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De analfabetos, ciegos y sordos: El SANFIC9 Nacional y su homenaje a la alteridad Crítica de cine

De analfabetos, ciegos y sordos: El SANFIC9 Nacional y su homenaje a la alteridad

Leo Robles. Periodista y crítico de cine.


analfabetas b y n“Je est un autre” (“Yo soy otro”), es una pequeña frase dentro de la famosa “Carta del vidente” escrita por Arthur Rimbaud a Paul Demeny, que según muchos cambió la historia de la poesía y de las artes en general. Unas cuantas letras sacadas de la aleatoriedad y puestas en orden por un muchacho de 17 años con ganas de quemar el mundo a su paso. El genio de Charleville propuso la confusión de los sentidos como una forma no sólo de ser otro, sino de mezclarse con el mundo y su infinidad de variantes, dicho de otro modo, eliminar las barreras.

La reciente premiación del SANFIC9 en su apartado nacional premió a la alteridad, vale decir a su visibilización. En la categoría de Mejor Película, la cinta favorecida fue “Las analfabetas”, ópera prima de Moisés Sepúlveda, mago profesional y guionista de “El remplazante”. La cinta cuenta con la soberbia actuación de Paulina García que sostiene todo el metraje en el papel de Ximena, una  cincuentona  que no sabe leer. Pero ¿Qué es leer? Se puede leer el tiempo en las nubes y una singular dimensión del absurdo en los pasillos del supermercado. Se puede leer en cualquier cosa y por consiguiente ser analfabeto en cualquier otra.

Ximena no sabe juntar las letras al contrario de Rimbaud y vive con vergüenza por eso. Ella es el otro, el discriminado radical que vive en la orilla del frente del lenguaje, el sueño de muchos educados que pretenden ser un poco más salvajes, pero Ximena quiere secretamente aprender a leer. En este punto entra en juego la actriz Valentina Muhr en el rol profesora, con una interpretación mucho menos rotunda que la de García. Lo que resulta de la fusión, es una trama predecible en la que Muhr abandona su supuesta ventaja, para dar rienda suelta a su fragilidad. Intimista y poco compleja, la película muestra la evolución del vínculo que se establece entre ambas mujeres, destacando el cuidado trabajo sobre la fotografía y el ritmo audiovisual.

La Mejor Dirección fue para José Torres Leiva (“El cielo, la tierra y la lluvia”) por “Ver y escuchar”, un drama documental sobre la vida de ciegos y sordos, así como de las estrategias que usan para insertarse en una sociedad que les vuelve la espalda. Un mundo que dice aceptarlos desde un plano utópico y discursivo, pero que sin embargo los aplasta sin piedad. El largometraje después de un rato se vuelve repetitivo pues no hay una evolución en cuanto a términos de guion, sino sólo un desfile, una exposición de diferentes casos que muestran la intimidad de los entrevistados mediante la propia narración de sus triunfos y miserias.

Desde el punto de vista de la fotografía sólo hay aciertos, pues no desaparecen las espectaculares tomas a las que Inti Briones nos tiene acostumbrados y al mismo tiempo se da paso al riesgo, pues se sale del terreno ya explorado en términos cromáticos para llevarnos de paseo junto a Cristian Soto (“La última estación”) por una emulación atinada en tonos sepia y colores alterados, que pretenden acercarnos mediante este juego a la realidad de los no videntes y su forma alterada (para nosotros) de percibir lo que los rodea.

Queda la sensación de que una pródiga elección en los personajes no es el único criterio a la hora de construir un buen filme basado en ellos, sino que faltó el tiempo para el desarrollo narrativo de una historia que no sólo funcione por una buena investigación previa. Se agradece el oficio, la simpleza y el respeto en esta pretendida sinfonía coral de la diferencia, pero es un ejercicio que no se sostiene en el tiempo que dura, pues termina coartando lo mismo que quiere mostrar.

Después de ver este homenaje a la otredad, sólo nos resta decirle bravo al SANFIC por las buenas intenciones a la hora de seleccionar el palmarés, premiando filmes sencillos y honestos, pero por otro lado, ya sabemos el camino que éstas pavimentan. Hasta el próximo año.

 

 

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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