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Agrupaciones de microempresarios con discapacidad se abren camino en el rubro alimentario Inclusión

Agrupaciones de microempresarios con discapacidad se abren camino en el rubro alimentario

Fundación Trabajo para un Hermano se especializa en la capacitación a microempresarios. Este año entre sus participantes, se encuentran dos agrupaciones de personas en situación de discapacidad. Su esfuerzo y trabajo a pesar de las limitaciones, es sin duda un aporte para sus compañeros, quienes ven en ellos un ejemplo de superación.


La agrupación de Rehabilitación con Fuerza y Esperanza, de la comuna de Lampa, se compone por 16 integrantes que a raíz de accidentes cerebro-vasculares, se encuentran en una condición de discapacidad motora. Todo comenzó hace exactamente un año en la sala de rehabilitación del Cesfam cuando por sugerencia de su kinesióloga común decidieron agruparse.

“Empezamos a ver qué podíamos hacer. Partimos con cuero, pasamos a los tejidos y después seguimos con chocolatería. Vendemos todos los productos. Hoy estamos dedicados a la repostería. Hacemos galletas, queques, tartas y masas de pizza”, cuenta Ana Manso, presidenta de la agrupación.

El hecho de agruparse no sólo les permitió desarrollar un emprendimiento, también resultó ser un soporte en sus vidas. “Al partir no teníamos nada concreto, pero nos reuníamos todos los martes a las 10 de la mañana y nos dimos cuenta de que nos hacía bien. Salíamos del círculo vicioso que trae este tipo de enfermedad. Porque es fuerte, todos éramos sanos y trabajábamos pero nos cambió la vida así, de repente. Esto nos ayudó para salir de la depresión. Es una terapia súper buena”, comenta Ana Gutiérrez, quien desde los 30 años se encuentra en situación de discapacidad.

Luis Riquelme coincide con su compañera: “Hay personas que por pequeñas cosas se echan a morir. Yo cuando me encontraron esta enfermedad, lo tuve que asumir porque no podía dejarle todo el peso a mi familia. Así que salgo para todos lados, hago cosas en la casa, vendo. Hay que asumirlo”.

En las clases con la Fundación Trabajo para un Hermano, han aprendido muchas cosas, de las cuales destacan el conocimiento en torno a los costos y precios a los que debiesen comercializar sus productos. Rescatan también la paciencia y dedicación del profesor al enseñar, paciencia que no todos han tenido hacia ellos. De hecho como grupo, aseguran sentirse discriminados constantemente.

“El grupo con el que compartimos sala, ha hecho distintos cursos. A nosotros, nunca nos habían ofrecido un curso, porque tienen que trasladarnos. Todo lo que hemos aprendido ha sido ayudándonos unos con otros, no es que hayamos hecho algún curso especial”, dice.

Y no sólo en ese sentido se sienten excluidos. A pesar de los esfuerzos hechos por el Estado para avanzar en materia de inclusión, la vida de las personas discapacitadas sigue siendo muy difícil para quienes viven lejos de la capital. “En Santiago es mucho más fácil porque tienes locomoción para todos lados. En Lampa es distinto. Aquí no hay micros para discapacitados y para movernos de un lugar a otro dentro de la comuna, debemos recorrer grande distancias. Por otro lado no tenemos hospitales y existe un sólo un consultorio”, asegura.

Para ellos, la inclusión no sólo se ve en las políticas públicas, más importante aún es lograr un cambio en la mentalidad de la población. “A pesar de que cambien las regulaciones en las empresas, nada cambia en la visión que tienen las personas sobre los discapacitados. Siento que a la gente le da lo mismo, no miran a las personas como nosotros, nos ven muy lejanos. Pero esto le podría pasar a cualquiera y en cualquier momento. No tiene edad. A mí la enfermedad me dio a los 30 años. La Karina tenía 17 años”, lamenta Ana.

Pero también creen en la posibilidad de un cambio y es por eso que este grupo de hermosas personas, tiene un gran sueño a largo plazo. Un sueño que se aleja del individualismo de la sociedad. Se proyectan logrando abrir una Fundación que reciba a otras personas con discapacidad, para poder brindarles la ayuda que no tuvieron ellos. “Cuando a ti te pasa esto, se pierde la confianza en uno mismo. Es muy fuerte el ser dependiente de otros y sentirte una carga para tu familia. Por eso queremos ayudar a todas las personas discapacitadas a hacerlos creer en ellos mismos, a que sepan que se puede salir adelante”.

Otros microempresarios que se han unido es el grupo Alimentario Rehue, vende productos saludables en la Plaza de Renca y todos sus integrantes poseen algún grado de discapacidad mental. Trabajan en un kiosko facilitado por la Municipalidad especialmente para ellos, el cual existe hace 4 años. Desde el año pasado tienen un monitor estable y reciben terapia y apoyo laboral en el Centro Rehue para la inclusión social de personas con discapacidad. La idea es que a futuro, este local pueda sustentarse sólo.

Dentro de sus integrantes hay quienes llevan cerca de dos años, así como quienes llevan tan sólo un par de meses. Atienden en parejas, turnándose dos personas a la semana. ¿Su especialidad? Depende de la época del año, como señala Carlos Luengo. ”En invierno vendemos muchos calzones rotos y en verano vamos a tener jugos naturales para el calor. También aguas minerales y bebidas en lata”, sostiene.

Las clases en Trabajo para un Hermano les han parecido entretenidas y rescatan la posibilidad de aprender y emprender juntos según comenta María Rivera: “Nos gusta vender, compartir, conversar con los compañeros. Para mí no ha sido difícil trabajar con mis compañeros, me gusta compartir con ellos, trabajar con ellos y salir a vender con ellos. Me entretengo porque así conozco más gente”.

Sueñan con ser más conocidos y con tener una cafetera nueva y gran un termo para el agua, que les servirá para mejorar su negocio. Pero ante todo, anhelan poder seguir teniendo la posibilidad de trabajar y compartir con sus amigos.

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