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Con alusión al movimiento estudiantil Drexler culminó sus exitosos conciertos en Chile El show repletó el teatro Caupolicán

Con alusión al movimiento estudiantil Drexler culminó sus exitosos conciertos en Chile

La noche del viernes 9 de mayo, el cantante uruguayo ha deleitado una vez más a su público en un teatro Caupolicán repleto que ha coreado todas sus canciones. Además de sus temas consagrados Dexler tuvo a varios invitados durante la noche, entre ellos Nano Stern, con quien interpretó Que vivan los estudiantes”, de Violeta Parra, con dos párrafos agregados, incluyendo las frases «No hay guanaco ni zorrillo que haga que esto retroceda, a los estudiantes cuando marchan por la Alameda”.


Drexler (1964) ha venido a Chile. Se ha instalado con sus músicos en el teatro Caupolicán, un viernes de mayo por la noche, y ha deleitado al público -que ha repletado al lugar- con sus creaciones, algunas recientes, otras más antiguas.

¿Quién es Drexler? Para la burocracia internacional, es un médico otorrinolaringólogo uruguayo, padre de tres hijos de dos mujeres, residente en Madrid desde 1995. Para los críticos musicales, es un trovador notable, con diez discos a su haber, ganador de un premio Oscar y un Goya, que mezcla folk, pop, jazz y música electrónica, y que ha colaborado con colegas como Caetano Veloso o Shakira, entre muchos otros. Para muchas mujeres es un ídolo que las contempla (o no) desde la carátula de un disco con una mirada humilde, que en el fondo esconde algo de altivez.

drexler2¿Qué ha hecho Drexler esa noche de otoño en un lugar compuesto mayoritariamente por parejas jóvenes, de ambos sexos, y muchas chicas y mujeres solas o de a dos o de a tres, donde ha destacado la presencia de honorable diputado de la República, el patagónico Gabriel Boric? Drexler, que en sus tickets prometía su espectáculo a las 21.00, se ha retrasado y ha subido sólo media hora después, pero a juzgar por el espectáculo que brindó después, donde se ha paseado por la música electrónica, la cumbia, la salsa y la trova, todo se le perdona.

Una cosa importantísima: esa noche, Drexler ha estado de buen humor. Y toda esta noche va a interactuar con el público, al que contará historias de su adolescencia (allá, en Montevideo, cuando iba a bailar a salones donde los apoderados solían enviar un representante para evitar los besos y manoseos que siempre se terminaban dándose entre las parejas), lo interrogará sobre física (“¿qué es la entropía?”, a lo que alguien le gritará “todo tiende al caos”, a propósito de de su tema “Todo cae”) o sobre tejidos a crochet (por “Organdí”).

No sabemos cómo habrá sido el recital del día siguiente (sábado), pero sí vemos como ese viernes otoñal, frío, nublado, sube al escenario bailando (con otros dos músicos, haciendo una coreografía disco  al estilo YMCA que vuelve locas a sus fans), tal como aparece en un video de su último disco “Bailar en la cueva”, con la canción homónima que da comienzo al show.

Una de las primeras cosas que ha hecho Drexler ha sido presentarlos a ellos, sus siete músicos (vientos, guitarras, percusión). Son una mezcla, como él mismo: italianos, españoles, argentinos. Lo acompañarán –a gusto, por lo que se ve, con humor, con profesionalismo- en las dos horas de show que vendrán.

Drexler hará un espectáculo para bailar y también para cantar sus temas más románticos. Entre otros presentará “Cai creo que cai”, dedicada a la española ciudad de Cádiz, una ciudad en cuyo carnaval participó el año pasado en calidad de pregonero, un honor que antes tuvieron Rafael Alberti, Cantinflas, Rocío Jurado y Alejandro Sanz, una canción de amor a una ciudad hermosa, una expresión más del lazo que une al uruguayo con España, donde reside con su esposa, también española (hablo de la actriz y cantante Leonor Watling), y los hijos de ambos, Luca y Lea.

Es justamente a Lea a quien ha dedicado una de sus canciones más recientes, “Organdí”, que esta noche interpretará junto al primer cantante local invitado de la noche, Javier Barría. Dos maestros de la música, solos con sus guitarras, sobre el escenario (“Proyecto de vendaval/Protagonista central /De Todas mis pantallas”), con un chileno que no mira al uruguayo desde abajo, sino a la misma altura. Tal vez por eso cantaron juntos un segundo tema, “Guitarra y vos”.

Barría será el primer invitado de la noche. Luego le seguirá un Nano Stern eufórico, para interpretar juntos “Que vivan los estudiantes”, de Violeta Parra, con dos párrafos agregados, incluyendo las frases «No hay guanaco ni zorrillo que haga que esto retroceda, a los estudiantes cuando marchan por la Alameda” y “que viva la rebeldía con la no violencia». Al final del espectáculo será la hora de la tercera invitada, la emponchada Anita Tijoux, con quien hará “Universos paralelos”, otra canción de su último disco.

Otros momentos emocionantes de la noche: “Don de fluir”, que Drexler hará una vez más solo con su guitarra, “Bolivia”, una cumbia dedicada a ese país por ser el único que en 1939 abrió las puertas a sus abuelos judíos que venían huyendo a la Alemania nazi; “Sanar” (“Y cuando menos lo esperes /Tu corazón va a sanar / Va a sanar / Va a sanar”), “Transoceánica” (qué trompeta, qué saxo), “Deseo” o el cierre, a cargo de “Me haces bien”, tras repetidos regresos al escenario ante un público que no quería irse.

Ha sido una noche de amor. Amor entre Drexler y su público (al comienzo, un grupo le ha gritado “mijito rico”, él ha preguntado qué le han dicho, para que todo el teatro repita esas palabras al unísono, un público cuyos miembros más afortunados terminaron saliendo de sus asientos y pegándose al escenario para que él les diera la mano), amor entre tantas parejas que han ido a celebrar sus comienzos o tránsitos intermedios, o amores simplemente pasados, amores que recordamos con las canciones de Drexler y que quedaron en otra época, en otra vida, pero que vuelven cada vez que escuchamos al uruguayo.

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