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Peña sobre correos de Errázuriz y Ezzati: «Los medios no tienen el deber de ser discretos con la información de interés público que reciben» El académico defiende la libertad de la prensa en publicar comunicaciones privadas

Peña sobre correos de Errázuriz y Ezzati: «Los medios no tienen el deber de ser discretos con la información de interés público que reciben»

El rector de la UDP asegura que en los mails entre ambas autoridades eclesiásticas «no hay ninguna deliberación sustantiva, relacionada con la misión pastoral o dogmática de la Iglesia. En ellos hay simplemente cálculo de consecuencias, un juego de poder, tosco y astuto, como el que habría entre un candidato a diputado y un ejecutivo de Soquimich, o entre un empresario de la basura y un concejal».


El rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, fustigó duramente el intercambio epistolar realizado entre los cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati, en los cuales vetan a Juan Carlos Cruz para integrar una comisión del Vaticano, y al padre Felipe Berríos para ser capellán de La Moneda, indicando que en tales mails no existe deliberación relacionada con la «misión pastoral o dogmática de la Iglesia».

En su habitual columna en El Mercurio, Peña asegura que los correos electrónicos, dados a conocer por El Mostrador, revelan la «omnipotencia y los rasgos eternos del poder. Y al hacerlo transforman en ridículo el alegato de que se trata de comunicaciones privadas. Atendido su contenido, alegar que son privados equivale simplemente a enarbolar la vieja doctrina del arcana imperii : que el poder tiene derecho a tener secretos para afectar los intereses de terceros».

El columnista precisa que los mails intercambiados por ambas autoridades de la Iglesia Católica «(adornados cada dos líneas con apelaciones a la Virgen, persignaciones reiteradas, deseos de la buena voluntad de Dios y compañía del Espíritu Santo) hay una reflexión cruda acerca de la conveniencia que ciertas personas (Felipe Berríos y Juan Carlos Cruz) accedan a posiciones de notoriedad e influencia (la capilla de La Moneda y la comisión papal para la tutela de los menores, respectivamente )».

«No hay en esos mails ninguna deliberación sustantiva, relacionada con la misión pastoral o dogmática de la Iglesia. En ellos hay simplemente cálculo de consecuencias, un juego de poder, tosco y astuto, como el que habría entre un candidato a diputado y un ejecutivo de Soquimich, o entre un empresario de la basura y un concejal. Ni más ni menos. Ni Ezzati ni Errázuriz requirieron estudiar teología y asomarse a los abismos de la condición humana para tejer ese tipo de consideraciones. En otras palabras, los mismos sujetos que ejecutan el rito de la transubstanciación, son los que se dedican a tejer conspiraciones domésticas», afirma.

En ese sentido, Peña se pregunta si hay que extrañarse por eso, mencionando que eso mismo puede decirse de las comunicaciones intercambiadas entre Errázuriz y Karadima.

Añade que «en este caso, fuera del tono amistoso y edulcorado, lo que hay es un esfuerzo de Errázuriz por que Karadima se aparte de su ministerio y de su parroquia, pero que ello no trascienda y aparezca en cambio como un asunto regular. Se trata de más o menos lo mismo que haría cualquier político doméstico y banal para apartar a alguien de su cargo por haber tenido mala conducta, salvando al mismo tiempo al partido».

El académico habla a su vez de la aparición del nombre de Enrique Correa, señalando que «es un hombre que ha hecho invaluables aportes a la democracia chilena. De eso no hay duda. Como consecuencia de esos aportes invaluables alcanzó un acceso a los pasillos y los recovecos del poder, un acceso que los ciudadanos de a pie no poseen».

Sin embargo, sostiene que el problema que se origina con esto es «que él usa el acceso a esos pasillos y esos recovecos de maneras múltiples y ubicuas: remuneradamente a veces, gratuitamente otras, y en todas para incrementar su poder. Ha erigido así un poder privado tejido no sobre el dinero (el que tampoco está ausente) sino sobre los pasillos del poder y el acceso al poderoso. Agobiado Errázuriz por la probabilidad de que Felipe Berríos (ese cura que comparte la extraña locura de la cruz) sea nombrado capellán de La Moneda no recurre al Gobierno para plantear sus puntos de vista».

«Recurre a Enrique Correa para que, haciendo de intermediario, advierta de la inconveniencia de que Felipe Berríos acceda a esa posición. El hecho es, a primera vista, incomprensible; pero ayuda a entender la índole del poder de Enrique Correa: un poder que en realidad no tiene, sino un poder con el que inexplicablemente lo invisten quienes, entre ellos el cardenal Errázuriz o el ministro Burgos, se relacionan con él».

Defensa de la prensa

Carlos Peña también se refiere a la publicación de esos correos y a los reclamos de los involucrados en el sentido que se habría violado la privacidad.

Al respecto, asegura que «no es razonable sostener que los medios que divulgaron esos correos han hecho eso. Porque lo que los medios han hecho es difundir una información que juzgaron, correctamente además, ser de interés público. Y ocurre que los medios no tienen el deber de ser discretos con la información de interés público que reciben. En cuestiones de interés público el deber de los medios es ser indiscretos».

«La discreción es un deber de quien tiene obligaciones de confidencialidad, no de quien tiene el deber de informar en asuntos que atingen a todos. Esperar que los medios no sean indiscretos, es tan absurdo como esperar que un cirujano de vocación (Freud dixit ) no tenga algo de sádico. ¿O es que acaso en democracia se puede jugar con las cartas marcadas y al mismo tiempo enojarse porque la argucia se revele?», agrega.

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