Publicidad
¿Quién se quedó con La Nación? ¿Y para qué?

¿Quién se quedó con La Nación? ¿Y para qué?

Nominalmente la adjudicataria fue Macarena Duarte Sepúlveda, de 35 años, una joven ingeniera comercial, parte del personal de la consultora Novoa y Compañía Limitada, quien presentó en sobre cerrado y a su propio nombre una oferta por 320 millones de pesos, cash. El socio principal de esta empresa de consultoría, y quien se supone es el verdadero comprador, es Luis Novoa Miranda. Sin embargo, como la empresa consultora no pertenece al rubro comunicaciones, no queda claro qué pretende hacer con el periódico.


Hasta ahora es el secreto mejor guardado de la corona, pese a ser una licitación pública. La privatización de lo que quedaba del diario La Nación (su versión digital online), que ya no tenía ni edificio, ni imprenta, ni participación en el Diario Oficial, pero sí una marca consolidada de cien años de antigüedad y un sitio web con varios miles de visitas, ha sido todo un misterio, principalmente por el procedimiento de adjudicación empleado, que tiene señales de anormalidad, y porque culminó con la renuncia del presidente de la Comisión Liquidadora, Daniel Platowsky, y con La Nación.cl en manos de una persona que aún no se sabe bien quién es y mucho menos se conocen sus intenciones.

Nominalmente la adjudicataria fue Macarena Duarte Sepúlveda, de 35 años, una joven ingeniera comercial, parte del personal de la consultora Novoa y Compañía Limitada, quien presentó en sobre cerrado y a su propio nombre una oferta por 320 millones de pesos, cash. El socio principal de esta empresa de consultoría, y quien se supone es el verdadero comprador, es Luis Novoa Miranda, un ingeniero comercial, que ha orientado la compañía a asesorías contables, financieras y tributarias. Entre sus clientes se encuentran Movistar, Mapcity y la empresa de contenedores y sacos Coresa.

Como la empresa consultora no pertenece al rubro comunicaciones, no queda claro qué pretende hacer con La Nación. Según Nancy Arancibia, presidenta del Sindicato: “Por lo que sabemos, Luis Novoa se hará cargo del diario de aquí al viernes. A él le gustaba el diario, vio una oportunidad de invertir y quiso comprarlo. No tenemos indicios que vaya a representar otros intereses, todo parece indicar que no. El que se ha empezado a comunicar con nosotros ha sido él y nos han dicho eso internamente”.

Según otras fuentes, “Novoa se compró La Nación para hacer negocios. Ha tenido pasos por varios  proyectos digitales. Y lo más probable es que venda las marcas del diario”.

Este medio intentó contactar a Macarena Duarte y a Luis Novoa, pero ninguno quiso referirse al tema y la duda subsiste.

La renuncia del presidente de la Comisión Liquidadora, el ex RN Daniel Platovsky, alimentó fuertemente las dudas. Él no ha querido referirse a los motivos que lo llevaron a dejar el cargo. Nancy Arancibia sostiene que “al salir de la reunión, Platovsky dijo que renunció porque era de la idea de que la licitación se declarara desierta”, lo que hasta ahora no ha sido oficialmente confirmado ni desmentido.

Los procedimientos que siembran dudas

Entre los motivos que han generado dudas están las ambigüedades y el perfil poco usual de los procedimientos y tiempos usados en la licitación, y la poca  información útil que entregaron las Bases de licitación a los oferentes.

Además, el proceso de licitación fue realizado y asesorado por Claro y Asociados, cuyo socio y fundador es Jorge Claro, dueño del Canal del Fútbol, y quien –es sabido– tiene sus ojos puestos en inversiones en comunicaciones. Hace un par de años fichó a Juan Luis Alcalde, ex gerente general de Mega y, según declaró a revista Qué Pasa, en enero de 2013, para encabezar un área de medios “…que él mismo nos propuso. La idea es analizar posibilidades de invertir en la industria de las comunicaciones (… ) para cualquier proyecto nuevo tenemos el respaldo de lo que hemos hecho en el CDF”.

La decisión de contratar a Claro y Asociados correspondió a la Comisión Liquidadora, conformada por Daniel Platovsky, ya renunciado, Gastón Gómez Bernales y Andrés Correa Cruzat, estos dos últimos abogados socios de Eluchans & Cía. Todos, los tres, de confianza exclusiva del Presidente Sebastián Piñera, sobre todo Platovsky y Gómez, muy cercanos al gobernante.

De ahí la sensación incómoda que genera la contratación como asesor y ejecutor de la licitación de la unidad económica La Nación de alguien vinculado a otro medio de comunicación.

La Junta de Accionistas, con el voto del Estado de Chile –accionista mayoritario (70%)–, y sin la concurrencia de los accionistas privados minoritarios, ratificó la adjudicación de La Nación a la joven Macarena Duarte, lo que gatilló la mencionada renuncia de Daniel Platovsky. El voto del Estado de Chile, otorgado materialmente por el Tesorero General de la República, implica obviamente una decisión unilateral bajo instrucciones superiores.

Un segundo aspecto que llama la atención es el manejo de los plazos y la poca información relevante disponible. Las bases de licitación contuvieron escasa información útil para la evaluación oportuna del negocio y posterior elaboración de la propuesta económica para intentar adjudicar, y toda la información que faltaba –casi toda– se le debía preguntar a Claro y Asociados dentro de cierto plazo, y se establecía otro plazo en el cual Claro y Asociados tenía que responderlas, el cual vencía el viernes 10 de enero del año en curso, esto es, pocos días antes de la entrega y apertura de los sobres de los interesados (que debían contener, entre otros papeles relevantes, el dato del precio que ofrecían pagar por La Nación).

Claro y Asociados se tomó hasta el último día de su plazo, y recién contestó las preguntas el viernes 10 de enero, ya concluida la jornada laboral, por lo que esas respuestas con información clave recién estuvieron disponibles para los interesados el lunes 13 de enero, esto es, sólo 3 días antes de la licitación, porque el plazo para presentar las ofertas económicas (precio incluido) vencía el jueves 16 a las 10:30 a. m.

Así, en sólo 72 horas, los interesados tuvieron que hacer de todo, desde sacar una boleta de garantía bancaria por la cantidad de 25 millones de pesos y evaluar el negocio, hasta ajustar la cantidad de dinero a ofrecer por La Nación. Y, por supuesto, conseguirse el dinero para pagar el precio y el dinero necesario para continuar con la operación del negocio, porque la unidad económica en licitación arroja importantes pérdidas económicas, de más de 330 millones de pesos anuales (según la información transparentada por Claro y Asociados sólo 72 horas antes).

Es como si no se deseara que hubiera oferentes.

Se desconoce cuál es el proyecto que Duarte/Novoa tienen para La Nación, que puede ir desde el cierre del diario digital para comercializar posteriormente a terceros sus marcas comerciales, pasando por una nueva venta del activo del medio (pero ahora sin la complejidad de tener como accionista al Estado de Chile), hasta la gestión misma del diario por parte de Duarte/Novoa.

Nadie sabe con exactitud de dónde proviene el financiamiento de la adjudicataria, pero es evidente que ningún actor del sistema financiero formal le prestará 320 millones para un negocio con pérdidas y sin que el adjudicatario conozca lo suficientemente bien la actividad periodística como para revertir las cifras rojas.

El único otro oferente de la licitación fue el diario electrónico El Mostrador, que ofreció $106 millones, y quedó fuera por ser una oferta menor.

Resulta curioso que tratándose de una licitación pública prácticamente nadie quiera referirse a ella, aunque en off se asegura que no existiría nada extraño en la misma.

Sin embargo, es evidente que mientras no se conozcan –a lo menos– las actas de la Junta de Accionistas de La Nación y las actas de su Comisión Liquidadora, que contienen los fundamentos de las decisiones adoptadas (entre ellas el por qué se eligió a Claro y Asociados como asesor y realizador de la licitación, y el por qué renunció Daniel Platovsky), la transparencia no estará hecha, y cuando se vende un relevante medio de comunicación social de casi 100 años lo más importante es la transparencia, la transparencia total. Así lo planteó el miembro del Directorio de El Mostrador, Federico Joannon, quien señaló que, al ser este medio el otro oferente, porque le interesaba cuidar, mejorar y perpetuar en el tiempo el medio informativo La Nación, “le interesa ahora la máxima transparencia para evitar que se instrumentalice la participación de nuestro diario, y se entienda malamente que valida con su presencia un proceso de licitación lleno de ambigüedades y cosas poco claras e inhabituales en estos procesos”. Y agregó que “pediremos las actas pertinentes y toda la demás información relevante, y la transparentaremos a la ciudadanía”.

Publicidad

Tendencias