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Marrakech y El Sahara: entre zocos y camellos Generación M

Marrakech y El Sahara: entre zocos y camellos

Manuela Balada
Por : Manuela Balada Periodista de la Universidad de Los Andes y con máster de marketing de moda en IED Barcelona.
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Cross check y reportar, y es que estar en Marruecos es poner modo avión al tiempo y trasladarte a épocas pasadas de mercadillos pequeños de especias y gente vestida de camisones largo y turbantes. Las mujeres escondidas detrás de sus velos misteriosos que invitan a interesarse por conocer sus ciudades, cultura e historias.

Es una invitación a calentar motores y prepararse para largas e intensas caminatas alrededor de sus zocos, tener los brazos fuertes para guiar a camellos por más de una hora en medio del Sahara y los ojos bien abiertos para no perder de vista ningún detalle de este asombroso país.

Apenas llegas al aeropuerto ya te das cuenta del caos de esta ciudad, es un caos que cuesta acostumbrarse al principio pero que después logras sobrellevar. Los taxis parece que se caen a pedazos y ni hablar de aire acondicionado aún que sea agosto y haya 40 grados de calor. Se recomienda contratar un chofer que te lleve del aeropuerto al hotel y que incluso te acompañe durante todo tu viaje.

Un factor que hay que tener en cuenta es que es un país muy religioso donde se reza –llamados por alto parlante– cinco veces al día mirando a la meca, los oriundos no beben alcohol y la mayoría de las mujeres andan con burka –pañuelo musulmán que se usa para tapar el cabello y cara–. A los turistas no se les exige seguir ninguno de estos protocolos, sólo respetar los lugares de rezo, a los que casi nunca se pueden acceder si no eres musulmán.

Dentro de su ciudad amurallada, tanto en Marrakech como en Fez, están los famosos zocos -mercadillos tradicionales de los países árabes -, donde se pueden ver artículos y decoraciones típicas de ellos como los porta velas de cristales de colores, las grandes y bellas lámparas, alfombras, etc. Siempre hay que regatear los precios, incluso ofrecer menos de la mitad de lo que cobran.

Marrakech, siendo la capital del turismo en Marruecos, es donde se concentra la mayor cantidad de lugares para conocer.
1. Plaza de jaama: es el centro de operaciones si se podría llamar de alguna manera, ahí se concentra todo el comercio de la ciudad. Al entrar en la zona, es imposible no tentarse con jugo de naranja natural que hay en cada esquina de este país, te lo hacen en un minuto y te da la energía que necesitarás para sobrevivir en el zoco. Se pueden ver cientos de tiendas que venden las famosas babuchas, carteras de paja, joyas con piedras locales, encantadores de serpientes con sus cobras. etc. Además, es entretenido ir de noche ya que los marroquíes lo usan de punto de reunión con sus familias y amigos.

2. El museo de Yves Saint Laurent y los jardines de Majorelle: el diseñador francés y su pareja fueron conquistados de corazón y alma por este país y en especial por Marrakech, ciudad en la que vivió muchos años y en la cual incluso están esparcidas sus cenizas. El museo tiene creaciones icónicas del artista y también es famoso por su excéntrico y frondoso jardín. Se recomienda ir al museo al medio día para luego quedarse a almorzar en el restorán que se encuentra dentro de Majorelle.

3. Las tumbas Saadíes son tumbas majestuosas de mármol que datan de finales del siglo XVI y donde están enterrados los reyes y reinas de la época. El edificio más importante de las Tumbas Saadíes es el mausoleo donde está enterrado el sultán Ahmad al-Mansur y su familia. Consta de tres habitaciones, siendo la más conocida la de las doce columnas, en la que están enterrados sus hijos. Además, hay más de cien tumbas decoradas con mosaicos, en las que están enterrados los cuerpos de los sirvientes y guerreros de la dinastía saadí.

4. Riad: se recomienda alojar en hoteles o en los famosos Riad. Son ex casas o palacios transformados en hoteles que se encuentran dentro de la Medina. Son una especie de oasis dentro de tanto caos. la mayoría tienen terrazas con vistas a la Medina, patio interior que proporciona silencio y tranquilidad, y desayunos generosos de sabores locales. Si se quiere alojar fuera de la Medina está el hotel más icónico de la ciudad: La Mamounía, antiguo palacio de reyes reformado como hotel 5 estrellas.

5. Restoranes: en cuanto a comida, hay mucha variedad de comida local en las calles, como también restoranes más occidentaizados donde se puede encontrar comida también internacional pero en lugares ambientados en la cultura local. La concept store Max&Jan es un imperdible, en la que se puede almorzar en una terraza increíble y también tiene artesanía y ropa. La Salama y su terraza, el recientemente reformado La Jardín. Donde sea que vayas, se recomienda probar sus platos típicos como el cous cous, tajín y pastela.

El Sahara

El viaje al desierto, y digo viaje y no paseo, porque son 6 horas aproximadamente en auto para llegar – y seis mínimo para ir a cualquier otra ciudad –, y luego una hora en camello por el Sahara. Pero todo vale la pena al ver los paisajes de las dunas, y perderse en la inmensidad de la arena que pareciera que no tiene fin.

Subirse y bajarse del camello es toda una odisea. Se siente como si se estuviera arriba de una jirafa y pareciera que al andar fuera a rodar cuesta abajo por las dunas debido a los ínfimos “caminos” que hay para llegar a las carpas. Luego de pasar unos minutos arriba, con la energía que transmiten ellos y el desierto es imposible no desconectar los pensamientos por la siguiente hora de que queda de andar.

Para alojar hay dos formas de hacerlo: en carpa o “duomos”. Si se tiene la posibilidad económica, es recomendable irse a éstos. Las carpas son muy incómodas y en mal estado. Si se quiere ir de forma barata se puede contactar a Lahsen (+212668564011) que es un guía turístico que arma viajes al desierto en grupos y la verdad es que conoce todo el “teje maneje” a la perfección de este tour.

Si los duomos son la opción elegida, existe un lugar que se llama Luxury Bivouac (http://www.bivouaccleededesert.com/) que son carpas mucho más cómodas con camas adentro. Es recomendable reservar con harta anticipación porque al ser pocas carpas se ocupan rápidamente.

Con respecto a la cultura, todavía existen los matrimonios arreglados por las familias, donde en lugar de cambiar a las hijas por camellos – se ríen cuando uno les pregunta sobre eso – hoy en día se intercambian por oro (en las familias más tradicionalistas). Así que no se sorprendan si les hacen alguna oferta.

Y es que todo lo que pudiste leer en este artículo sobre la Ciudad Roja y el desierto del Sahara no es ni el principio de todas las sensaciones que tienes al estar ahí. Son sentimientos encontrados con respecto a pensamientos culturales y de religión probablemente, pero llegas a entender y admirar su manera desprendida de vivir y te hace cuestionar sobre las prioridades del “primer mundo” y del cómo vivimos hoy.

Tripulación preparar cabina que estamos prontos al aterrizaje. Hasta la próxima y gracias por volar con El Mostrador.

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