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Una nueva luz en la narrativa chilena Sobre La lámpara de Kafka & otros cuentos, de Luis Herrera

Una nueva luz en la narrativa chilena

Galo Ghigliotto es editor y escritor.


kafkalibro

En el epílogo de La lámpara de Kafka & otros cuentos (Valparaíso: Ediciones Inubicalistas, 2013), primer libro de Luis Herrera (Talca, 1981), el escritor Juan Mihovilovic expresa que bastaría con un solo cuento –el que da título al conjunto– para justificar el libro completo, pero pronto aclara que con eso no pretende desmerecer “el resto de las narraciones”. En seguida pasa a reseñar las historias del libro recién leído, acentuando la habilidad del autor, “premunido de un talento innegable”, para usar “un lenguaje certero” y originar “giros idiomáticos seductores”. Estas afirmaciones, aunque podrían parecer exageradas, no lo son tanto.

La lámpara de Kafka… es un libro conformado por nueve cuentos bien escritos, diversos, tanto en sus temáticas –es decir, no múltiples tentativas de decir lo mismo– como en sus formas. En uno de los relatos hay un epígrafe que lo define como depositario de un premio literario en 2008, lo que devela un lapso de cinco años –por lo menos– entre escritura y publicación. Esa espera se hace patente en los textos, porque la mayoría de ellos exudan pulimento y reflexión. Tal vez esa haya sido una de las herramientas utilizadas por el escritor talquino para concebir este libro infrecuente, donde detonan con igual soltura estilos surrealistas y realistas que usan como espacio el campo, la metrópolis y la provincia, a veces fijados a la corriente metaliteraria de moda, engendrando así una sumatoria a todas luces interesante. Quizás por eso los personajes que deambulan en este libro sean tan disímiles: algunos de ellos están retratados en biografías que destacan el rasgo febril de sus protagonistas, como Juan Rosa, quien busca un lenguaje imposible, o Belisario Vildósola, un polígrafo chileno de reconocimiento mundial que sufre por no alcanzar el Nobel.

En el cuento “Un hombre en el plano” se narra una doble historia con sutiles cambios temporales que arrastran al lector a un sorpresivo desenlace metaliterario. Pero ojo: la metaliteratura presente en este libro es más un homenaje que una latosa ostentación de lecturas. El cuento central del conjunto, de hecho, nace de la admiración por la obra de Kafka. Este relato, elaborado hasta parecer sencillo, narra la historia del objeto que alumbró algunas noches del escritor checo, y sirve, finalmente, como placa para inscribir una tenebrosa reflexión literaria. Otro aspecto del libro es lo rural, ya que en personajes de cuentos como “La pena máxima” o “El fin de la historia”, aparecen vidas recortadas por el campo que las rodea, rescatando de ese modo un tópico que muchos autores –quizás de manera inconsciente– proscriben en la vorágine del mundo globalizado. La provincia, finalmente, se hace presente no sin ironía, con la burla perspicaz de quien se ríe de sí mismo, a través de personajes como el peluquero Armando Briceño, o el aspirante a escritor Leonel Bravo, asiduo a la biblioteca regional y fanático de la literatura chilena de moda, que termina convertido en perro a causa de “la lectura afiebrada de los clásicos”.

La lámpara de Kafka & otros cuentos parece la obra de un escritor curtido que, sin evadir riesgos en la composición de una narrativa propia, no teme entretener al lector y compone un libro bien escrito, simpático, poco pretencioso, que no hipoteca la soltura del texto a cambio de proyectar erudición o complejidad. Si bien el libro presenta pequeños detalles editoriales, y la diferencia de cota entre unos cuentos y otros es evidente, la buena escritura subyace a lo ancho de libro, y pasa a ser una lectura entretenida, y claro que sí, promisoria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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