privada de recreación en dicho país— en Santiago se afinaron los detalles del proyecto. Ya para el jueves el texto estaba ajustado en todos sus detalles y fue parte del análisis del comité político que ese día realizaron en la tarde los ministros de Interior, Rodrigo Hinzpeter, de la Segpres, Cristián Larroulet, de la Segegob, Andrés Chadwick y de Hacienda, Felipe Larraín.

Se tuvo especial cuidado en no adelantar —en ausencia del Mandatario— los aspectos centrales de la medida, ya que será el propio Piñera quien encabece esta mañana una ceremonia anunciando el subsidio que apunta a aliviar a la clase media y sectores vulnerables. En todo caso, sí se sabe que el proyecto implica un subsidio de $370 mil millones para congelar el valor del pasaje del Transantiago hasta finales del 2013.

No hay dos opiniones en el Gobierno y el oficialismo para reconocer que el alza del costo de la vida en aspectos básicos —alimentos, transporte y combustible— es un peligro para la actual administración, que tiene un magro 29% de apoyo en las encuestas. Y reconocen que la insistencia de La Moneda en poner énfasis en el discurso de los exitosos índices económicos obtenidos estos dos años en crecimiento y pleno empleo, lo único que logra es chocar de frente con la realidad ciudadana que percibe a diario un alza constante en diversos bienes de consumo de primera necesidad, mientras que los sueldos siguen igual.

Si a eso se suma —reconocen en el oficialismo— un Mandatario que efectivamente tiene problemas para “comunicar y empatizar” con la gente, medidas para contrarrestar este zapato chino en que se siente la Alianza toman mayor relevancia.

En el caso puntual del Transantiago, el congelamiento del precio del pasaje es el mejor camino posible, porque todo apuntaba a un alza inevitable y constante, una fórmula —recalcan en todo el oficialismo— 100% impopular y nada recomendable para enfrentar la temporada de elecciones que se aproxima con los comicios municipales de octubre y las parlamentarias y presidenciales del próximo año.

En privado en la derecha no dudan en catalogar el proyecto de subsidio del Transantiago como “demagógico” y “populista”, pero también precisan que el escenario actual es complejo, sobre todo por la baja aprobación del Gobierno, y considerando que no hay otras alternativas viables para contrarrestar el problema, finalmente terminarán por ceder ante la medida, por mucho que vaya contra la ortodoxia del sector. La propuesta tampoco es del agrado de los parlamentarios de regiones que ven con mala cara iniciativas de esta índole. El Ejecutivo espera aplacar las críticas en la derecha, contemplando en el proyecto “recursos espejos” para regiones y así lograr el apoyo que necesita en el Congreso.

La fiebre

En La Moneda reconocen que el impacto y efectos de la actual inflación lo están analizando desde mediados del año pasado y que a estas alturas, efectivamente es una de las principales piedras en el zapato que tiene la administración piñerista. Desde hace unos dos meses, puntualmente, se ha venido instalando en el Gobierno el convencimiento que es necesario ceder terreno a los otrora criticados bonos, porque han comprobado que en general la ciudadanía los recibe positivamente y los ven como una solución concreta.

Por lo mismo, no es casual que el martes pasado en la noche —antes de viajar a Colombia— el Presidente Piñera en la reunión que celebró en su casa con diversos dirigentes de su partido (RN), se comprometiera a dar bonos focalizados este año, como será el caso de los colectiveros.

Desde la Alianza precisan que con todo este cuadro no se puede negar que La Moneda está empezando a sucumbir a la “fiebre” del bono y el subsidio, mientras que añaden que esperan que ésta no se transforme en una forma permanente de gobernar.

[cita]En privado en la derecha no dudan en catalogar el proyecto de subsidio del Transantiago como “demagógico” y “populista”, pero también precisan que el escenario actual es complejo, sobre todo por la baja aprobación del gobierno, y considerando que no hay otras alternativas viables para contrarrestar el problema, finalmente terminarán por ceder ante la medida, por mucho que vaya contra la ortodoxia del sector.[/cita]

Al respecto, el académico de la Universidad del Desarrollo, Eugenio Guzmán, recalca que “el problema de fondo y real que tiene el Gobierno hoy es la inflación y ante eso, claro que la idea del subsidio (al Transantiago) es populista”. Añade que no se puede dejar de lado del análisis que zanjado este proyecto, se pondrá sobre la mesa la reforma tributaria, ítem donde al igual que en el subsidio, no hay consenso con la UDI.

El diputado gremialista, Ernesto Silva, señaló que prefiere esperar a conocer los contenidos del proyecto antes de opinar, pero recuerda que “los bonos tienen cosas malas, como el asistencialismo y que no sean focalizado, razones por las que la UDI ha sido siempre crítica de éstos”. Se abre a considerarlos, sólo porque —agrega— tienen el efecto positivo de ser una transferencia de recursos directa a las personas, por lo que reconoce que “este es un debate donde no se puede tener una miraba blanco o negro”.

No son pocos los que creen que dado el rechazo que genera en la UDI la reforma tributaria y la mala cara con que miran el subsidio del Transantiago, finalmente La Moneda logre la aprobación del congelamiento del pasaje a cambio de concesiones relevantes en materia de impuestos. Silva da algunas señales del ánimo en la UDI al respecto: “La inflación es y debe ser la prioridad, tanto que debe estar antes que las reformas tributarias, políticas y electorales”.

Ello, porque —advierte Silva— los efectos de la inflación en la pobreza son brutales y de paso también perjudica la inversión. Y aunque a nadie le gusta reconocerlo “tienen un efecto político potente y ad portas de enfrentar años electorales, se transforman en un jugador relevante”.

Para el analista UDD, Gonzalo Müller, a lo que el Gobierno debe apuntar en estos instantes es a “una agenda microeconómica para atacar inflación, que efectivamente es un enemigo importante, porque tiene una gran influencia en la sensación de bienestar de las personas. Es lo que hizo Michelle Bachelet el 2008”.

Müller advierte que esta agenda microeconómica no debería “golpear” doctrinariamente a la derecha, pero ello —agrega— será inevitable con la reforma tributaria en ciernes, “en la que no hay una convicción real en la Alianza, en ese punto si hay y habrá una pelea doctrinaria. Este Gobierno ha contado con la mayor cantidad de recursos fiscales en años, ha tenido 1.800 millones de dólares extras y con una cifra así, es lógico pensar que hay otras formas de obtener recursos”.

Esta agenda será parte del debate de la reunión del consejo de gabinete que hoy encabezará Piñera, el segundo del año luego de la cita en Cerro Castillo en enero y que busca afinar las estrategias para el segundo tiempo de su mandato. Es que hay preocupación en Palacio, porque las definiciones tomadas inicialmente para esta última parte de la recta del Gobierno, no han dado los frutos esperados.

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