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Copa América, lado B: prostitución y explotación sexual infantil PDI y Sename alertas por inminente aumento

Copa América, lado B: prostitución y explotación sexual infantil

Este jueves arranca el torneo y la pasión se dispara entre los hinchas de los 12 países que sueñan con ser campeón continental. La expectativa trasciende a las ‘barras’ y llega a las minifaldas y tacones altos. ‘Putas’, ‘cafiches’ y administradores de cabarés esperan que los 100 mil turistas que ingresarán al país dejen varios billetes en el bolsillo o el escote. Pero hay una frontera que preocupa a autoridades y oenegés: la explotación sexual comercial de niños y niñas adolescentes (ESCNNA). Una realidad invisible en Chile, que suele aumentar durante estos eventos deportivos.


–Claro que nos estamos preparando, ‘papi’, acá estoy yo para aguantar a todos, vengan los que vengan. Acá todos esos machos quieren ser campeones y que me hagan todos los goles.

Así se hace publicidad Katy para la Copa América. Katy no es su nombre real, pero pide hablar bajo reserva, por lo que le pondremos así a ella y Mila a su amiga, con quien trabaja en una esquina de Santiago Centro. Ambas son de Ecuador, llegaron hace dos meses a Chile, tienen visa de turista y vinieron “porque allá la cosa estaba mala y las dos tenemos que alimentar a nuestros hijos”, cuenta Mila.

El campeonato de fútbol que arranca este jueves atraerá a un gran número de turistas. La Policía de Investigaciones (PDI) estima que entrarán entre 50 a 100 mil personas y en la Subsecretaría de Turismo proyectan que serán 70 mil.

El turista de la Copa América tiene ciertas características: la gran mayoría son hombres, viajan solos o en grupo, pero muy pocos con familias, y vienen a ver un partido, pero se quedan más tiempo en el país. “Buscan algo más que la Copa América, porque un partido dura 90 minutos, pero están una semana acá. Existe una gran posibilidad de que accedan al comercio sexual. Si este deriva en comercio sexual con menores de edad es súper peligroso para el país. Tenemos que tener más ojo que en otras épocas”, dice Víctor Nakada, jefe nacional de Delitos contra La Familia de la PDI.

La copa genera expectativas entre quienes venden sexo. En la calle, Katy y Mila esperan ganar tres veces más que en una jornada habitual. En los cabarés también se preparan con una oferta de shows temáticos sobre la copa. “Esperamos tener un aumento del público más que importante. En esto están puestas las fichas para este año”, dice José Luis Valle, gerente de Platinum.

Una mirada que comparte la Fundación Margen de trabajadoras sexuales. Sin embargo, Nancy Gutiérrez, tesorera de la organización, advierte que “lamentablemente el Estado nos está limitando el comercio sexual, porque nos está clausurando los locales y los privados. Encontramos que, en vez de hacer una prevención para las trabajadoras sexuales con el cliente, ellos nos coartan nuestro lugar de trabajo. Ahora nos están tirando a la calle. Eso hace que aumenten todos los riesgos”.

Algo que Mila y Katy  viven cada noche en “su” esquina. “Uno quiere trabajar bien, pero hay hombres que se aprovechan. Nosotras para estar en esta esquina debemos pagar y eso no es justo, si no pagamos nos ‘corren’”, dice Mila.

La semana pasada tuvieron que golpear a unos travestis que estaban en su lugar. “Yo no tengo nada contra ellos, solo quiero trabajar, pero si uno no lo hace…”, dice Katy con una mueca que evidencia las consecuencias de no hacer lo que pedían. Hay veces que deben atender a clientes drogados que no pagan o que se ponen violentos. “Uno no tiene a quién reclamarle, estamos solas”, dice con preocupación Mila.

Aparte de la calle, la droga y el sida, hay otro riesgo en el mercado sexual. Uno cuya frontera es muy delgada y que puede aumentar severamente durante la Copa América: la explotación sexual de niñas y niños adolescentes (ESCNNA).

Copa no apta para menores

Entre los recuerdos tristes que dejó el Mundial de Brasil está la explotación sexual infantil. Una realidad que pareciera ser lejana, casi inexistente en Chile, lejos del incansable narcotráfico de las favelas. El problema es que esta grave vulneración de los derechos infantiles y adolescentes existe en Chile y es más que un par de casos aislados. Durante 2014 se trataron 1.311 casos en los 17 proyectos de intervención contra la explotación sexual comercial acreditados por el Servicio Nacional de Menores (Sename).

“Lo que se proyecta es que, por cada tres casos detectados, periciados y denunciados, al menos hay otros dos que son silenciados”, sostiene Dennis Vega, director del Programa de intervención Víctor Jara del Servicio Paz y Justicia (Serpaj), que atiende 56 casos de explotación sexual comercial de la provincia de Valparaíso.

La proyección del Sename –que incluye los casos no denunciados y tratados– es que aproximadamente 4 mil niños, niñas y adolescentes son víctimas del mercado sexual. Esta es la única cifra y se trabajó con la Organización Internacional del Trabajo, y no se actualiza desde 2004. La preocupación del Sename, la PDI y las oenegés involucradas en el tema es que, producto de la Copa América, la explotación sexual aumente debido al explosivo ingreso de turistas que llegarán al país durante el torneo continental.

“Hay rumores, conversaciones que algunos de nuestros niños han pronunciado, donde dicen que hay ciertos sectores más estigmatizados que se están preparando para albergar esta problemática de explotación. Además existe un tema de género, el fútbol tiene en su mayoría un público masculino y en nuestro país existe un discurso hegemónico y rígido que tiene que ver con apropiarse del otro como un objeto y la explotación sexual se produce también desde ahí, desde una cosificación”, sentencia Dennis Vega, del Serpaj.

Isabel Farías, profesional del Departamento de Protección de Derechos del Sename, enfatiza que “se deben tomar todas las medidas administrativas que puedan interrumpir oportunamente la ocurrencia del delito. Por ejemplo, si llega un pasajero a un hotel con una niña que no tiene identificación y vinculación alguna con el cliente, se deben hacer las preguntas correspondientes y, si es necesario, restringir el ingreso de esa persona y/o hacer la denuncia”.

Lo comentado por Farías se ha consignado en un decálogo que ha trabajado el Sename, junto a Sernatur y la PDI, para prevenir este delito durante la realización de la Copa. “Hay que informar y no ponernos etiquetas de que en este país esta situación no va a ocurrir. Como este delito es clandestino, se puede dar en situaciones donde no hay visibilidad de ello”, agrega Farías.

Para Denisse Araya, directora ejecutiva de la ONG Raíces, el fenómeno se da porque “las personas vienen de juerga, en general no es un viaje familiar. Vienen masas de hombre y lamentablemente la concentración de estos genera un comercio sexual clarísimo. La ‘industria’ del comercio sexual sabe manejarse muy bien en estos casos. Los proxenetas saben cómo trasladar y organizar su empresa. Ellos tienen dividendos enormes”.

El prefecto Víctor Nakada, jefe nacional de Delitos contra La Familia, explica que “el niño nunca actúa solo, hay una persona mayor que lo explota». Y añade: «Estos explotadores siempre están compartimentados, cubren cada paso del niño, lo siguen, saben dónde está y se comunican permanentemente. Esa es la gran dificultad. Hay veces en las que nosotros podemos saber que un niño está siendo explotado, pero hay una red detrás de él, por lo que si nosotros llegamos al niño lo sacan, bajan las páginas, no lo exhiben”.

Araya complementa al prefecto Nakada y comenta: “Se ha podido indagar con agentes encubiertos dónde se encuentran las chicas menores de 18 años tanto en cafés con piernas como en prostíbulos. Hay miles de formas en las que esconden esta situación. Nosotros descubrimos lugares con doble cortina, donde escondían a las menores cuando hacen redadas de la policía. Hay organización muy rápida de parte de ellos, son muy astutos y lo saben hacer muy bien”.

El caso de Maritza

Maritza llegó con 15 años a un programa de reparación de la ONG Raíces, luego de que su madre denunciara que uno de los tíos paternos de la joven abusaba de ella desde los 13 años. Debido a las presiones familiares, Maritza, decidió retractarse de la acusación. La familia desconfió de ella y la expulsó de su casa.

Ya dentro de uno de los hogares de protección, los especialistas de la oenegé se dieron cuenta de que Maritza comenzó a ser víctima de explotación sexual infantil. Ella se encontraba abandonada por su familia y necesitaba sobrevivir. En esa circunstancia, ‘el pelao’ enganchó a Maritza para un trabajo falso de promotora. El sujeto resultó ser proxeneta y facilitador de adolescentes en espacios de diversión como discotecas y cafés con piernas.

El de Maritza es un caso bastante gráfico de esta realidad. La explotación sexual comercial puede existir en cualquier estrato social, pero existen ciertas variables de fondo que se manifiestan en la mayoría de los casos. Dennis Vega explica que estos patrones “tienen que ver con historias familiares de baja valoración de la infancia que replican la ilegitimidad de la identidad de los niños o adolescentes. Contextos familiares o sociales que expulsan a los jóvenes, que no les proveen de competencias afectivas para fortalecer sus recursos y necesidades, y contextos escolares que no facilitan la inclusión”.

Maritza sufrió un fenómeno similar al descrito por Vega. La madre durante el proceso de reparación –en entrevista con la ONG Raíces–, al enterarse de la realidad en que se encontraba su hija, decía: “Esta cabra es capaz de vender el cuerpo”, y sugería que esto era por “la influencia de amigos adultos”. En tanto, Maritza normalizaba su situación: “En las discos es típico, las cabras se pelan ahí mismo, las locas se venden, no importa la edad que tengan, entre más chicas mejor, siempre hay quien les cobra a los viejos”.

El contexto de abandono genera prácticas de supervivencia donde las víctimas validan ser explotadas sexualmente por un adulto. Un año después de haber ingresado al programa de intervención, Maritza volvió a su domicilio, pero al tiempo recayó como víctima de explotación sexual.

Y quebró con su madre. “Si a mi mamá le da lo mismo. No me cree, y no me va a defender, porque no es capaz, nunca me ha querí’o, pa’ qué me voy a quedar en la casa, si todos me miran feo, pa’ eso me las arreglo sola, total así me olvido un poco de toda la rabia y la mala onda”, dijo en ese momento.

El proceso de reparación dura cerca de tres años y se da dentro de los 17 proyectos de intervención  de víctimas de ESCNNA que son parte de la oferta programática que el Sename dispone para la atención de niños y niñas vulnerados. “Estos proyectos fueron licitados públicamente y adjudicados a las instituciones que están trabajando actualmente”, explica Isabel Farías.

“El primer paso de la intervención para la reparación de las víctimas es interrumpir la práctica de explotación”, explica Dennis Vega, de Serpaj. Esta etapa va acompañada del reconocimiento del niño, niña o adolescente como víctima. “Muchas veces ellos no se sienten víctimas porque creen que es lo que les tocó vivir. Vienen de una situación muy vulnerable y les empiezan a pagar por lo que les hicieron toda la vida, entonces no se lo cuestionan”, relata Denisse Araya, de ONG Raíces.

Esta etapa tuvo un efecto positivo en Maritza. Su madre entendió el conflicto por el que pasaba su hija: “Yo no sabía, no me daba cuenta que mi hija pudiera sufrir tanto, que todo lo que ha pasado es por mi culpa”. Luego, se trabajó para desnaturalizar las agresiones sexuales en Maritza y su madre, quien también había sido víctima del tío.

Maritza mejoró y mostró “avances significativos en el cuidado de su corporalidad, subió su autoestima y mejoró la vinculación afectiva con su madre. Logró resignificar su sexualidad, dejando de verla como un mecanismo de intercambio y conseguir dinero o cosas materiales para su subsistencia, incorporando experiencias placenteras, logrando establecer una conexión emocional y límites corporales”, informan en la ONG Raíces.

A comienzos de 2013 logró interrumpir la dinámica de explotación sexual. A quienes la ayudaron en su recuperación les dijo que “al fin puedo sentirme normal, puedo andar tranquila, incluso perdoné al viejo ese, que se muera en paz, total yo sé que seguiré viviendo, que tendré mi casa y mis hijos”.

Isabel Farías explica que “después de ejecutar este plan de intervención, junto a un adulto responsable y, si no existe, se hace a través del Tribunal de Familia, este niño o niña va a un proyecto de la red Sename de protección de cuidado residencial. Entonces este niño está por una parte protegido a partir de proyectos especializados para resignificar esta experiencia traumática, reconociéndose como víctima, y se busca que vuelva a sentirse querida y valorada, que se reconozcan como persona, porque han sido tratados como mercancías”.

La deuda del Estado chileno con sus niños y niñas

Soledad Larraín, consultora encargada del Área de Prevención de la Violencia de Unicef, valora las medidas que se han tomado, pero critica la deuda que tiene el Estado con este tema: “La campaña es importante, ya que en la infraestructura turística es el lugar donde más se da el delito. Hay que estar alerta para dar aviso cuando se observen esas situaciones. Está bien hacerla, pero tiene que tener una difusión mucho mayor. Es un tema invisible y que muchas veces no se quiere ver. Imagínate que el último estudio es de hace diez años. Hay que hacer inversiones orientadas a visibilizar bien el fenómeno y en eso Chile está en deuda”.

Dennis Vega, de Serpaj, coincide con Larraín: “El Estado de Chile en materia de protección de la infancia en general se encuentra al debe, al no generar políticas públicas con la coherencia necesaria en torno a las sensibilidades de los jóvenes. Particularmente el fenómeno de la explotación sexual comercial en Chile no está tipificado con una sanción penal”.

Tal como dice Vega, en Chile no existe como figura legal el delito de explotación sexual comercial, solo existen los delitos de violación, estupro, pornografía infantil y abuso sexual. Pese a esta situación, Isabel Farías es optimista: “Tenemos antecedentes de que el Ministerio Público ha ido avanzando muchísimo en distinguir cuándo este tipo de situaciones ocurren en el contexto de explotación sexual comercial. No obstante, nosotros tenemos tipificado el delito de facilitación de la prostitución y también la sanción al cliente”.

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