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El poder que mantiene a Larraín a la cabeza de RN

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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El polémico timonel no sólo maneja la colectividad con mano dura, sino también con una generosa billetera personal que, según cuentan, no escatima en gastos ordinarios, ni tampoco cuando de apoyar candidaturas se trata. Es por eso, dicen sus detractores, que cuenta con un sólido respaldo en el Consejo General y de parte de los dirigentes regionales que “esperan ascender políticamente” de su mano. Eso es lo que podría cambiar si es que el grupo de históricos se compromete a hacerle frente al máximo dirigente, pero también “a poner lucas”.


Si el grupo de históricos de Renovación Nacional que decidió enfrentar al timonel del partido, Carlos Larraín, no hubiera sido rechazado por la directiva de la tienda con la dureza que se hizo, tal vez el encuentro de Huechuraba habría pasado sin pena ni gloria. Este es el análisis de un parlamentario que muestra estar total y absolutamente asombrado con el ritmo que están tomando los acontecimientos desde el sábado 24 de septiembre. La “mística” que se ha generado en un amplio sector de la tienda de Antonio Varas en torno a este grupo tiene entusiasmado no sólo a quienes actúan como voceros, sino también a legisladores y dirigentes que estos últimos años habían ido perdiendo las ganas de “hacer partido”. El impulso que está alcanzando este movimiento tiene también otro aspecto positivo, que deja en evidencia un diputado, y es que este equipo está dispuesto a “poner lucas” en la colectividad. Cosa nada habitual antes de la llegada del senador a la cabeza de la colectividad.

La importancia de este antecedente no es menor. Porque el principal argumento que ha dado la disidencia, desde que Larraín tomó el control, para que fuera prácticamente imposible levantar una opción capaz de desbancarlo, es justamente que el dirigente “maneja Renovación como patrón de fundo con todas las de la ley. Pone lucas no sólo para la mantención del partido, sino también para determinados candidatos en las distintas elecciones que hemos enfrentado desde que es presidente”, asegura un parlamentario. Al punto que a eso se atribuye la influencia del timonel sobre el Consejo General y los dirigentes, particularmente de regiones. Por otra parte, entre los legisladores circula el rumor de que Larraín ha hecho firmar pagarés a muchos de los candidatos que ha financiado. Algo que no pasa de ser habladurías, porque ninguno de los supuestamente beneficiados con recursos ha reconocido que existieran tales documentos de por medio.

[cita] Las cosas en Renovación Nacional están revueltas. De hecho, hay parlamentarios liberales que observan con recelo a quienes acaban de irrumpir bruscamente en el escenario partidista. Y, justamente, por eso. Porque sienten que no están dispuestos a “quemarse las manos” y esperan que “nosotros le hagamos la pega”. Pero también porque estiman que la forma como están haciendo las cosas generan un conflicto innecesario al interior del partido.[/cita]

Pero, como todo tiene dos caras, hay quienes intervienen en defensa del timonel. Plantean que si Larraín cuenta con el respaldo del Consejo General, algo que quedó en evidencia el 10 de septiembre cuando fue ovacionado al ingresar al salón plenario, es “no sólo porque pone las lucas para el partido, sino también porque en estos años ha creado un genuino vínculo con las bases. Algo que este grupo de iluminados no tiene ni se ha molestado en forjar”, asegura un militante que ha visto pasar muchas directivas desde que firmó en RN. En su favor, agrega la misma fuente, “hay que decir que Larraín pone las lucas para el interés colectivo y ese es su mérito”. Pero también destacan la “relación directa” que tiene con los dirigentes de todo el país, “es por eso que en consejo lo aclaman”. Y advierten que los entusiastas críticos del timonel, “hace rato que no participan en el partido. No sólo desde cuando llegó Larraín”.

Ahora sí

Lo que está claro es que el polémico estilo con que el timonel ha manejado RN podría estar por llegar a su fin. Y, tal vez, lo que terminó por cansar la paciencia del grupo de Huechuraba, fue justamente la imagen que dejó el Consejo General del 10 de septiembre pasado. No sólo la polémica en que se enfrascó el timonel con la diputada Karla Rubilar, y en la que la mesa debió ceder ante la argumentación de la legisladora por instrucción directa de La Moneda, sino también porque salvo ese encontrón, “nada relevante resultó” del cónclave.

Sin embargo, todo indica que el objetivo que se ha planteado este grupo no será fácil de conseguir. Ello, entre otras cosas, porque requiere del apoyo de sectores de la colectividad que no están del todo de acuerdo con lo que está sucediendo ni con la forma como se determinó hacerlo. Así, la llamada disidencia a Larraín no es un bloque homogéneo. Lejos de eso, tras un recorrido por el partido, es fácil notar que a este grupo que pretende darle un giro drástico a la conducción de RN le espera una ardua tarea. Una labor a la que, según algunos, nunca se han dado y que “no saben hacer, porque ni siquiera tienen  redes al interior de las bases, como sí las ha generado Larraín”. Lo que no es más que una constatación en la que coinciden tanto los que apoyan el trabajo que ha realizado el timonel como su continuidad, y los que estiman que “ahora sí” llegó el momento de dejar paso a un nuevo estilo de conducción.

Las cosas en Renovación Nacional están revueltas. De hecho, hay parlamentarios liberales que observan con recelo a quienes acaban de irrumpir bruscamente en el escenario partidista. Y, justamente, por eso. Porque sienten que no están dispuestos a “quemarse las manos” y esperan que “nosotros le hagamos la pega”. Pero también porque estiman que la forma como están haciendo las cosas generan un conflicto innecesario al interior del partido. Incluso sostienen que el respaldo que tiene Larraín se debe a que “en un momento dado, RN estaba tan emputecido con (Sebastián) Piñera que vio a Larraín como un referente”. Y no cabe duda que el inmenso apoyo electoral que tiene el timonel también amedrenta. Al punto que un parlamentario admite que “él (Larraín) tiene una grandeza electoral tan importante que si vamos a las patadas podemos perder”.

Múltiples escenarios

En este escenario, la irrupción del grupo de Huechuraba cambió de sopetón la estrategia interna que habían diseñado los disidentes. Hasta ahora, explica uno de los involucrados, se había acordado la paz con el timonel del partido y Larraín “reconocía que nos habíamos portado bien. Cristián (Monckeberg) estaba haciendo un buen trabajo en la bancada y estábamos trabajando de manera ordenada y unitaria. Pero esto vino a desordenarlo todo”. Entre otras cosas, porque habría provocado que la bancada tomara posiciones. Tanto así que, según relató un diputado, en la instancia hubo quienes se molestaron ante la posibilidad que algunos de los convocantes a la cita de Huechuraba el 24 de septiembre –Alejandro Álvarez, Gastón Gómez, Carlos Zepeda y Daniel Platovsky- se reúnan con la bancada para explicar los fundamentos del movimiento que representan. Por lo que la cita aún estaría en stand by.

Lo cierto es que hay posturas enfrentadas. Algunos liberales quieren ir por todo en las próximas elecciones internas. Están dispuestos a jugarse el todo por el todo. Levantar una lista propia y enfrentar a Larraín. Esta posición se explica porque, en la reacción de la mesa a la aparición del grupo de los históricos, perciben que el timonel –como nunca antes- está preocupado. A estas alturas podría estar debilitado. Incluso un parlamentario advierte que “a los verdaderos líderes no hay que derrocarlos, porque saben cuando retirarse”. Otros, están en la postura mucho menos temeraria. Creen que hay que actualizar el acuerdo con Larraín y hacerle ver que no existe una relación formal entre quienes convocaron a la cita del 24 de septiembre y los liberales que actúan dentro de la estructura partidaria.

En este escenario donde no hay nada claro, el tema de las elecciones internas de abril ocupa un importante espacio de debate en el partido. Es una permanente conversación de pasillo. Y mientras un grupo está dispuesto a competir, otro cree que lo ideal sería una candidatura de consenso, que representara un “partido inclusivo”, sin Larraín a la cabeza aunque no descartan que el actual timonel pudiera integrar la lista. Los que avalan esta postura, argumentan que “ya pasó su momento. Una figura como la de Larraín fue necesaria durante el período de instalación del gobierno, pero esa etapa ya pasó. Ahora, en un período de elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales, es necesaria una directiva de otro estilo: ordenada, inclusiva, donde todos caben. Como siempre ha sido en nuestro partido”.

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