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“Vamos a entregar una carta en el PPD para demostrar el  tremendo prontuario de sus militantes en el negocio de la educación” Andres Fielbaum, vocero de Izquierda Autónoma:

“Vamos a entregar una carta en el PPD para demostrar el  tremendo prontuario de sus militantes en el negocio de la educación”

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Después de la separación con Gabriel Boric, la Izquierda Autónoma no solo se rearma en torno a la unidad con otros grupos, sino también con el objetivo de empujar una reforma centrada en la educación pública. Con este objetivo, el Partido por la Democracia es un primer actor en la lupa. Critican a Ricardo Lagos y a los miembros de la tienda que están en universidades que lucran. Hoy les entregan una carta anunciando el “prontuario” de algunos de sus militantes. “Tienen un discurso muy demócrata asociado a una práctica muy neoliberal. La mejor síntesis es que tienen a SQM como un militante formal de su partido. Esa combinación es la derrota de cualquier proyecto colectivo”, señala Fielbaum.


Después de la separación pública con Gabriel Boric, el camino ha sido el obvio: rearmarse y construir una orgánica para quienes se mantuvieron en la Izquierda Autónoma (IA).

“Eso significó un proceso bien importante hacia dentro, respecto a objetivos políticos, electorales, para pelear la reforma educacional con un marco táctico”, dice Andrés Fielbaum, vocero de la IA, quien también cuenta que llevarán candidatos a alcalde en Tomé y Corral –líderes sociales– y tuvieron asimismo que empezar a constituir núcleos en universidades, por región, en torno a temas como la salud y el feminismo.

Sin embargo, el foco más importante en esta nueva etapa de la IA es el diagnóstico de que la reforma educacional está en un “severo riesgo”, especialmente “después que se presenta el proyecto y que termina siendo, evidentemente, un proyecto de Nicolás Eyzaguirre y de Rodrigo Valdés. Un proyecto que finalmente no pone ningún énfasis en la educación pública. Un proyecto que es muy malo a todas luces”.

Por eso, sostiene Fielbaum, lo que les importa es cómo van a ser capaces de buscar fuerzas, entre los “profesores, rectores y estudiantes, con el fin de impulsar un cambio en el proyecto de ley y que al menos la reforma permita iniciar un camino de reconstrucción de la educación pública en Chile, una cuestión que se ve hoy día más dificultosa que antes”.

-¿Con quiénes están aglutinando esa fuerza?
-Lo único bueno del proyecto que presentó el Gobierno es que, por reacción, costó menos ponerse de acuerdo. Uno ve hoy que está el rector Valle o el rector Vivaldi con una postura bien crítica. Lo que ocurrió con la rectora Roxana Pey también permitió aglutinar a la comunidad académica, debido al acto violentísimo que significó esa destitución, pero que también se puede transformar en algo propositivo. Hace algunas semanas hicimos un llamado a los rectores del G3, que son las universidades del Cruch laicas y que siempre han sido públicas. La idea es poder tener un bloque lo más fuerte posible para pelear por la reforma.

-¿Y cuáles son los ejes en torno a los que se estructura esta batalla?
-El primero es la reconstrucción de la educación pública. Este Gobierno lo que hizo a nivel escolar es agarrar un mercado que es puro canibalismo e intentar meterle algo de regulación, pero que es muy parecido a lo que se hizo con la LGE, digamos. Con un montón de burocracia, con agencias de calidad, ATEs, etc., pero cuando no hay un eje de calidad, cuando no hay un tronco que es la educación pública, en torno a la cual pueden efectivamente orbitar otro tipo de visiones en educación, a nuestro juicio cualquier esfuerzo es inútil, porque el mercado sigue siendo mucho más poderoso. La idea es que la matrícula pública vuelva a ser hegemónica y, a nuestro juicio, es la gran ausente de la reforma que presentó el Gobierno.

-Estamos en una obvia carrera presidencial, ¿cómo ven la figura de Ricardo Lagos en este contexto de demandas?
-Lo más obvio es recordar el carácter privatizador neoliberal que tuvo Ricardo Lagos en su primer mandato. El Crédito con Aval del Estado (CAE), la millonada que se va a los privados por subsidio en arriendo de camas por el Plan Auge… Uno podría decir que Lagos fue probablemente el Presidente más neoliberal que tuvo la Concertación dentro de un concierto neoliberal en general, pero creo que uno debería llevar el análisis más allá…

 -Como en qué busca reposicionar la figura de Lagos…
 -El Ricardo Lagos que regresa ahora no va a ser el del año 2000… La apuesta es finalmente la restauración de la política, es que los partidos tradicionales de la Concertación sean capaces de retomar la agenda, con una figura que les garantice mayor unidad  y que, incluso, puede estar abierta a algún nivel de transformaciones. En ese sentido, la apuesta de Lagos no es muy  distinta a la de Bachelet hace 3 años, con la diferencia de que Ricardo Lagos efectivamente garantiza una unidad interna posiblemente más alta que lo que puede tener Michelle Bachelet. La Concertación está volviendo a presentar una apuesta que le permita perpetuar el ciclo que empezó en los 90 y, en ese sentido, la necesidad de construir autonomía política, para superar ese ciclo histórico, es fundamental.

[cita tipo= «destaque»]»Es evidente que con Ricardo Lagos no vamos a ser capaces de construir un Estado que garantice derechos, sino que vamos a seguir teniendo un Estado subsidiario, más allá de las concesiones que se puedan hacer. Y en ese sentido la crítica a Ricardo Lagos es una crítica a la Concertación en su conjunto: Isabel Allende no sería distinta a Lagos ni a MEO. Y ese énfasis es muy importante. Hoy el PC, que está muy inserto en la Nueva Mayoría, también tiene la capacidad de criticar a Ricardo Lagos, o también los sectores cercanos a Isabel Allende, pero no se dan cuenta que como proyecto representan lo mismo».[/cita]

 -¿Un camino que es imposible con Lagos?
-Es evidente que con Ricardo Lagos no vamos a ser capaces de construir un Estado que garantice derechos, sino que vamos a seguir teniendo un Estado subsidiario, más allá de las concesiones que se puedan hacer. Y en ese sentido la crítica a Ricardo Lagos es una crítica a la Concertación en su conjunto: Isabel Allende no sería distinta a Lagos ni a MEO. Y ese énfasis es muy importante. Hoy el PC, que está muy inserto en la Nueva Mayoría, también tiene la capacidad de criticar a Ricardo Lagos, o también los sectores cercanos a Isabel Allende, pero no se dan cuenta que como proyecto representan lo mismo.

¿Cuáles son las facturas más importantes por las que debe responder Lagos en cuanto a educación?
-La más importante es el CAE. Somos muchos los que nos formamos al alero de las movilizaciones y somos muchos también los que rompimos cualquier tipo de lealtad o de confianza hacia la Concertación por lo que hizo Ricardo Lagos. La Ley de Acreditación también viene de ese tiempo. La Jornada Escolar Completa, que parte con Mariana Aylwin… O sea, el Gobierno de Lagos fue activo en educación y finalmente todo lo que se hizo fue nuevamente en desmedro de la educación pública, pero construyendo una forma de endeudarse, un negocio directo que va desde el Estado, mediante los bancos por el sobreprecio, y también hacia las universidades privadas, muchas de las cuales siguen siendo regidas por los mismos militantes de la Concertación. Como Pilar Romaguera o Pilar Armanet en la Universidad de Las Américas, o Hugo Lavados en la Universidad San Sebastián, que también está en la AFP Cuprum. Es decir, hay una relación entre las universidades privadas y el mundo de la Concertación que es muy brutal y que fue viabilizada en buena medida por Ricardo Lagos y Sergio Bitar.

La lupa se ha puesto en el PPD…
-Es que, si uno revisa, son los principales involucrados. (Hoy) Vamos a entregar una carta en el PPD para demostrar el tremendo prontuario de sus militantes en el negocio de la educación, pero, al mismo tiempo, haciéndoles ver que tienen –supuestamente– en su carta de principios, de estatutos, una defensa a la educación pública, pero también tienen a los tres principales ministros involucrados en la discusión de una reforma que no apunta a eso. Las contradicciones del PPD han sido nefastas para lograr la reforma educacional. Ese círculo vicioso termina haciendo imposible que exista una reforma como la que la inmensa mayoría ha venido pidiendo y las grandes víctimas son los estudiantes.

-¿La idea es que el PPD se haga cargo de esos ministros? ¿De qué forma?
-Uno esperaría que un partido que dice estar involucrado con la educación pública no tenga militantes en ese partido que están, a su vez, en universidades que lucran con la educación. Uno esperaría que no admitan esas militancias al interior de su partido. El PPD es como bien simbólico al interior de la Concertación en este sentido. Nunca ha tenido estructura partidaria, sino que se trata de luchas de ego, de caudillos, un discurso muy demócrata asociado a una práctica muy neoliberal. La mejor síntesis es que tienen a SQM como un militante formal de su partido. Esa combinación es la derrota de cualquier proyecto colectivo. La gran cuña de este Gobierno era la retroexcavadora, que fue del presidente del PPD. Sin embargo, son finalmente los ministros del PPD quienes vienen a echar tierra a la educación pública.

-¿Pero que esperan que haga el PPD concretamente con esos militantes?
-En lo inmediato uno esperaría que pasen a esos militantes a tribunal de honor. Hicimos una petición formal al PPD para una reunión. Sin embargo, no respondieron. Pero no nos vamos a quedar tranquilos, porque ellos miran hacia otro lado cuando los emplazan. Vamos a hacer acciones en escalada.

-Pensando en la Presidencia, ¿cuál sería el candidato ideal de la Izquierda Autónoma?
-Yo creo que la pregunta no va por ahí, sino por cómo los sectores que han surgido al alero de las movilizaciones y que tienen autonomía de la Concertación son capaces de articular una lista parlamentaria común, en la cual se alce esta generación de líderes. Por supuesto, también una candidatura presidencial común. Adelantar nombres sin haber construido esa alianza quizás es contraproducente con lo que queremos lograr. Por ahora nuestro énfasis está en poder articular una alianza de ese estilo. Lo que podríamos llamar la generación post-2006 o 2011 hoy tiene un desafío súper claro: ya no resiste más tener otro Gobierno donde sigamos criticando sin tener avances concretos en términos de conquistas de derechos sociales universales. En ese sentido, el desafío más importante es ir armando una bancada parlamentaria que ya no sean unos pocos rostros, sino que una bancada que pudiera usar ese peso específico para la conquista de reformas sustantivas. No podemos seguir viviendo solamente de la denuncia.

-¿Solo hay que mirar con cautela los nombres que surgen desde la propia Concertación?
-Creo que la izquierda también debe mirar con cautela los nombres que surgen desde el populimo. Por ejemplo, Manuel José Ossandón, que renuncia a su partido (RN) para lanzarse como caudillo, o lo que ocurre con Franco Parisi hace un tiempo, son llamados de atención súper importantes porque, frente a la falta de legitimidad, nadie asegura que nosotros seamos capaces de convocar a un proyecto transformador y pueda gatillarse un caudillismo de derecha, apolítico… lo que sea, pero que sea mucho más grave. Y quizás una de las principales lecciones es que, si queremos mostrarle a la sociedad que militar e ir a votar vale la pena, tenemos que ser capaces de conquistar cosas. ¿Por qué la sociedad va a estar dispuesta a confiar en proyectos emergentes si después de seis años siguen denunciando que la muralla está ahí, pero no son capaces de saltar la muralla o derribarla? Ese es el desafío fundamental.

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