Las principales causas serían falta de un estilo de vida saludable, condiciones biológicas propias de la mujer, una alta carga de actividades y responsabilidades que abarcan desde el trabajo hasta el rol de madres, hijas y parejas. Además, su participación en el deporte por falta de tiempo.
La obesidad es una problemática de índole multifactorial, donde los hábitos alimentarios, el sedentarismo, el estrés, angustia, falta de sueño, etc.… desempeñan papeles protagónicos, por lo que el aumento de peso puede ser por muchas razones.
La obesidad es un tema que durante las últimas décadas se ha instalado en la agenda mundial de salud pública, por el significativo aumento que está experimentando en todos los rangos etarios, pero sin duda la mujer puede tener más problemas de depresión, inseguridad o baja autoestima.
De acuerdo con un reciente estudio publicado en The Lancet en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tasa de obesidad aumentó más del doble entre las mujeres (de 8,8% a 18,5%) en el período 1990 2022. Respecto a Chile, el informe señala que había 3,4 millones de personas de género femenino con esta condición hace dos años, lo que corresponde a un aumento de 27,8 puntos porcentuales desde 1990.
La principal razón es que genéticamente tienen más grasa corporal y más mecanismos para preservarla, porque son responsables de perpetuar la especie y una gestación viable exige un porcentaje de grasa suficiente para garantizar la vida del feto.
En segundo lugar, las diferencias hormonales también influyen, ya que los estrógenos facilitan el acúmulo graso subcutáneo y cuando se pierde en la menopausia se produce un fenómeno de pérdida de grasa en piernas y el almacenamiento en el abdomen y en la parte superior del cuerpo. Durante esta etapa, la prevalencia de obesidad central en mujeres es significativa por esos cambios hormonales tan importantes.
En Tercer lugar, los hábitos alimenticios como el consumo excesivo de pan, harina, arroz y papas, ricos en carbohidratos de baja calidad, añaden un componente perjudicial al problema. La prevalencia de alimentos rápidos o “comida chatarra”, cargados de grasas, sal y azúcares, no solo contribuye al aumento de peso, sino que también reducen la sensación de saciedad, llevando a ingestas excesivas. Propiciando el placer y desencadenando la necesidad de consumir más. Este fenómeno adictivo se manifiesta en productos como galletas, dulces y comida rápida.
Y, por último, es una de las enfermedades que más problemas psicológicos genera hoy en día. La mujer se ve afectada en su seguridad, pues la persona no se siente segura con su cuerpo poniendo en riesgo su salud. Y por último el hecho de ser queridos. Vivimos en un mundo en donde el físico adquiere una importancia tal que, en muchas ocasiones, las personas con más kilos no se sienten dignos de ser queridos y de recibir cariño.
Los cambios sociales, como la creciente participación laboral y la multiplicidad de roles, añaden más estímulos estresantes. Desde lo cultural, se tiende a exigir cánones de belleza poco realistas a las mujeres más que a los hombres, junto con otorgarle el rol de cuidadora de la familia, resultando una sobreexigencia en general para ellas.