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Galerista Michael Findlay: “Antes se coleccionaba arte por amor, ahora se hace por dinero” Galerista escocés Michael Findlay

Galerista Michael Findlay: “Antes se coleccionaba arte por amor, ahora se hace por dinero”

Findlay, director de una de las primeras galerías en establecerse en el Soho neoyorquino en los sesenta, promovió los primeros retratos realizados por Andy Warhol y expandió la casa de subastas Christie’s. Hoy considera que el mundo del coleccionismo se ha desvirtuado.»Yo quitaría los nombres de los autores de los museos, así el público vería colores y formas y no millones de dólares enmarcados», dice.


Portrait of George Dyer Talking de Francis Bacon comprada por más 50 millones de euros por un coleccionista Estadounidense

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El célebre galerista Michael Findlay, que promovió los primeros retratos realizados por Andy Warhol y expandió la casa de subastas Christie’s, considera que el mundo del coleccionismo ha cambiado con el tiempo, pues antes el coleccionista se guiaba por su amor a las obras y ahora, por criterios económicos.

«Hoy vivimos en una cultura monetarizada en la que el coleccionismo se entiende como sinónimo de hacer dinero», subrayó en una entrevista con Efe en Barcelona el galerista escocés, afincado desde hace décadas en Nueva York.

Findlay explicó que en su época como marchante de arte, el coleccionismo surgía como combinación de un «prestigio social» y el «amor por el arte», mientras la revalorización económica era tan solo un incentivo añadido.

Findlay, director de una de las primeras galerías en establecerse en el Soho neoyorquino en los sesenta, compara esa época en la que la gente compraba obra de «artistas emergentes porque les gustaban» y consideraban que con ello el dinero ya estaba «amortizado», con el momento actual, en el que muchos coleccionistas compran arte con «la misma motivación con la que ponen dinero en un banco».

«Hay poca gente hoy que compre arte para quedárselo para siempre», subrayó Findlay, quien, desde su experiencia, destacó la importancia de comprar una obra «con la que establezcas una conexión especial», una recomendación que, al parecer del galerista, sería «el mejor consejo» que podría dar a los jóvenes coleccionistas.

Lienzo de Gerhard Richter de la serie Abrastraktes Bild se rematado en 23,54 millones de euros

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«Gasta solo el dinero del que puedas prescindir y espera la misma inversión que esperarías de una fantástica comida en un restaurante caro», es el consejo dado por Findlay a quienes quieran introducirse en este mundo.

Preguntado por las características que convierten una ciudad en un punto clave del mercado del arte, Findlay, que hasta el año 2000 fue el Director Internacional de Arte de la casa de subastas Christie’s, explicó que, como Nueva York, debe ser un lugar en el que «no haya muchas restricciones burocráticas».

Tiene que disponer además de una red local de coleccionistas, así como buenos servicios, como restaurantes de prestigio u hoteles lujosos, ya que «a los marchantes les gusta vivir bien».

Invitado por la Fundación Arte y Mecenazgo, también reflexionó sobre el mundo de las subastas, un contexto en el que recientemente ha sido noticia por vender un tríptico de Francis Bacon por más de 94 millones de dólares (69 millones de euros), una cifra nunca antes alcanzada.

«¿Por qué es tan importante el precio de una obra de arte?», se preguntó Findlay, quien señaló que se trata de un tema privado y que no tiene ninguna relación con la calidad de la obra sino del contexto en el que la venta tiene lugar.

Fijarse el precio sólo tiene, según Findlay, efectos negativos, como que mucha gente se interese en un cuadro por el nombre del pintor que lo ha realizado. «Yo quitaría los nombres de los autores de los museos, así el público vería colores y formas y no millones de dólares enmarcados», bromeó el galerista.

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