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Las amenazas y oportunidades del movimiento estudiantil para la batalla final

Buena parte de la opinión pública sigue respaldando las demandas que levantaron Vallejo, Jackson y cía. La mala noticia es que ya no gustan ni las marchas no autorizadas, ni las tomas, ni los paros. En un escenario líquido, los líderes estudiantiles tienen el desafío no menor de reinventarse en el 2012, leyendo correctamente lo que serán las condiciones objetivas para el año decisivo. Este es el pulso de la calle descifrado por expertos de todos los sectores.


El rechazo a la estrategia de acción de los estudiantes, la mala evaluación de la respuesta del gobierno, la capacidad que tuvo el movimiento para convertirse en una causa transversal y la crisis de legitimidad de los partidos políticos, son algunas de las conclusiones arrojadas por estudios de opinión en 2011. Un año marcado por el conflicto estudiantil que caló hondo en la sociedad y que en 2012 tendrá su segunda parte. Pero ya no bastan los paros, marchas y tomas. La ecuación del movimiento debe ponderar todos los elementos que configuran el nuevo cuadro de condiciones a nivel de percepción ciudadana, ya que es aquí donde se juega la legitimidad y -en definitiva- su fuerza transformadora. Estos son los principales ejes.

Estrategia del gobierno: mal evaluada

Pese a lo que un día fueron los pronósticos más auspiciosos para el movimiento estudiantil en su lucha por una mejor calidad y un acceso menos clasista a la educación, las últimas encuestas revelaron una sensación de desánimo y pesar entre los chilenos respecto a la situación actual de los estudiantes. La CERC de agosto de 2011 mostraba que el 72% de los votantes confiaba en que estos estaban ganando la batalla. Sin embargo, para la última CERC publicada este mes, la cifra descendió a 40%.

La mayoría de los chilenos asocia la situación actual del conflicto con la negativa de parte del gobierno para llegar a un acuerdo: 61% cree que éste no está interesado en resolver el problema de la educación. En diciembre del año pasado, la CEP reveló que un 46% cree que la ausencia de acuerdo entre las partes tiene que ver con la postura del gobierno, un 30% cree que la responsabilidad es compartida y apenas un 22% se la atribuye a los estudiantes.

Estas cifras hablan de la estrategia que escogió el gobierno para enfrentar el tema. “Su error fue subestimar la capacidad del movimiento para manifestar sus demandas. Reaccionó tarde frente a éste, se posicionó desde la figura de ofrecer más de lo mismo y no sentarse a negociar cambios estructurales”, explica Claudio Fuentes, director de la encuesta ICSO. La falta de confianza de la gente en esta estrategia se traduce en las cifras que en septiembre, entregó un sondeo de Cooperativa, revelando que un 60,7% cree que el conflicto no será solucionado por la administración Piñera.

El desacierto del movimiento estudiantil

La disyuntiva que existe entre la sólida adhesión a sus demandas y el rechazo a sus formas de expresión, tales como movilizaciones no autorizadas, tomas de establecimientos y paros, sitúa al movimiento estudiantil ante una necesidad de reevaluar su estrategia de acción para 2012. Aunque el respaldo a sus peticiones finalizó el año con un 70% de apoyo, según la última Adimark un 39% de la población que se mostraba contraria a las manifestaciones en septiembre, aumentó a un 53% en diciembre. Finalmente, las tomas y paros terminaron por despertar el descontento ciudadano. Para el último mes del año, apenas un 37% aprobaba que los estudiantes se tomaran los colegios y un 79% se manifestó en contra de que se marchara por lugares no autorizados, según la CEP de diciembre.

[cita]“Las aprobación o rechazo en las encuestas es lejos lo que tiene más legitimidad de todo el orden político chileno”, señala Mayol. El apoyo en las encuestas es una herramienta que a la larga define quién tiene el sartén por el mango, tiene mayor capacidad de acción y decisión. Actualmente son por mucho los estudiantes los que llevan la delantera en este aspecto.[/cita]

“Para la opinión pública, sería muy difícil entender que se hicieran de nuevo tomas y paros indefinidos como los que se hicieron. Hay un desafío en cómo expresarse en el espacio público”, afirma Roberto Méndez, director de Adimark, apuntando hacia la necesidad urgente de que para el 2012 ocurra una evolución de los métodos de los estudiantes hacia instancias nuevas. “Va a haber que ampliar el repertorio de acción, abrir las rutas regionales, mejorar las condiciones para que las universidades de región funcionen, con mucha solidaridad y con una estrategia política que fortalezca el movimiento, no las marchas o las protestas”, agrega el sociólogo de la Universidad de Chile, Alberto Mayol.

El riesgo de los partidos políticos

Otro de los desafíos que enfrentará el movimiento estudiantil para el 2012 es la apertura a nuevas instancias de diálogo, enmarcadas en espacios políticos y legislativos. “Paralelamente tendrán que actuar en distintos escenarios, esa es la virtud de un movimiento exitoso: combinar una capacidad de presión ciudadana con la articulación de actores del sistema político”, comenta Claudio Fuentes. Sin embargo, el especialista advierte sobre el riesgo que implica canalizar equívocamente estos acercamientos para la imagen del movimiento. “Hay un grupo que señala que te estás prostituyendo si te sientas de igual a igual con un grupo de legisladores. Este es el dilema que enfrenta y que lo puede fracturar”, añade.

A la hora de definir esta estrategia, los líderes estudiantiles deberán tener en cuenta la grave desaprobación con que cuentan hoy los partidos políticos y ambas coaliciones. “Las aprobación o rechazo en las encuestas es lejos lo que tiene más legitimidad de todo el orden político chileno”, señala Mayol. El apoyo en las encuestas es una herramienta que a la larga define quién tiene el sartén por el mango, tiene mayor capacidad de acción y decisión. Actualmente son por mucho los estudiantes los que llevan la delantera en este aspecto.

La falta de apoyo hacia los partidos fue creciendo durante 2011. Según la encuesta Adimark, en enero pasado la Alianza tenía un rechazo de 48%, y un 59% la Concertación. En junio, cuando las encuestas recogieron los primeros indicios del impacto social y político del movimiento estudiantil, las mismas cifras aumentaron a 60% y 68% respectivamente. Para fin de año, el rechazo del oficialismo descendió levemente a 58%, y el de la oposición alcanzó el 73%.

Estas cifras hablan de la crisis de legitimidad que atraviesan los partidos políticos y cómo esto afecta su capital de poder. “Se van a poner de rodillas porque necesitan legitimarse. Van a estar dispuestos a meterse para influir en acelerar las transformaciones”, asegura Alberto Mayol, quien agrega que “los partidos se están muriendo, necesitan oxígeno y el movimiento es un chorro de oxígeno”.

Los rostros del cambio

Otro factor que legitima aún más al movimiento por sobre el sistema político tradicional, con sus figuras y partidos, son las cifras de aprobación que reciben sus principales rostros. En septiembre, el centro de estudios de La Tercera fijó el respaldo a los ex voceros de la Confech, Camila Vallejo y Giorgio Jackson, en 69% y 73% respectivamente, “logrando un nivel de llegada a la opinión pública que líderes políticos querían y que nunca lograron”, explica el director de Adimark, Roberto Méndez.

En diciembre, la última CEP del año precisó el apoyo a la labor de la actual vicepresidenta de la Fech en un 44%, ubicándola como la cuarta figura mejor evaluada a nivel nacional. Mientras, la mayoría de los líderes de los distintos partidos políticos alcanzaron porcentajes bastante menores: Carlos Larraín (RN) un 20%, Juan Antonio Coloma (UDI) un 18%, Ignacio Walker (DC) un 32%, Osvaldo Andrade (PS) un 20% y Guillermo Teillier (PC) un 23%. En este sentido, la crisis que atraviesan los partidos es provechosa para el movimiento, que actualmente cumple el rol de representar los intereses de la ciudadanía. “Existe una crisis de representatividad enorme que no se va a solucionar mientras ellos tanteen las soluciones de arriba hacia abajo. Hay que buscar soluciones desde la gente hacia el mismo sistema y capitalizar el descontento de la gente”, señala el presidente de la Universidad de La Serena y vocero de la Confech, Juan Pablo Páez.

De esta ventaja en las encuestas se desprende el que será otro desafío para los estudiantes en 2012: la capacidad de sus nuevos líderes para posicionarse en la opinión pública, frente a las autoridades del gobierno y al sistema político, así como para coordinar la acción colectiva a nivel nacional, superando los personalismos que Vallejo y Jackson encarnaron durante el primer año de vida del movimiento. “Sin estas figuras tan importantes y tan visibles, probablemente no habría tenido el impacto que tuvo el movimiento. El desafío de hoy es ver si puede funcionar con otras caras o si va a tener que recurrir a las mismas en roles directivos”, agrega Roberto Méndez.

El posicionamiento de la educación como principal problema

Pese a todo lo que ocurrió en materia de educación durante 2011, hace un año atrás esta no era particularmente el problema que más preocupaba a los chilenos. Según la ICSO publicada a finales de 2010, la delincuencia ocupaba el primer lugar con un 38,2%, seguida por el tema estudiantil con un 21,1%. Doce meses después, desde que comenzaron las movilizaciones, los resultados de la última versión de la encuesta sufrieron cambios considerables: la educación alcanzó el 31,4% de las menciones y la delincuencia disminuyó a un 28,6%.

Algo similar ocurre con los resultados arrojados por la CEP hace un año atrás. En diciembre de 2010, de entre los tres principales problemas considerados por la ciudadanía, la educación tuvo un 38% de menciones, superada por la delincuencia (54%) y la salud (42%). Siete meses más tarde, tras el estallido en las calles y los establecimientos estudiantiles, la educación (44%) fue apenas superada por la delincuencia (47%), y la salud quedó en tercer lugar (41%).

“Un movimiento como el estudiantil es una buena razón para sentarse a pensar. Una de las cosas que el movimiento ha hecho ha sido transparentar para el público que aunque a mí puede no afectarme, hay un problema que es grave”, explica el abogado de la Universidad de Chile, Fernando Atria, respecto a por qué el conflicto despierta la preocupación de la gente por el tema de la educación.

El gobierno de los empresarios

Otro punto en que los expertos coinciden, es que el posicionamiento de la educación como problema central tiene que ver con que el conflicto estudiantil logró cohesionar y movilizar a la sociedad chilena casi en su totalidad, aprovechándose en parte de la crisis de representatividad y convirtiéndose en la nueva alternativa democrática. “Antiguamente, los chilenos se sentían aparte de la posibilidad de opinar o incidir en los grandes cambios. Pero nos dimos cuenta de que el sistema político no era representativo, no daba soluciones. El movimiento dio a entender que cuando la ciudadanía se organiza puede ser escuchada”, señala al respecto el vocero estudiantil, Juan Pablo Páez.

Este posicionamiento de la crisis educacional en la opinión pública afecta la evaluación que hacen los ciudadanos respecto al desempeño de Sebastián Piñera en el ámbito particular de la educación. Según la encuesta Adimark, en Abril de 2011, el 60% aprobaba el desempeño del Presidente en esta materia. En septiembre, esta cifra bajó a 41% y terminó el diciembre en 25%. Dejando de lado cómo el Presidente ha manejado en la práctica el conflicto estudiantil, un factor que lo perjudica es que la gente relaciona su gobierno directamente con el lucro, una de las principales materias a las que aluden las demandas de la Confech. Según la CERC de septiembre, el 71% de los chilenos cree que este es el gobierno de los empresarios, y la ICSO de octubre reveló que el 59,9% está de acuerdo con que el sector más favorecido con las políticas de Piñera es la clase alta.

La figura del Mandatario es antagónica a los valores del movimiento y sus adherentes. “Piñera es todo aquello contra lo que este grupo se está movilizando. Es muy difícil para este gobierno dar cuenta de las demandas del movimiento estudiantil porque el problema central es que este gobierno no lo entiende. Para Piñera y la derecha, que uno tenga que pagar por lo que recibe, es parte de la vida”, añade Fernando Atria.

Más allá de la calidad y del acceso a la educación, que son algunas de las demandas iniciales del movimiento, es precisamente el fin al lucro aquello que convierte a la causa de los estudiantes en un movimiento social de carácter transversal. “Representa la expresión de un malestar muy importante, con una aprobación muy alta de quienes se consideran en contra de un modelo de vida determinado”, explica Alberto Mayol. “Todo lo que ha pasado este período -el tema de las nanas, los videos de denuncias-, tienen que ver con lo mismo. El movimiento despertó la capacidad de reprobar un orden existente”, agrega.

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