Publicidad
Feria Internacional del Libro de Santiago 2018 herida de muerte por lucha de poder entre editoriales CULTURA

Feria Internacional del Libro de Santiago 2018 herida de muerte por lucha de poder entre editoriales

Dos de los cuatro gremios anunciaron que no participarán. El financiamiento del Ministerio de Cultura –unos $80 millones– depende de la participación de todos los actores, tanto editores, libreros como distribuidores. Las transnacionales incluso evalúan realizar su propia feria.


Una encarnizada lucha de poder se vive actualmente en el mundo editorial, que deja herida de muerte a la próxima Feria Internacional del Libro de Santiago 2018 (Filsa), que, de no cerrar abruptamente, tendrá lugar entre el 25 de octubre y el 11 de noviembre, y cuyo invitado este año es Perú.

Esta semana la Corporación del Libro, que agrupa a las grandes editoriales, incluidas varias transnacionales, anunció que no participará en la próxima edición, por desacuerdo con la organización del evento, a cargo de la Cámara del Libro. Incluso podría organizar su propia feria.

En tanto, las editoriales independientes están divididas. La Asociación de Editores de Chile, como colectivo, no participará, mientras la Cooperativa de los Editores de la Furia sí confirmó su participación a este diario, en palabras de su presidenta, Paula Gaete.

La Cámara del Libro señaló este jueves que, aunque respeta la decisión de las transnacionales, espera que se revierta y manifestó su voluntad de «trabajar» para ello.

Aporte condicionado

El año pasado el Ministerio de Cultura condicionó su aporte de financiamiento de la Feria a la participación de estos cuatro actores, con lo cual la versión 2018 sufriría un duro golpe, porque se sumaría al dinero que pone la propia Corporación por concepto de stands.

Este año se trata de un convenio por $80 millones de pesos, aún sin firmar. Una alta fuente del ministerio manifestó que el tema debe resolverse «a más tardar la próxima semana». Otra fuente de la secretaría de Estado señaló que, si no hay acuerdo, no habrá dinero. En 2014, el presupuesto total de Filsa fue de $600 millones de pesos.

«Nos sorprendió la carta, no lo esperábamos», señaló una fuente de dicha cartera. Sin embargo, recalcó que «esta es una disputa entre privados, por un evento que no es organizado por el ministerio». «Como ministerio nos preocupa este desencuentro, aunque no es nuevo. Viene pasando hace al menos dos años. Hay una disputa por la marca y otros temas no resueltos», agregó.

«Es innegable la importancia de Filsa como evento cultural y artístico, abierto a la ciudadanía. Nuestra esperanza es que las partes se pongan de acuerdo y nadie quede afuera. Nos vamos a jugar todas las cartas para acercar posiciones, aunque, si  alguien no quiere hacerlo, no podemos obligarlo ni es nuestro rol», precisó.

«Lo ideal es que lo maneje una fundación independiente a cualquier organización», remató, apuntando a futuro.

El retiro de la Corporación «no es una buena noticia porque estamos a favor de una feria que incluya a todos los actores del mundo editorial», señala María Eugenia Domínguez, académica de la Universidad de Chile y miembro del Observatorio del Libro de esa casa superior.

«No hay cuatro actores en igualdad de condiciones y eso es complejo. No exponer en la feria nos complica sobre todo desde el punto de vista de los públicos, independientemente del tema de los accesos», dijo.

«Es lamentable la decisión de la Corporación de restarse. Creemos que debe haber espacio para todos», añadió.  Además advirtió que muchos de los integrantes de esta entidad «tienen una fuerza transnacional importante en el mundo del libro, no solo en Chile sino a nivel internacional. Tienen buena parte del mercado hispanoamericano y anglo».

La Corporación incluye a gigantes como Planeta, Santillana y Random House-Mondadori, mientras la Cámara agrupa, entre otros, a Norma y Fondo de Cultura Económica.

Promesa incumplida

Según Arturo Infante, presidente de la Corporación del Libro y ex presidente de la Cámara, la situación que terminó de explotar esta semana se arrastra desde hace años.

En 2016, varias grandes editoriales, que dominan el 85% del mercado, se retiraron de la Cámara del Libro para formar su propia agrupación. En ese momento acusaron «falta de representatividad». Fue el mayor quiebre en el más de medio siglo de existencia de la Cámara.

Como es obvio, quisieron seguir siendo parte de la organización de Filsa, pero la Cámara no cedió con facilidad. El año pasado, de hecho, también hubo tambores de guerra. El Ministerio de Cultura acordó poner su parte del presupuesto con la condición de que los cuatro gremios se pusieran de acuerdo, cosa que finalmente sucedió.

En aquella ocasión se fijó por escrito, según Infante, que en enero de este año habría una reunión evaluatoria de la versión de 2017, «para determinar mejorías y cómo avanzar colectivamente». Sin embargo, ello nunca ocurrió. Cuando a fines a junio la Corporación seguía sin tener noticias de los organizadores ni menos del programa, reclamó y les advirtió que «no había ánimo de asistir». Se celebró entonces una reunión con la Cámara, en julio, donde sus integrantes pidieron disculpas y atribuyeron el desencuentro al ajetreo de las vacaciones y cambio de directivas.

Sin embargo, lo que es aún más importante, «ese diálogo no prosperó. Venía bien encaminado, pero hubo un manejo un poco soberbio de parte de ellos, y esas cosas siempre generan rupturas. Se mostraron en una posición absolutamente cerrada a cualquier cambio. Fue un ‘tómalo o déjalo. Es lo que hay, si les gusta, bien, y si no, para afuera'».

Ante ello, cada editorial de la Corporación realizó las consultas pertinentes y luego, el martes pasado, en una reunión de consejo, tomaron la decisión «definitiva de no concurrir porque se ven cerradas todas las puertas. Fue una decisión muy meditada», que se ve reforzada porque a solo tres meses es poco lo que pueden influir en una programación ya definida. Así, esta semana la Corporación envió un correo a la ministra de Cultura, Alejandra Pérez, para comunicar que no seguirá participando en Filsa.

«Tenemos una visión muy crítica de la feria, no es la que queremos», señala Infante. «No nos interpreta, ni el tema de acceso ni el sesgo comercial. En definitiva, es un negocio para sostener una organización gremial», apunta. La Corporación es partidaria del «modelo argentino», donde la feria es organizada por una fundación integrada por todos los gremios, porque también cree que la Filsa se ha quedado atrás y hoy es superada por sus pares de Lima y Bogotá.

Debido a la situación, la Corporación ya evalúa una feria propia. «Ya hay gente trabajando para buscar espacios alternativos que no se pierdan lo más importante que tenía la feria. Nos juntaremos la próxima semana para ver cómo restituimos ese espacio perdido», detalló Infante.

En su salida, la Corporación no está sola. Por su parte, en una misiva de este miércoles, la Asociación de Editores manifestó a Eduardo Castillo, presidente de la Cámara Chilena del Libro, que este año la entidad «no podrá participar con el stand colectivo que hemos tenido en años anteriores en Filsa. Esta situación se debe a que este tipo de ferias, por sus altos costos de arriendo de stand, implementación y su gran extensión de días, no es viable para gran parte de las más de 70 editoriales asociadas».

«Por nuestra parte hemos optado por poner nuestra energía en la organización de la 7ª Primavera del Libro, feria que organizamos junto a la Fundación Cultural de Providencia, que se realizará entre el 4 y 7 de octubre en el Parque Bustamante. La Primavera del Libro es un evento de entrada gratuita, que promueve la bibliodiversidad, la edición chilena, la lectura y los libros», recalcó.

Promesa de diálogo

Este jueves, la Cámara señaló que, aunque respeta la decisión del gremio liderado por Infante, «espera que sea reconsiderada y manifiesta su expresa voluntad para trabajar en revertirla».

«La Feria del Libro es un espacio diverso e inclusivo, donde históricamente han participado todos los actores de la industria del libro en Chile y de la cultura de nuestro país», expresó la Cámara en un comunicado.

«En ese sentido, y de acuerdo a las declaraciones realizadas por la Corporación del Libro y la Lectura, manifestamos nuestra disposición permanente al diálogo para ofrecer como valor fundamental el compromiso con el público, que año a año visita la feria del libro. Un evento y espacio inclusivo en que, por lo demás, todos pueden estar presentes, y en el que esperamos contar con la mayor participación de todos quienes han sido parte y quienes quieran sumarse a esta celebración», agregó.

Para la participación de Perú «se ha realizado un trabajo profundo y profesional junto a diversas instituciones, con el objetivo de ofrecer una representación de su magnífica cultura en todas sus expresiones. Una relevante delegación de escritores, superando hoy más de 35, se sumará a los profesionales peruanos del sector que aterrizarán en Filsa 2018».

«Por consiguiente, el compromiso de la Cámara Chilena del Libro sigue siendo inalterable para acoger la participación de los 120 expositores que está previsto participen en esta versión, como también la programación que, se espera, incluya más de 450 actividades», señaló.

«La Cámara Chilena del Libro ha mantenido y mantendrá un diálogo abierto, no solo con los participantes activos de la Feria, sino también con el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, la Ilustre Municipalidad de Santiago y todas las instituciones que intervienen en este evento país, tal como ha ocurrido durante los últimos 37 años de historia», finalizó.

Publicidad

Tendencias