Publicidad
«Diablada»: entre ficción, memoria y revictimización BRAGA

«Diablada»: entre ficción, memoria y revictimización

Polémica ha provocado el estreno de “Diablada”, película chilena de ficción basada en los crímenes de Alto Hospicio ocurridos a fines de los años 90. El Mostrador Braga conversó con el equipo de producción del film sobre el objetivo de traer al presente un caso como este, de cómo enfrentan el tema de la revictimización y la memoria, junto con su opinión respecto a los cuestionamientos que diversas organizaciones feministas han realizado a la obra producto del no consentimiento por parte de todas las familias de las niñas asesinadas. Al respecto señalaron que, “esperamos que no se desvíe la atención y el foco se mantenga donde corresponde, que es en la búsqueda de justicia para estas y todas las familias que sufren de la brutalidad policial, el prejuicio, el clasismo y la violencia de la institucionalidad”.


El fin de semana se estrenó la película chilena de ficción “Diablada”, dirigida por Álvaro Muñoz, film que retrata los crudos asesinatos de niñas ocurridos entre los años 1998 y 2001 en Alto Hospicio. La película aborda los prejuicios sociales, la violencia de género en sus distintas dimensiones y el drama de las familias que “siguen esperando verdadera justicia y reparación para sus hijas que, no sólo fueron víctimas de un crimen brutal, sino también de la desidia y el prejuicio de las policías y las autoridades de la época”, comenta el equipo de producción de Diablada en esta entrevista con El Mostrador Braga.

La cinta, sin embargo, se ha visto envuelta en una polémica que pone sobre la mesa el debate sobre la revictimización y la memoria. Para abordar dicha problemática, la psicóloga Francesca Chiappini del Centro Interdisciplinario de las Mujeres, explicó que si bien es necesario visibilizar estas historias, es fundamental el consentimiento: “sobre las películas es importante abarcar el tema de si se genera un consentimiento o no por parte de las víctimas, porque es importante visibilizar esas historias, esas memorias o eventos para aprender de ellos y crear conciencia”.

En el comunicado, publicado por diversas organizaciones feministas del norte del país a comienzos de esta semana, señalan que la película no contó con el consentimiento de las 14 familias afectadas. “Solo fueron dos familias y el padre de una de las niñas las que autorizaron, pasando por alto la voluntad y el dolor del resto de las madres afectadas que han decidido no permitir la utilización de sus historias y mucho menos lucrar con su dolor”.

 

Al respecto, el equipo de producción de la película comenta que, “entendemos que, producto de cómo se ha abordado el caso en los medios de comunicación y otras producciones en los últimos veinte años, exista reticencia y desconfianza sobre cómo la película podría abordar el tema. De nuestra parte, podemos decir que para realizar la película se llevó a cabo un proceso de investigación serio, acabado y que, del mismo modo, se cuidó cada aspecto durante su desarrollo, desde el guion a la versión final de montaje”.

A su vez, señalaron que “efectivamente, al contactar a todas las familias, cuatro familiares expresaron personalmente su rechazo al proyecto frente a lo que tomamos nota de sus aprehensiones y nos comprometimos a no incluir los antecedentes de sus familiares en las conclusiones de investigación que se utilizaron para la construcción de la ficción. Pero, del mismo modo, hubo otras familias que sí autorizaron el uso de sus testimonios a partir del cual pudimos contextualizar la tragedia humana que habían vivido más allá del ámbito policial. Nosotros como realizadores trabajamos con un objetivo único que es la obra, que es un trabajo en el que han participado más de trescientas personas a lo largo de siete años, y esperamos que se nos juzgue desde ahí. Esperamos que no se desvíe la atención y el foco se mantenga donde corresponde, que es en la búsqueda de justicia para éstas y todas las familias que sufren de la brutalidad policial, el prejuicio, el clasismo y la violencia de la institucionalidad”.

Para la psicóloga, tomando el caso de esta obra en particular, comenta que “para las familias que no dieron su consentimiento sí puede tener repercusiones negativas el ver esa película porque, aunque no cuenten la historia particular de esas víctimas, es una historia en donde probablemente todas pasaron por lo mismo y probablemente estén reviviendo la historia que sí les tocó vivir a la hija o hermana de esa familia en particular”.

Sin embargo, abordando el tema de la memoria y en un plano más general, tomando como ejemplo países que han vivido dictaduras, la psicóloga explica que “es importante seguir recordando esas historias, que se muestre, que se hagan películas, que se construyan museos porque cuando olvidamos la historia dejamos de aprender lo que pasó y volvemos a cometer los mismos errores”.

En esa línea, ante la pregunta por el objetivo de traer al presente a través de una ficción el caso de Alto Hospicio, de la producción señalan que “Diablada crea un relato propio, ficcionado, que busca visibilizar una serie de injusticias de las que hasta el día de hoy son víctimas personas que han sido ignoradas por el sistema y castigadas por su género, situación social o por el lugar de donde provienen”.

Por otra parte, sobre el problema estructural de la violencia de género y la discriminación a las mujeres, les preguntamos cómo abordaron este tema y si el escenario ha cambiado en estos últimos 20 años. Para ellos, “la película se posiciona desde un lugar y un espacio de tiempo indeterminado, precisamente porque creemos que muchas de las situaciones de violencia y discriminación que sufrieron las víctimas del caso y sus familias hace veinte años en Alto Hospicio, siguen ocurriendo hoy. Si bien nos encontramos en un escenario distinto que el que existía hace veinte años, esa diferencia ha sido propiciada gracias a mujeres que han impulsado la visibilización de esa violencia estructural y los cambios necesarios para alcanzar una sociedad más equitativa. Si bien las instituciones siguen funcionando bajo una lógica sumamente machista, violenta, clasista y prejuiciosa, internet, las redes sociales y el surgimiento de medios de comunicación independientes y alternativos, han permitido una mayor fiscalización a las acciones que éstas realizan. Sin duda queda mucho por hacer y es importante que todos podamos aportar desde dónde nos toca, y en ese sentido, si podemos aportar con nuestro trabajo a seguir visibilizando situaciones de injusticia, lo vamos a seguir haciendo”.

Por último, quisimos saber en qué se diferencia este film con otras películas y series que existen sobre este caso, y cómo enfrentan el tema de la memoria y la revictimización. “Para nosotros, lo principal era visibilizar la injusticia de la que han sido víctimas las familias y de cómo aún, veinte años después, no han tenido verdadera reparación. Por esto mismo, todos los aspectos policiales del caso tienen un papel muy secundario, todos esos detalles quedan en segundo plano porque nos enfocamos en las personas, su vida familiar, la vida en comunidad, y el drama que viven, no sólo por perder a sus hijas, sino también al ser totalmente invisibilizadas. Del mismo modo, y entendiendo el dolor de las familias, ficcionamos todos los aspectos posibles, tomando una distancia suficientemente prudente como para poner el tema en discusión, pero con un relato propio”, sostienen.

 

 

 

 

 

Publicidad

Tendencias