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Instituto Milenio de Oceanografía: los sorprendentes organismos que viven en las profundidades del mar chileno CULTURA

Instituto Milenio de Oceanografía: los sorprendentes organismos que viven en las profundidades del mar chileno

Una expedición del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) ha capturado diversos seres vivos en hasta 5 mil metros de profundidad. «Nuestros estudios son importantes para que como país conozcamos nuestro océano, comprendamos cómo funciona y cómo nos afecta ahora y en el futuro. Así podemos conservarlo y que pueda mantenerse saludable para las futuras generaciones», señala el científico Rubén Escribano. En convenio con Imago Producciones, este reportaje es acompañado por una nueva entrega del programa Exploradores: del átomo al cosmos, «La exploración del océano profundo».


¿Puede haber vida a 5 mil metros de profundidad, en completa oscuridad y silencio? Una investigación del Instituto Milenio de Oceanografía no solo lo ha confirmado, sino que también ha podido capturar algunos ejemplares para su estudio.

Las costas chilenas son ideales para este tipo de exploración, ya que el país se encuentra frente a la Fosa de Atacama, que llega a los 8 mil metros de profundidad.

«Nuestros estudios son importantes para que como país conozcamos nuestro océano, comprendamos cómo funciona y cómo nos afecta ahora y en el futuro», señala Rubén Escribano, director alterno del IMO. «Así podemos conservarlo y que pueda mantenerse saludable para las futuras generaciones», añade.

Vehículo autónomo de océano profundo «Audacia».

Equipos de alta tecnología

El equipo de investigación de Escribano se dedica al estudio de los organismos –y su ambiente– que habitan el océano profundo (mayor a 200 m) en el Pacífico sur, frente a Chile.

«Estudiamos la ecología de organismos del zooplancton del Pacífico sur oriental frente a Chile. Nuestro objetivo principal es contribuir al conocimiento de la estructura y funcionamiento del ecosistema marino frente a Chile», recalca.

Los estudios se centran en el zooplancton y peces, además del estudio de las condiciones ambientales y los procesos que determinan el origen evolutivo y migraciones de estos organismos. Para ello, se utilizan equipos de muestreo de alta tecnología, capaces de llegar a profundidades mayores a los mil metros y que miden variables ambientales y obtienen muestras del zooplancton y peces.

De las muestras se identifican los organismos, se estudian sus condiciones bioquímicas y se analizan sus ADN, contenidos de lípidos y enzimas, para conocer cuáles son sus fuentes de alimento, explica.

Anfípodo, tipo de crustáceo recogido por los investigadores del IMO.

La red MOCNESS

La investigación se realiza a bordo de cruceros nacionales e internacionales y uno de los equipos más importantes con que cuentan para los estudios en la red MOCNESS (Multiple Opening Closing Net Environmental Sensor System) es un equipo oceanográfico diseñado para muestrear zooplancton y micronecton (krill y peces pequeños y crustáceos) a grandes profundidades.

Este equipo se adquirió gracias al Programa FONDEQUIP de Conicyt, y sus ventajas radican en que puede filtrar grandes volúmenes de agua, pueden muestrear hasta seis capas distintas hasta 6.500 m de profundidad y, además, posee varios sensores ambientales. Además se comunica a tiempo real con el barco, de manera que puede ser monitoreado mientras está en el agua.

La Red MOCNESS-10 es operada en el barco Cabo de Hornos y cuenta con sensores de temperatura, salinidad, oxígeno y fluorescencia, que se pueden monitorear a tiempo real, mientras la red muestrea a profundidad.

«En muchas regiones del mundo se ha avanzado en la misma temática, aplicando métodos y tecnología similar a la nuestra, de manera que estamos a la par con países desarrollados en nuestras investigaciones», destaca Escribano.

Mictófido, tipo de pez recogido durante la investigación del IMO.

Récord de profundidad

Durante el crucero ATCAMEX a bordo del buque Cabo de Hornos, en febrero de 2018, se pudo hacer un muestreo hasta los 5.010 metros de profundidad con la red MOCNESS. Se activaron tres redes, de manera tal que se obtuvieron muestras desde tres capas distintas.

Desde la capa de 4.500 a 5.010 metros se obtuvo una muestra representada principalmente por crustáceos copépodos y organismos gelatinosos; desde la capa de 4.500 metros, una muestra muy rica en peces y crustáceos. Esta fue la muestra con mayor diversidad y abundancia y se estima que la mayoría de los organismos provienen desde profundidades entre mil y 4 mil metros.

Los organismos se separaron en grupos, entre crustáceos, peces, moluscos y gelatinosos, y fueron fotografiados. Se seleccionaron organismos para análisis bioquímico, molecular y para identificación.

Durante el crucero del proyecto HADES, a bordo del buque alemán Sonne (marzo de 2018), además se pudieron realizar cuatro muestreos frente a la zona de Antofagasta-Iquique, con una profundidad de 5.158 metros. «Se pudo confirmar que este muestreo constituyó un récord mundial del muestreo más profundo de zooplancton hecho a la fecha», comenta el investigador.

El ingeniero estadounidense Kevin Hardy; el director del IMO, Osvaldo Ulloa; y Rubén Escribano.

Nuevas especies

«Hemos descubierto nuevas especies y bajo qué condiciones habitan los mares profundos frente a Chile», resalta Escribano. «Una diversidad y abundancia de organismos realmente sorprendente en aguas profundas, dadas las condiciones extremas en que viven», agrega.

Estos organismos están adaptados a condiciones sin luz, escaso alimento, una alta presión y baja temperatura. «En general, poseen una diversidad de colores para camuflarse, poseen bioluminiscencia para comunicarse, son muy voraces, y tendencia a un cuerpo gelatinoso para resistir la alta presión», destaca.

A pesar de la contaminación oceánica actual –con plástico y metales pesados–, los estudios de Escribano aún no han explorado la presencia de contaminantes en organismos de aguas profundas.

Sin embargo, «en otras regiones se han detectado metales pesados y tóxicos orgánicos en animales que viven muy lejos del alcance de los humanos. Aún así los contaminantes pueden llegar a ellos y acumularse», señala.

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