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Gismonti y Naná Vasconcelos presentan, por única  vez en Chile, su elogiado disco «Dança Das Cabeças» La visita se produce en el marco del programa «Sesiones de tolerancia»

Gismonti y Naná Vasconcelos presentan, por única vez en Chile, su elogiado disco «Dança Das Cabeças»

Los músicos visitan nuestro país para interpretar su elogiada obra del año 1976: Dança das cabeças, un clásico de la música latinoamericana y que consagró a los dos maestros como grandes referentes de la música popular brasileña y la fusión en el mundo entero. El Mostrador Cultura conversó con los músicos que se presentarán en el Parque Araucano, este 8 de junio a las 20:00 horas.


Pocos han sido los genios en la música que han sabido congeniar la innovación sonora con la autenticidad personal y artística que atraviesa las escuelas, los estilos y las formas. Egberto Gismonti y Naná Vasconcelos son fieles representantes de esa genialidad creativa, pocas veces lograda en la historia de la música, y no sólo popular y latinoamericana, sino universal.

Egberto Gismonti, pianista, guitarrista, multiinstrumentista y compositor, nacido en Brasil, de muy joven estuvo consciente de ser un heredero de ese crisol de culturas que une, en una misma región, los ritmos africanos y latinoamericanos; el lenguaje de los indios brasileños, las armonías clásicas y del impresionismo europeo, junto a la pasión del fado portugués, la alegría del samba y la música de carnaval, en contraste a la nostalgia de choros, chorihnos y el bossa nova.

Egberto Gismonti

Egberto Gismonti

“Brasil se compone de todas las razas, colores y acentos. Brasil, a pesar de todos los problemas políticos y sociales, debería o podría estar más cerca de la benevolencia del destino que nos dio la mezcla de razas y de una geografía rica en biodiversidad, minerales, tierra fértil y el agua dulce”, sostiene Gismonti, en entrevista con El Mostrador Cultura + Ciudad, donde nos habló de ese sincretismo cultural que inspiran su camino en la música y lo llevan a creer en el arte como una valiosa guía ante las problemáticas de America Latina.

Con la música mestiza en la sangre

Gismonti, es fruto de ese mestizaje del que da cuenta. Sus padres -un aristócrata de origen libanés y su madre, una inmigrante siciliana- lo acercaron a la música desde su primera infancia, inspirados en seguir la tradición familiar de su abuelo paterno y su tío, ambos líderes de agrupaciones musicales. “Mi padre, deseoso de un instrumento aristocrático, se aseguró que tocara el piano. Mi madre, deseosa de la serenata italiana insistió en presentarme a la guitarra. Cultivé esos instrumentos tan diferentes y crecí con esa mezcla”, comenta Gismonti.

naná vasconcellos

Como la gran mayoría de los genios en la música, sus estudios formales los inició desde muy temprano, a la edad de cinco años, estudiando piano y teoría y luego clarinete, flauta y eventualmente guitarra para deleitar a su madre con serenatas italianas. Lo que comenzó como un juego para sorprender a sus padres, terminó siendo una forma de vida, su carrera profesional.

“Mi primer profesor de piano, Elza Xavier de Brito, sin duda me hizo absorber el gusto por la escritura y la música académica, especialmente la música europea. Mi profesor de armonía y composición, Asunción Maestro, me hizo aprender cómo escuchar música y escribir al mismo tiempo; su dedicación a los problemas de orquestación fue decisiva para aprender un poco sobre el “balance de masas sonoras» o la orquestación”, explica.

Todo ese abundante saber académico adquirido en el conservatorio pudo haber sido un obstáculo frente al disfrute de otros tipos de músicas lejanas a la academia, pero a diferencia de algunos estudiantes que se encierran en el estudio formal de la música docta, Gismonti jamás dejó de cultivar el gusto por la música popular, un gusto que, en parte, también se debe a la guía de sus primeros tutores: “Los maestros de especialización en piano, Dulce Siqueira Vaz y Jaques Klein, fueron definitivamente importante para mí formación como músico, ellos me presentaron la mezcla del aprendizaje académico con la música popular”, comenta entusiasta, y agrega: “Después de mi traslado a Nova Friburgo Río de Janeiro comencé a asistir los ambientes de la música popular de los años 70 – la bossa nova , MPB , etc , y de la música tradicional brasileña (samba, xote , maracatu , globo, frevo , etc ). Aprendí mucho escuchando a extraordinarios músicos autodidactas. El más impresionante pianista que escuché en mi vida fue Luiz Eca –que tenía una base en la formación clásica de piano, pero en su mayoría era totalmente autodidacta”, recuerda Gismonti.

La admiración por esa música que vivía al margen del conservatorio, fue creciendo cada vez más, al punto de llevarlo a renunciar a una beca que Gismonti había ganado para estudiar en una prestigiosa escuela de Viena. Para él, la música popular y la académica no había de por qué correr por separadas, quiso encontrarlas, unir sus lenguajes, razón por la cual ha sido uno de los pocos músicos que ha sabido integrar tan magistralmente estos dos mundos, tan dispares para algunos en aquella época, pero tan complementarios y necesarios en la actualidad.

A inicios de los años ´70 y bajo esa búsqueda de lenguajes comunes, Gismonti parte a Francia donde conoció a otros grandes maestros que dejaron huella importante en su forma de concebir la música: “Allí trabajé como director musical de Marie Laforet. Al mismo tiempo estudié con Nadia Boulanger y Jean Barraqué. Guardo muy buenos recuerdos de este período favorecido por permanecer cerca de  Marie Laforet – que me enseñó la importancia de la etapa (proceso) y la necesidad de entender que el público es el único responsable de la vida de cualquier tipo de música; de Jean Barraqué – discípulo de Anton Webern, rígido, disciplinado, que accedió a hacer una canción tan compleja que ninguna orquesta ha logrado montarla-; Nadia Boulanger – maravillosa musicóloga, compositora y organista, amiga de Stravinsky, Ravel, Debussy  y todos los grandes compositores del siglo XX”, comparte el músico. Fue la misma maestra Nadia Boulanger quien le recomendó a Gismonti el retornar a Brasil, e investigar su música porque, en Europa, ya estaba casi todo hecho y en Brasil aún había mucho por descubrir.

De regreso en Brasil, Gismonti comenzó su carrera profesional propiamente tal como compositor y multiinstrumentista. En 1972 grabó Agua e Vinho, en 1973 los títulos Egberto Gismonti y Adademia de Danças, tres clásicos de su discografía, editados a través de EMI/Odeon. A partir de entonces compartió su música con otros grandes como Paulo Moura , Peter Dausberg , Robby Silva, Luiz Alves, Zeca Asunción , Mauro Senise , Nivaldo Ornelas, Zé Eduardo Nazario, Nando Carneiro , Jaques Morelenbaum, John McLaughlin, Herbie Hancock, Wayne Shorter, Charles Haden, Jan Garbareck , Yo Yo Ma, Martha Argerich, Maria João Pires, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Leo Brouwer, etc. Cada uno de ellos fue aportando un punto de vista y un aprendizaje importante. “La música que hago es consecuencia de todas las influencias que recibí de todos esos encuentros, siempre filtradas por el mestizaje brasileño”, confiesa Gismonti.

Nana Vasconcelos y Dança das cabeças.

El año 1976, en plena dictadura militar, Gismonti viaja a Noruega para encontrarse con Nana Vasconcelos. El motivo de su viaje era el invitar a Naná  -uno de los más grandes percusionistas brasileños, caracterizado por introducir el birimbao a las grandes salas de concierto- para la grabación de un particular álbum titulado Dança das cabeças, un disco ideado por Gismonti y que “cuenta una historia ficticia de dos «curumins” caminando en el bosque (curumim: Palabra en el tupi guaraní significa hijo de la selva). Los niños a veces se encuentran en los claros muy soleados; a veces en regiones muy seca, muy húmedo, con muchos insectos y animales; con muchos ríos y aves; a veces dominados por el miedo, la alegría, o la duda … Esta fue la historia que conté Naná antes de grabar. Entonces la historia que musicalizamos, a su vez nos sorprendió fuertemente a todos nosotros (a mí, a Nana, a Manfred Eicher de ECM Records)”, comenta Gismonti.

Para Nana Vasconcelos, la invitación de Gismonti fue una sorpresa: “No fue planeado, la invitación surgió de sorpresa y el resultado fue musicalmente feliz”, comenta el percusionista, en entrevista a El Mostrador Cultura.

Dança das cabeças, catapultó la carrera de ambos músicos, recibió una gran cantidad de premios, elogios e interesantes reflexiones, pero lo más destacable es que puso en el centro del debate artístico mundial, las complejas relaciones internas y externas, de una música proveniente de un país tercermundista como Brasil, además de evidenciar los cruces creativos con las diferentes escuelas y lenguajes musicales que atraviesan a tan magistral obra.

Grabado en sólo tres días, el concepto de Dança Das Cabeças se basa en la historia compartida por ambos músicos, dos chicos vagando por un bosque denso, húmedo, lleno de insectos y animales, manteniendo una distancia de 180 metros el uno del otro. El álbum ha recibido diversos premios internacionales, en Inglaterra, EE.UU., Alemania, y Brasil.

“En realidad creo que mi interés en las diferentes dimensiones y escuelas es una parte importante de la cultura de cada uno de los brasileños: mezcla de razas, mestizaje, cruce interracial. Si miramos a Brasil con buenos ojos podemos ver la existencia de la contradicción – que representa lo mejor de los seres humanos”, reflexiona Gismonti, quien compartirá escenario junto a Naná Vasconcelos en el Parque Araucano el domingo 8 de junio.

Las entradas están a la venta por Sistema Ticketek, Falabella y Cine Hoyts.

Día y Hora: 8 de junio 2014 / 20:00 hrs.

Precio Entradas:

Platea Diamante $48000

Platea Diamante lateral $45000

Platea Central $37000

Platea Golden lateral $30000

Platea lateral $25000

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