Tras el anuncio que hizo anoche el Presidente hay una historia de meses de muñequeo y presiones con los sectores más ideológicos de la derecha como L&D. Y aunque la cifra que se recaudará no es sustancial, el Gobierno se anota un triunfo político por negociar exitosamente con sus partidos y lograr mandar una señal de que Piñera no es un defensor de los intereses del empresariado.
A primera vista se podría creer que La Moneda cedió ante las presiones del gremialismo al decidir incorporar, después de rechazar varias veces la idea, una rebaja al impuesto de los combustibles en el ajuste tributario que anunció anoche el Presidente Sebastián Piñera por cadena nacional. Aunque es indiscutible que el Gobierno —siempre criticado por su falta de pericia política— se anotó en esta vuelta un punto relevante: lograr el respaldo de toda la coalición oficialista y así, neutralizar una batalla en ciernes con la UDI, en una materia (tributos) que por naturaleza y dogma genera rechazo en la derecha.
De paso, este es uno de los pocos gallitos ideológicos en los que el Mandatario ha logrado ganar ventaja al sector más duro y conservador del gremialismo y que en este tema se expresó en la voz del senador Jovino Novoa, quien durante semanas advirtió del rechazo a la iniciativa: “Esta reforma no ingresa al Parlamento a través del Senado, sino que lo hace en primer trámite por la Cámara de Diputados, voy a tomar palco. Todo el mundo sabe que yo soy contrario a esta reforma”, declaró a mediados de mes y criticó, de paso, que “en los dos años de gobierno de Piñera la centroderecha se ha debilitado”.
Sin embargo, Novoa no era la única voz que reflejaba el sentir gremialista ante la idea de la enmienda, que comenzó a evaluarse en el Ejecutivo a mediados del año pasado. El ex ministro de Hacienda de Pinochet y hoy consejero del Instituto Libertad y Desarrollo, Hernán Büchi, sentenció hace no más de un mes que una mayor carga tributaria para las empresas “va a disminuir la velocidad y la fuerza del crecimiento” del país. Esto, ya que “los mayores impuestos al final los pagan las personas y no las empresas, si a éstas les suben los impuestos, van a emplear a menos personas” y aseguró que el Presidente Piñera “se equivoca al gobernar con las banderas de otros”.
Así, no fue hasta mediados de la semana pasada que efectivamente se produjo un punto de inflexión ante la amenaza de la bancada UDI de rechazar la reforma en el Congreso, si es que no se incorporaba una modificación que permitiera reducir el precio de los combustibles.
Con un 29% de apoyo en las encuestas y la autoridad presidencial cuestionada por el desboque de los ministros presidenciables que adelantaron el síndrome del pato cojo, lo último que Piñera necesitaba era otro round doctrinario con el gremialismo y los poderes fácticos de la derecha que aumente la imagen de un oficialismo dividido, sin una ruta común.
[cita]Lo realmente importante —afirman en ambos partidos— fue el trabajo previo, de reuniones y conversaciones diarias de los últimos diez días que lideró el equipo político de Palacio, los ministros Andrés Chadwick (Segegob) y Rodrigo Hinzpeter (Interior), incluso Cristián Larroulet (Segpres) con dirigentes y parlamentarios de ambos partidos.[/cita]
A mediados de la semana pasada, el nuevo timonel UDI, Patricio Melero, tuvo una reunión que pasó a ser clave, en la cual dejó claro al equipo político de Palacio que los votos de su partido no iban a estar en el Congreso para la reforma. Comentan que fue una conversación “franca y directa”, que generó un cambio de rumbo en el Ejecutivo, porque desde ese instante se pasó a una fase de diálogo.
Fue desde ese momento que “realmente comenzaron a escuchar en el Gobierno y a considerar las propuestas que se hacían desde los partidos”, algo poco común —recuerdan en la Alianza— en el estilo según el cual La Moneda ha llevado la mayoría de los temas legislativos.
La cadena nacional que anoche hizo Piñera, en la que explicó al país los contenidos centrales de la reforma, estaba grabada desde la mañana de ayer, al menos unas cinco horas antes de la cita que tuvo en Palacio con Melero, el vicepresidente de RN, Baldo Prokurica, más diputados y senadores de la Alianza de las comisiones de Hacienda, donde estaban varios de los principales detractores de la enmienda, como los UDI Ernesto Silva y José Antonio Kast.
Esa seguridad para grabar con tanta anticipación, no se la dio solamente la cena de la noche del miércoles en su casa, donde el Presidente Piñera le comunicó a las directivas de la UDI y RN que incorporaría la rebaja a los combustibles, lo que logró sellar la “pax romana” en el oficialismo.
Lo realmente importante —afirman en ambos partidos— fue el trabajo previo, de reuniones y conversaciones diarias de los últimos diez días que lideró el equipo político de Palacio, los ministros Andrés Chadwick (Segegob) y Rodrigo Hinzpeter (Interior), incluso Cristián Larroulet (Segpres) con dirigentes y parlamentarios de ambos partidos.
Así, en la UDI y RN coincidían en reconocer que “el equipo político funcionó bien”, “hicieron mejor las cosas esta vez”, “realmente escucharon esta vez” y “el gobierno se manejó sorprendentemente bien en esta ocasión”. También coincidieron en la Alianza que este “cambio de estilo” de La Moneda pasó por un asunto de necesidad, de evitarle otro traspié a Piñera, por lo que había “conciencia de que se debía actuar más prolijamente”.
En la propia Moneda reconocían que estaban más que conformes con los resultados y que se instaló un buen escenario, para que el Mandatario recobre liderazgo y que se logró anunciar e instalar el discurso de una reforma tributaria —aunque la oposición diga que es un mero ajuste— sin que “la pradera de la derecha se incendiara”.
El lunes deberían ingresar los proyectos al Congreso, porque el ajuste en sí se tramitará en paralelo a otro proyecto —que tendrá urgencia— para rebajar los combustibles, que modificará el actual impuesto específico y cambiará el Sistema de Protección al Contribuyente del Impuesto Específico a los Combustibles (Sipco).
Mientras en la Alianza recalcan que esperan que la buena muñeca que mostró La Moneda en esta vuelta “no sea un hecho aislado”, sino que refleje un hito más permanente para este segundo tiempo, en el gremialismo igual advierten que este consenso y armonía no implica un cheque en blanco. Esperan que una vez que conozcan el contenido y detalle de la reforma, no se encuentren con la temida “letra chica”, porque de ser así, los triunfos conquistados en Palacio —advierten— no pasarán de ser un espejismo.