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Cuatro formas en que ciertos organismos convierten en “zombis” a otros animales Animales

Cuatro formas en que ciertos organismos convierten en “zombis” a otros animales

Algunos virus, bacterias y hongos han desarrollado una estremecedora forma de transmitirse de un animal a otro, dejándolos en una condición de zombi, sin ningún control de sus sentidos. Te contamos.


Los zombis que conocemos de la ficción son feroces, carnívoros y post-humanos.

Y aunque tales historias nunca se han hecho realidad, la naturaleza está llena de casos que se ajustan a esta descripción.

Hay algo particularmente desconcertante en la idea de que el comportamiento de un animal podría cambiar drásticamente por una infección o parásito, pero este es un fenómeno bien establecido en la naturaleza.

De hecho, fósiles que demuestran la existencia de hormigas zombis – con marcas evidentes de sus cuerpos infectados- datan de 48 millones de años.

Estos son algunos zombis de la vida real, algunos más extraños que los de la ficción.

Hormigas zombis: coevolución

Un estudio realizado en Tailandia por un equipo internacional dirigido por David Hughes, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, reveló cómo el hongo Ophiocordyceps unilateralis se desarrolla en las cabezas de las hormigas carpinteras tropicales (Camponotus Leonardi) y las manipula.

Ophiocordyceps unilateralis incita a sus organismos anfitriones a terminar sus días posados bajo una hoja.

No está claro cómo un hongo tiene este efecto sorprendentemente específico sobre un organismo mucho más complejo que él mismo.

Una hormiga carpintera infectada con Ophiocordyceps unilateralis fungi.

Pero David Hughes, Harry Evans y sus colegas han descubierto que diferentes especies de Ophiocordyceps unilateralis han evolucionado para adaptarse a los diferentes ciclos de vida de las especies que toman como sus víctimas.

Es «un impresionante ejemplo de coevolución«, dice Evans.

En un artículo de 2016, Evans y otros autores explicaron que el hongo probablemente utiliza una serie de enzimas que alteran los procesos en el cuerpo de la hormiga.

Aunque no se ha demostrado, también podría tratarse de una manipulación directa del sistema nervioso de la hormiga, y el control de los neurotransmisores o «mensajeros químicos» como la dopamina, que puede modificar su comportamiento.

Avispas: hipermanipulación

Cuando las vidas de dos organismos están directamente vinculadas -como un parásito y su huésped- se trata de una simbiosis.

En el mundo de los insectos hay muchos ejemplos, como el de la avispa parasitoide Glyptapanteles, que pone sus huevos en el cuerpo de las orugas.

Cuando los huevos se rompen, las larvas de la avispa se alimentan de los fluidos corporales de la oruga huésped antes de salir y formar un capullo cerca.

La forma en que la avispa ‘Euderus set’ opera es digna de un guion de película de horror.

Pero la oruga, aunque dañada por este proceso, todavía está viva y permanece como una especie de zombi bravucón que agresivamente derriba a los escarabajos que se acercan a los capullos y podrían atacarlos.

Los investigadores que estudian esto han descubierto que, con esta especie de guardaespaldas zombi, el número de depredadores que se acercan a los capullos puede reducirse a la mitad.

El término parasitoide significa que un parásito eventualmente mata a su huésped.

Kelly Weinersmith, bióloga de la Universidad de Rice, estudió un macabro ejemplo a principios de 2017. Se ha conocido como el caso de la avispa Euderus set.

Esta avispa parasitoide espera a que otras especies de avispas hagan una protuberancia en una planta cuando ponen sus huevos.

El descubrimiento se hizo después de que un colega de Weinersmith, Scott Egan, descubriera una inusual protuberancia de avispa mientras caminaba durante unas vacaciones familiares. En este caso fue creada por una especie llamada Basettia pallida.

Por lo general, B. pallida sale del huevo y hace un agujero en la protuberancia antes de volar.

Pero si la Euderus set ha estado de visita -y ha puesto su huevo adentro-, su destino no será tan afortunado.

Avispas ‘Bassettia pallida’ que mueren en los agujeros que crearon.

«No conocemos los mecanismos, pero consigue que la primera avispa que estaba allí cree un agujero emergente», explica Weinersmith.

«Es más pequeño de lo habitual y en lugar de salir, su cabeza se atasca y muere atrapada en ese agujero«.

La Euderus setdevora a la avispa atrapada a medida que va creciendo.

«Cuando termina su desarrollo, emerge a través de la cabeza de su anfitrión«, indica el científico.

Así, parásito engendra parásito.

La primera avispa, B. pallida, es en sí misma un parásito del árbol, se ha convertido en una suerte de zombi suicida… y en forraje nutritivo para su propio parásito, Euderus set.

Los dos casos individuales de control, uno dependiente del otro, hacen que este sea un raro ejemplo de hipermanipulación, según Weinersmith.

Zombis sexuales

Si un zombi es un organismo cuyo comportamiento se ha modificado drásticamente para beneficiar a su parásito, entonces otro ejemplo extraño se puede encontrar en las ranas arbóreas japonesas de Corea del Sur.

En marzo de 2016, Bruce Waldman, de la Universidad Nacional de Seúl y su estudiante Deuknam An publicaron pruebas de una manipulación conductual extraordinaria causada por un hongo patógeno, Batrachochytrium dendrobatidis.

Las ranas japonesas de árbol cambian el sonido que emiten cuando están infectadas con ‘Batrachochytrium dendrobatidis’.

El hongo es una amenaza muy conocida para muchas especies de ranas, pero las ranas arbóreas japonesas en Asia no parecen estar muriendo tan repentinamente cuando una población está infectada.

Cuando Waldman y An escucharon las llamadas de apareamiento de 42 ranas arbóreas masculinas, se dieron cuenta de que nueve que estaban infectados con Batrachochytrium dendrobatidis tenían llamadas que eran más rápidas y más largas, haciéndolas más atractivas para sus compañeras potenciales.

«No podemos decir con certeza si las diferencias de llamadas son atribuibles al hongo que manipula al anfitrión», dice Waldman. Podría, por ejemplo, ser debido a alguna otra reacción que las ranas están teniendo a su infección.

Matt Fisher dice que los anfibios pueden haber sido convertidos en «zombis sexuales», cuyas interacciones posteriores con sus parejas sólo aumentan la probabilidad de que el hongo se extienda aún más.

«No es una hipótesis probada, pero los datos son bastante fuertes», apunta.

Plantas zombis: mutaciones

Tal vez uno de los ejemplos más sorprendentes de un zombi de la vida real en la naturaleza no está en los animales, sino en las plantas que se transforman en versiones mutantes de sí mismas.

Las chicharritas o saltahojas pueden propagar las bacterias de planta en planta.

Saskia Hogenhout en el Centro John Innes, y sus colegas, descubrieron el mecanismo por el cual un grupo de bacterias, el fitoplasma, transforma plantas indefensas en zombis. Publicaron su investigación en 2014.

Las bacterias en cuestión necesitan ser diseminadas por insectos que se alimentan de la savia de las plantas, por ejemplo chicharritas.

Pero para atraer estos vehículos de contagio, las plantas infectadas primero deben ser doblegadas a la voluntad de la bacteria.

«Parece que los parásitos están tomando las plantas», dice Hogenhout.

Hogenhout y su equipo descubrieron que las bacterias estaban segregando proteínas que cambiaban los procesos moleculares dentro de las plantas.

Las proteínas invasivas de las bacterias desplazan a las de las propias plantas en la medida en que la planta infectada comienza a transformarse.

Las flores comienzan a volverse verdes, convirtiéndose esencialmente en hojas.

La infección las hace más atractivas a los insectos, que captarán las bacterias y las llevarán a nuevas plantas.

Flores verdes causadas por ‘Aster Yellows Phytoplasma’ en un solidago.

Las plantas zombis son un ejemplo particularmente interesante porque la planta en sí misma no muere como resultado de la infección.

Simplemente se ha transformado en un vehículo útil para promover el contagio.

Como señala el biólogo Jon Dinman en la Universidad de Maryland, algunas infecciones de estilo «zombi» exitosas mantienen vivo al anfitrión.

En general, es más probable que la enfermedad se transmita entre los organismos cuando su virulencia -su capacidad de hacerles daño- se mantiene bajo control.

Esto es exactamente lo que sucede con las plantas zombis.

Afortunadamente, los seres humanos no están amenazados por estos patógenos.

No se puede decir lo mismo de muchos insectos y organismos.

En los bosques de todo el mundo, los anfitriones zombis ya están ahí fuera, sus mentes y cuerpos retorcidos bajo el hechizo de espectaculares parásitos.

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