Publicidad

Ministra Schmidt aboga por regular más la educación superior y dice que discutir sobre el lucro no mejorará la calidad

La secretaria de Estado cree que el movimiento estudiantil sigue activo porque “hace sintonía con un dolor muy profundo, con expectativas de las familias que se endeudaron, que pusieron todas sus esperanzas con un esfuerzo gigantesco para que sus hijos fueran a la educación superior. Y cuando van y se gradúan, muchas veces no obtienen lo que esperaban, lo que antes pocas personas conseguían cuando eran profesionales”.


La ministra de Educación, Carolina Schmidt, estima que la discusión que están llevando a cabo los estudiantes sobre el lucro en la enseñanza no determinará en nada una mejoría en la calidad de la misma y aboga por regular aún más la educación superior. Además, culpa al actual marco regulatorio de la incertidumbre existente al no tener un sistema de acreditación obligatoria y de no contemplar facultades fiscalizadoras que permitan que las instituciones cumplan con la ley.

La actual titular de la cartera dio una entrevista a La Tercera en la que señala que su caída en la evaluación  está ligada al ministerio y no con algo “específico que yo haya hecho, sino que es propio de la cartera y del momento que vivimos”.

Además, cree que la educación es la gran herramienta de movilidad social, “pero muchas veces se olvida que es un proceso que no tiene resultados inmediatos. Al ministro de Educación se le evalúa por eso y en general tiene una evaluación mala”.

Schmidt admite que el actual momento es dificultoso, ya que “el escenario que se vive en el Congreso en un año electoral, donde en general hay mucha polarización, siempre es complejo”.

Sobre los constantes cambios de ministros durante el gobierno de Sebastián Piñera, la secretaria de Estado reflexiona respecto a que “creo que al gobierno le ha tocado enfrentar un tema muy relevante, que está muy relacionado con el mejor momento que ha tenido la cobertura de educación en el país. Esto es algo que ha pasado en varias partes del mundo y que iba a pasar acá, cualquiera fuera el gobierno. Este aumento de las expectativas de las personas sobre lo que pueden obtener de la educación es muy relevante. Si pensamos, hace 30 años el número de personas que terminaba la educación media era de un 35%; hoy lo hace un 75%. Nunca han ingresado más personas a la educación superior que los que están ingresando ahora, nunca se han graduado más personas y ha existido mayor movilidad social que ahora. Chile ha hecho en los últimos 50 años lo que a países en Europa les tomó muchos siglos poder conseguir, y eso genera una gran expectativa”.

A pesar del avance, según explica, que se ha logrado en la actual administración, el movimiento sigue activo porque “hace sintonía con un dolor muy profundo, con expectativas de las familias que se endeudaron, que pusieron todas sus esperanzas con un esfuerzo gigantesco para que sus hijos fueran a la educación superior. Y cuando van y se gradúan, muchas veces no obtienen lo que esperaban, lo que antes pocas personas conseguían cuando eran profesionales”.

Explica que el gobierno ha hecho un esfuerzo en este plano: “se triplicaron las becas para la educación superior, se avanzó en la gratuidad del 40% más vulnerable al 60%, se rebajó la tasa del CAE del 6% al 2%, y que el 90% de los estudiantes pueda tener acceso a un crédito son muestras muy concretas de esos avances y de haber escuchado esas demandas. Pero también el gobierno tiene que ser muy responsable y los legítimos intereses particulares nunca pueden hacer perder el foco en el bien común”.

Además, la ministra sostiene que “nosotros estamos abiertos y creemos en el diálogo (…). El movimiento estudiantil ha hecho un gran aporte a la sociedad al levantar temas sensibles. Lo que no podemos olvidar es que también tenemos otros desafíos que cumplir, pensando en el bien común y no solamente en los legítimos intereses de grupos particulares. El gobierno se la ha jugado por avanzar en temáticas relevantes que ha levantado el movimiento, como el sobreendeudamiento y un mejor sistema de calidad. Pero debemos entender que para seguir avanzando y construir una educación de calidad y equitativa, hay que abordar la educación preescolar y la institucionalidad que permita regular mejor la educación”.

También pone énfasis en que el principal proyecto del Gobierno “es donde se generan las mayores desigualdades, y eso es el acceso a la educación parvularia. El 80% del desarrollo psicoemocional de los niños se produce en la primera infancia. Asistir o no a la educación parvularia hace una diferencia que después es imposible de recuperar. Reconozco que tenemos muy poco tiempo legislativo. Si restamos las elecciones, las vacaciones, los feriados y la discusión presupuestaria, tenemos cuatro meses y medio. En ese pequeño tiempo, creo que la gran diferencia la podemos hacer en la educación parvularia, con la reforma constitucional para establecer su acceso universal y gratuito a todos los niños a partir de los tres años. Ese es mi principal foco”.

Y reitera que la prioridad de la administración Piñera es la sacar adelante y dejar aprobado los tres proyectos de educación preescolar: acceso universal y gratuito para los mayores de tres años, regulación de las salas cunas y jardines infantiles y la reforma constitucional que establece el kínder obligatorio.

En ese sentido, explica que en educación superior “vamos a buscar los acuerdos que nos permitan sacar adelante la superintendencia. Hay un acuerdo muy grande en los temas de transparencia al sistema, fiscalización, gradualidad de las sanciones, mecanismos de cierre. Pero donde está el tema más complejo de resolver es en las transacciones con sociedades o personas relacionadas, y ahí estamos viendo distintas alternativas”.

Respecto al discurso sobre el lucro que ha mantenido el movimiento estudiantil, la secretaria de Estado señala que se ha “perdido el foco” en la discusión respecto a dónde están los problemas en la educación y dónde se tiene que seguir avanzando.

Desde esa perspectiva, Schmidt precisa que “podemos tener la discusión del lucro, pero eso en nada va a determinar que se mejore la calidad de la educación. Yo soy una convencida de que tenemos que regular la educación superior. El sistema ha sido muy exitoso al permitir este aumento de cobertura, pero hoy se encuentra en un ambiente de gran incertidumbre al no tener un sistema de acreditación obligatoria que permita garantizar la calidad de todas las instituciones, y al no existir facultades fiscalizadoras que nos permitan garantizar que las instituciones cumplan un marco regulatorio adecuado. Por eso creo tan importante que podamos avanzar en esa institucionalidad a través de la superintendencia”.

“Por ley, las universidades deben ser instituciones sin fines de lucro y eso se debe cumplir. Con el marco regulatorio actual, existe una incertidumbre gigantesca en cuanto a qué instituciones están cumpliendo esto, o si están usando mecanismos para sacar dinero y violar la ley. Eso se tiene que acabar. La falta de un marco regulatorio no permite garantizar que, a través de operaciones con personas o empresas relacionadas, puedan estar retirando fondos a través de otras instituciones. Hoy, 53 de más de 60 universidades tienen transacciones con personas o empresas relacionadas. La falta de una regulación clara hace que hoy los estados financieros auditados estén en manos de la fiscalía para ver si existe una violación de la ley por medio del retiro de utilidades (…). Pero creo que la discusión del lucro o no lucro en nada va al tema central, que es la calidad de la educación. Tenemos que buscar todos los mecanismos para terminar con la incertidumbre que existe, pero ese no es el tema central. Si, por ejemplo, se convirtieran todos los colegios en corporaciones sin fines de lucro, no mejoraría en nada la calidad de la educación que se da en esas salas de clases. Debemos hacer un esfuerzo por hacer que se cumpla la ley, pero poner el foco donde realmente se hace la diferencia: en la calidad y equidad del sistema”, menciona.

Publicidad

Tendencias