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Visualizar el duelo perinatal: un desafío para la matronería Yo opino Créditos: João Paulo de Souza en Pexels

Visualizar el duelo perinatal: un desafío para la matronería

Mariana Gallardo
Por : Mariana Gallardo académica Escuela de Obstetricia y Neonatología Universidad Diego Portales.
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El embarazo marca la vida de las mujeres, sin embargo, ya sea por distintas razones o fundamentos, se suele hablar o proyectar -erróneamente- el embarazo, parto y puerperio desde el amor romántico, sin ningún bemol a la experiencia. Neurobiológicamente, existen determinantes que comprueban que el cerebro de la mujer transita por modificaciones en su estructura durante este proceso, provocando su mejor adaptación a la nueva experiencia de tener un bebé y vincularse de manera más segura. Es decir, adaptarse a maternar.

Como matronas y matrones, tenemos la oportunidad de acompañar durante nuestra trayectoria múltiples embarazos, donde las experiencias pueden llegar a ser complejas, difíciles, deseadas o no. Pues esa mujer, que quiere o no tener a ese hijo/a -o quizás desea, pero no puede tenerlo- y que además podría no poseer las condiciones biopsicosociales para desarrollar un embarazo saludable, sea la circunstancia que sea, pueda contar con un profesional de salud, un/a matrón/a.

Desde la matronería, este apoyo debe ser informado, compasivo y con las herramientas para poder ejercer acciones efectivas y respetuosas tanto para una mujer que se prepara para maternar y favorecer un vínculo saludable madre-feto, como para quien en este estado de maternar, se queda con los brazos vacíos, aún sin que su cuerpo, cerebro y corazón lo entiendan distinto. La muerte gestacional o perinatal es, según los relatos de las propias madres y familias, un paso por la “clandestinidad”. Qué potente y triste a la vez. Es una realidad absolutamente invisibilizada: muertes, pérdidas, duelos marcados por violencia, violencia obstétrica y de género.

[cita tipo=»destaque»] La muerte gestacional o perinatal es, según los relatos de las propias madres y familias, un paso por la “clandestinidad”. Es una realidad absolutamente invisibilizada: muertes, pérdidas, duelos marcados por violencia, violencia obstétrica y de género. [/cita]

Es aquí donde es clave el rol que ejerce el personal de salud. Con pocas herramientas formales, las y los profesionales enfrentan estos procesos desde sus distintas perspectivas, no obstante, en gran parte de los casos, con escasa o nula preparación en este tema. En virtud de lo anterior es que en los momentos más vulnerables de la mujer, se sella para toda la vida un momento de tanto dolor, cuyo manejo puede hacer la diferencia. Por lo que necesitamos con urgencia y respeto, dignificar el momento/proceso, sacarlo de la clandestinidad.

Entonces, cabe preguntarse, ¿qué pasa en Chile? ¿cómo lo estamos haciendo? ¿cómo podemos aportar de alguna manera en esta experiencia? En nuestro país contamos con normas y orientaciones técnicas recientes para abordar el proceso de muerte gestacional (Ley Dominga). Sin embargo, ¿cuál es finalmente la experiencia que han vivido nuestras usuarias y su entorno hasta ahora? Al parecer no de las mejores. Hoy el desafío es grande, pero sin duda más alentador. Desde la vereda de los profesionales de la salud, incluidas las autoridades de los recintos clínicos como todo personal en contacto con nuestras usuarias, el trabajo es clave. Es necesario que la Ley Dominga se convierta más que una “imposición por ley”, en un actuar sincero de cada uno/a de los profesionales que atienden a estas pacientes. Mujeres, además, que requieren, merecen y solicitan (en casos en que la asimetría de información es menos presente) un visibilización de este momento/proceso.

No existen formas buenas o malas para afrontar el duelo. Se pueden probar u elegir las opciones que cada persona le haga más sentido para superar, o, mejor dicho, transitar en él. Con la colaboración de nosotras/os las matronas/nes, la mujer y su familia pueden tener un rol más protagónico en la definición y realización de ritos, acciones sencillas, que pueden hacer significativa esta muerte.

Desde la vereda de la academia, el paso es fundamental. Un llamado a incorporar en nuestras mallas este tema. A promover el interés y conocimiento tanto en estudiantes como en docentes. Una semilla sincera de la necesidad de la dignificación de ese ser que muere y merece todo y más.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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