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Contralor ante casos SQM, Caval y Penta: «No podemos cerrar nuestros ojos, la corrupción ha llegado» Ramiro Mendoza dio su última cuenta pública marcada por duras críticas

Contralor ante casos SQM, Caval y Penta: «No podemos cerrar nuestros ojos, la corrupción ha llegado»

El jefe de la Contraloría aseguró que «raudamente, vienen intervenciones de fiscales, de la Contraloría, del Consejo de Defensa del Estado y de los Tribunales de Justicia, jueces que tienen el deber de juzgar hechos que no debieran suceder. Y, cómo no, luego llegan las decisiones legislativas, bajo la sempiterna promesa de más, mejores, ejemplificadoras y duras leyes».


Ramiro Mendoza, hoy dio su última cuenta pública como Contralor General de la República. Y en su intervención dejó en evidencia el pesar y la dureza con que se ve el momento que vive el mundo empresarial chileno y la desconfianza de la ciudadanía en su actuar.

Mendoza, quien ejercerá hasta el 10 de abril, aseguró que los conceptos de coimas, corrupción, soborno y colusión son nombrados día a día en los medios de comunicación y que, ante eso, «no podemos cerrar nuestros ojos, la corrupción ha llegado. Tenemos fortalezas institucionales para prevenir el crecimiento del flagelo y su control».

El Contralor agregó que de dichas fortalezas, «raudamente, vienen intervenciones de fiscales, de la Contraloría, del Consejo de Defensa del Estado y de los Tribunales de Justicia, jueces que tienen el deber de juzgar hechos que no debieran suceder. Y, cómo no, luego llegan las decisiones legislativas, bajo la sempiterna promesa de más, mejores, ejemplificadoras y duras leyes –que nunca son tanto– y todo ello bajo ese paradigma tan nuestro, de que todo puede tener solución en la ley, en las leyes».

Añadió que «es frecuente y evidente que, con posterioridad nos olvidamos de aquellas en el tráfago posterior de otras nuevas leyes que reemplazan a las anteriores y así sucesivamente», según consigna Diario Financiero.

Según el Contralor, en materia de corrupción «no existe la receta legislativa milagrosa, menos aún cuando es el cuerpo social el que está afectado por el flagelo (…). Parece ser que la solución no es necesariamente la dictación de más y más leyes, sin perjuicio de aquellas que conviene materializar en breve plazo», señaló.

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