La variabilidad de las energías renovables impone costos adicionales en la operación de los sistemas eléctricos. Si estos costos son modestos, entonces, la transición a las energías renovables será rápida y eficiente. Un reciente estudio estima cuán relevantes son estos costos de integración en el sistema eléctrico chileno.
La irrupción de los bajos precios de las tecnologías eólica y solar fotovoltaica, también conocidas como energía renovable variable (ERV), está permitiendo un desplazamiento paulatino de las centrales convencionales. La ERV no contamina el aire, y no afecta el clima, ya que no emite carbono. Sin embargo, su generación no puede controlarse, pues, depende de la disponibilidad del viento o de la luz solar, lo que se traduce en costos de integración a la red.
Mientras más flexible sea un sistema eléctrico, menores serán los costos involucrados en controlar la generación con ERV. En la medida que la magnitud de estos costos se mantenga en niveles modestos, la transición hacia las energías renovables será rápida y eficiente. Por el contrario, valores altos la frenarán.
La integración masiva de ERV a la red conlleva costos adicionales de balance y de perfil irregular de generación. De un lado, conservar el balance entre oferta y demanda en la red requiere mantener mayores reservas de energía convencional, ya que, resulta difícil prever cuánto generarán las ERV con una anticipación superior a algunas horas. Del otro, el perfil irregular de la generación de las ERV, redundará en constantes ciclados de las centrales termoeléctricas, provocando un desgaste prematuro de sus instalaciones, mantenimientos más frecuentes, más encendidos, y un mayor consumo de combustible por unidad de energía producida.
En Chile, un reciente estudio, financiado por la Asociación Gremial de Generadores de Chile (AGG), reporta resultados interesantes. El estudio de la AGG planifica la operación e inversión en nuevas centrales y líneas para la próxima década, considerando nueve escenarios que combinan diferentes supuestos en las proyecciones de demanda, precios de tecnologías y combustibles. El estudio concluye que en todos los escenarios se construirán mayoritariamente centrales eólicas y solares fotovoltaicas. Es así que, en promedio, en 2021 la ERV representaría cerca del 20% del total de la energía generada, llegando a 30% en 2025, y sobrepasando el 40% en 2030, situación que se refleja en una reducción importante en las emisiones de CO2 , pero que, como contraparte, resulta en la construcción de cerca de 3.000 km de nuevas líneas.
El estudio también identifica los costos asociados a los ciclados de las centrales termoeléctricas. En términos agregados, en el escenario más pesimista, estos costos llegarían a USD 350 millones anuales en 2030, el equivalente a USD3 por cada MWh de consumo, 5% del precio de nudo de energía calculado por la Comisión Nacional de Energía. Si a este valor se agrega el costo unitario de las operaciones a mínimo técnico de las centrales termoeléctricas, otros USD3, resulta un costo adicional para el sistema de USD6 por cada MWh de consumo, 10% del precio de nudo de energía, es decir, unos Ch$4 por kWh consumido que se agregarán en la tarifa final del consumidor.
Si bien, el estudio de la AGG es un buen ejercicio académico de planificación central, se debe tener presente que sus resultados reflejan algunas condiciones ideales, como por ejemplo: mantenimientos adecuados y oportunos de las unidades termoeléctricas; la construcción a tiempo de las nuevas líneas que se requerirán y señales adecuadas en la regulación del sector que permitan la incorporación de sólo ERV eficiente en el sistema. Si estas condiciones no se cumplen, los costos podrían escalar rápidamente -algunos ejemplos se pueden encontrar en Europa-.
Con todo, el estudio de la AGG trae buenas noticias, pues, concluye que el sistema eléctrico podría alcanzar importantes niveles de penetración de ERV sin imponer significativos costos al consumidor final -en febrero de este año el Ministerio de Energía llegó a conclusiones similares en su Planificación Energética de Largo Plazo, sin embargo, no reportó los costos de integración de la ERV- . En buenas cuentas, una descarbonización, o reducción de las emisiones de CO2 , barata de la generación de electricidad, la misma que permitiría reemplazar parte del consumo de combustibles fósiles en el transporte y de biomasa en la calefacción de los hogares, con el beneficio adicional de reducir significativamente la contaminación del aire, el gran problema que aqueja a las ciudades chilenas y en donde aún no se ven avances significativos.