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El Humor “blanco” de Mono Sánchez en Viña, ese que se ríe de la violencia del machismo Yo opino

El Humor “blanco” de Mono Sánchez en Viña, ese que se ríe de la violencia del machismo

Estefanía Sepúlveda
Por : Estefanía Sepúlveda Busquilla e hiperkinética de escritorio. Desde 2005 en medios digitales como Zona.cl, Paniko, El Dínamo y Pousta. Es voluntaria del equipo de comunicaciones del Observatorio Contra el Acoso Callejero.
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Al Festival de Viña le gusta parecer progre, lograrlo sólo un rato y luego mostrar la hilacha. Después del soberbio espectáculo de Isabel Pantoja, subía al escenario un humorista que hacía alarde de su abultado currículum. Casi 30 años de carrera y reconocimiento hispanoamericano prometían ser la nota distinta para reír. No fue así.


Carlos «Mono» Sánchez no llevaba ni cinco minutos en la Quinta cuando comenzó una rutina llena de lugares comunes que más llaman a los bostezos que a las risas. Un hombre que aseguró «hacer humor blanco y sin vulgaridades» demostró que hay algo que daña mucho más que el rosario de chuchadas que tanto le criticaron a Chiqui Aguayo.

Este humor supuestamente inofensivo y familiar apuntó en repetidas ocasiones al rol caricaturesco de la esposa celosa y controladora («¿qué es un pre infarto y un infarto para un macho? Cuando va a salir y se da cuenta que se le quedó el celular. Infarto, cuando voltea a mirar y la esposa tiene el celular en la mano sin clave». «¿Qué es ser valiente señores? Llegar a la casa a las 5 de la mañana y que la esposa lo esté esperado en la puerta con una escoba en la mano y decirle ‘va a barrer o va a volar’. Eso es ser valiente»); a la suegra metiche («ser valiente es molestarle la vida a la suegra. (…) Yo le molesto mucho la vida a mi suegra. Recién íbamos por un parque y había una piscina y le digo ‘suegra, piscina, métase’. Y me pregunta por qué y yo le dije ‘porque usted se mete e todo, métase ahí»); y a la amante que sólo busca provecho económico («¿Cuál es la diferencia entre ir al súper casado, soltero o ir con la amante? (…) El que va con la amante no camina con la amante, camina paralelo a la amante, haciéndose el que lee una revista. Ella para en la ropa interior, él para y empieza la «conversación» por señas y gestos. Ella desde allá toma un sostén y dice ‘me los compra’. Él desde acá le contesta sin mover los labios ‘¿cuánto cuestan?’. Ella ‘barato’ y hace un gesto con las manos que indica 30. Él pregunta ‘¿30 lucas?’. Y ella responde ‘Es Victoria’s Secret, 300 mil’. Él pone cara de asombro y le grita ‘compre dos’. Él sabe que esa plata se recupera», dice mientras hace un gesto de punteo). Ese es humor machista, no blanco como prometían quienes lo presentaron.

Está empezando la rutina y ya sé todo lo que viene, y no me gusta. Más que enojada, lo único que me da risa es poder descifrar a este personaje en un par de minutos y saber que no entiende nada sobre igualdad, ni le interesa emplear su oficio para generar conciencia social. Me duele cuando veo que no hay más propuesta que ésa, y más aún cuando escucho aplausos que deberían ser pifias.

En un país que no reacciona ante las mujeres que terminan suicidándose por el asedio y violencia de sus parejas o ex parejas, es inaceptable hacer un chiste que alude al femicidio. Al narrar cómo son las lunas de miel, Sánchez cae en la crueldad. Reproduciendo un diálogo entre los recién casados, el marido le dice a su esposa «hoy te voy a hacer lo que nunca te han hecho», a lo que ella contesta, «¿No me vas a matar, ah?».

No puede ser que con al menos seis mujeres muertas en lo que va del año -en Chile, tu país anfitrión- en manos de sus parejas exista quien quiera hacer humor con ello. No hay cómo, y no hay cómo reírse de ello.

Al inicio de su insufrible intervención de casi una hora, Carlos Sánchez habla de cuáles son los hombres valientes, asociándolos a la idea de ir al urólogo. Ser valiente en una sociedad machista, mi estimado, es empujar el humor hacia los bordes, ser rupturista con criterio y, definitivamente, no tomar la senda de miles de pseudo comediantes que nunca despegarán en sus carreras mientras sigan hablando del «tío amanerado», de que hay que dejar marcado al «amigo» de nuestros maridos con lápiz labial y mientras se crea que el humor permite la violencia. Anoche, en la Quinta Vergara, el humor se farreó una jornada y la cobardía y la desigualdad siguieron ganando camino. Es una pena y un pequeño paso atrás.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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